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Las 100 creencias erróneas más extendidas

'100 mitos de la ciencia' es el libro que el investigador del CSIC, Daniel Closa i Autet, ha escrito para desmentir muchos dogmas que nos acompañan desde pequeños.

Que los peces tienen memoria de segundos, que los elefantes van a morir a un cementerio de elefantes, que las espinacas tienen hierro, que si te bañas después de comer se te corta la digestión, que si te tropiezas con una ortiga debes aguantar la respiración para que no te pique..., así, hasta 100. Uno por uno, Daniel Closa, desenmascara algunas de las creencias pseudocientíficas más extendidas en nuestra sociedad. Muchas, tienen algo de cierto y solo necesitan ciertas puntualizaciones. He aquí una pequeña muestra:

La digestión no se corta cuando uno se baña en la piscina sin esperar las dos horas reglamentarias, sino todo lo contrario, continúa y para ello, se necesita mayor cantidad de sangre. Por eso, lo que puede ocurrir, es que la persona sufra una lipotimia, que dentro del agua puede causar ahogamiento.

Cortarse las puntas del pelo porque luego te crece con más fuerza, es otro gran mito: sobre lo que le ocurre al extremo del pelo, una estructura muerta, la raíz, no tiene ni idea. Que únicamente usamos el 10% de nuestro cerebro, no nos hace más listos. Esta creencia tiene su origen en la funcionalidad del cerebro, ya que no todo este órgano está destinado a pensar y a sentir. Tiene otras funciones, como las biológicas, pero no hay ninguna parte inactiva.

El frío no causa los resfriados: este mito es difícil de asimilar, pero es así. Por mucho frío que haga, si no hay virus, no hay resfriado. Si todos los chinos saltaran a la vez, no se hundiría la tierra, ya que tras realizar los cálculos pertinentes, el efecto sería el mismo que el de una mosca saltando sobre un barco.

Y así podríamos seguir y seguir hasta 100, pero ¿cuál es el verdadero origen de los mitos? Según Daniel Closa, "básicamente surgen de las ganas que tiene el ser humano de explicar lo que nos rodea", aunque esto suponga esconder la cabeza como el avestruz para no saber la verdad. Por cierto, cuando el avestruz esconde la cabeza, no significa que esté en peligro, es totalmente falso. Se trata, tan solo, de un mito más.