Así llegaron los bombos de El Gordo al Teatro Real
Dos discretos camiones transportaron el material hasta las puertas del escenario donde se celebrará el sorteo de la Lotería de Navidad. - El Gordo, Lotería Nacional de Navidad 2016 Sorteo de Navidad en directo .
A las puertas del Teatro Real, salvo la nube de periodistas nada hace pensar que hoy llegan los bombos de la Lotería de Navidad al escenario donde se celebrará el sorteo de 'El Gordo' el 22 de diciembre.
La Plaza de Isabel II huele a la esencia de chocolate que desprende una de las churrerías instaladas en el mercadillo navideño. Apenas a unos metros del Real, sólo una persona aguarda su turno para comprar décimos de El Gordo en la administración de lotería número 157, un despacho que aún no ha repartido un gran premio en Navidad y permanece ajeno a las colas que, a escasas calles, prolongan interminables esperas para comprar un décimo en Doña Manolita y las afamadas administraciones lotería de la Puerta del Sol.
Los bombos, las bolas y el resto del material que repartirá la suerte de la Lotería de Navidad llegan en dos discretos vehículos. Son dos camiones, del tamaño de los que se pueden emplear para cualquier mudanza doméstica. No llaman la atención de ningún curioso.
Dentro del Teatro Real, el camión eleva su remolque para dejarlo a la altura del escenario. Primero salen dos tolvas, el recipiente donde se vierten las bolas desde las liras y alimenta los bombos antes de comenzar el Sorteo de Navidad. Después sale uno de los bombos de premios. Los operarios lo mueven con una agilidad que le hace parecer ligero. Nada más lejos de la realidad. Más de 300 kilos de estaño, cobre, cinc y plomo en una esfera del tamaño de un balón de gimnasio.
En total, cuatro bombos llegan al Real. Hay un par de repuesto por si ocurre cualquier incidencia. Los de premios son idénticos, pero el bombo suplente de los números es más pequeño que el titular. Es antiguo, de cuando hace una década 'sólo' 66.000 números podían otorgar El Gordo, pero suficiente en caso de recurso de emergencia.
Descargados los objetos más voluminosos y llamativos, más tarde desembarcan el resto. Apenas se muestran las bolas, tanto las de los números con las de los premios. Cualquier problema con ellas podría dar al traste con el Sorteo de Navidad. Solo en ordenarlas de forma correlativa para asegurarse de que están todas, la SELAE tarda más de tres meses, hasta abril, desde que acaba el sorteo.
Un trabajo minucioso: cada bola pesa apenas tres gramos, pero en su conjunto suman 300 kilos. El día del sorteo, el bombo de números, lleno, pesa más de una tonelada. Los números están impresos con láser y a una profundidad de milímetro y medio. Las bolas se revisan después del sorteo y se sustituyen las defectuosas. Este año habrá treinta bolas nuevas.
Bolas, bombos y el resto del material quedarán custodiados durante una semana en las entrañas del Teatro Real, para continuar con las representaciones de Rigoletto, ópera de Verdi que está en cartel hasta el 29 de diciembre. En ese tiempo se comprobará que todo está en orden. Se engrasarán los bombos y se comprobará que su sistema mecánico está a punto para el sorteo. Para los ensayos se emplearán bolas de prueba.
La víspera del Sorteo de Navidad, todo volverá al escenario. Se realizará un ensayo general. Todo real salvo las bolas. Son el elemento más mimado y cuidado del sorteo. Se guardan con celo hasta media hora antes de introducirse en los bombos. En ese momento, los asistentes al sorteo pueden comprobar que su número, y todos los demás, se encuentran en las liras.
Con todo listo, será el turno para los niños de San Ildefonso. Su soniquete sólo lo romperá el sonido de las bolas al girar dentro de los bombos... hasta que la bola de El Gordo emboque la trompeta y el canto de los cuatro millones de euros dé vía libre al descorche descontrolado de champán en cualquier feliz rincón de España.
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