El gran mérito de Luxemburgo

No comparto muchas de las ideas de Luxemburgo (Borja, Raúl Bravo, la negación de los extremos, el castigo a Guti, el indulto a Raúl...) pero me parece digna de elogio su capacidad para motivar al entorno e incluyo en el entorno a futbolistas, aficionados y periodistas, escépticos o cofrades. Luxemburgo tiene el mérito de haber enganchado al Madrid a una Liga casi imposible y en esa persecución improbable ha logrado restaurar al equipo física y moralmente, hasta el punto de que, salvo resbalón inesperado ante el Racing, será muy difícil echarle en cara este título aunque lo acabe ganando el Barça. Cuando parecía que nada le quedaba por ofrecer al Madrid (a 13 puntos del liderato), nos hallamos ahora con una situación que incluso invita al optimismo: Ronaldo luce tipito y ha recuperado el instinto goleador; Beckham se confirma como un interior magnífico y hasta se ha encontrado sitio a Owen. Nadie habla ya de traumática renovación, basta con la cabeza de Figo.

Sin embargo, mal harían en fiarse Luxemburgo y el club. Si el comportamiento de las últimas semanas ha sido una estrategia de supervivencia, perfecto. Si Figo no juega para venderlo y Owen lo hace por lo mismo, impecable. Si Guti paga con la suplencia alguna falta de disciplina, también podría entenderse. Pero que nadie se engañe: aplazar la renovación es alargar la decadencia. La mejora debe ser desde la excelencia y no desde la mediocridad, por eso el Barça tiene atado al poderoso Van Bommel y por eso el Real Madrid necesita a Robinho, Gerrard, Reyes, Joaquín, Sergio Ramos y algún otro. O esto, o ver la Champions por la televisión.