No llueve a gusto de todos

El promedio de lluvias en el desierto de Arabia Saudí al cabo de todo el año ronda los 31 días. Tan solo seis después de comenzar el año, ya hemos vivido tres jornadas de precipitaciones y a este ritmo, provocaríamos un total de 182 pasadas por agua. Desconocemos las consecuencias que acarrearía eso, probablemente el desierto comenzaría a conocerse con otro nombre, pero sí sabemos qué influencia ha tenido la meteorología en el Dakar. Las motos pierden una especial por seguridad, las etapas 7 y 8 se reinventan con una especie de semi maratón y el cuarto campamento que debíamos visitar, se queda en la lista de sitios pendientes después de haber tenido que viajar directamente a Riad por culpa de las inundaciones.

Reconozco que nunca me gustaron demasiado los días de agua, sobre todo si no hay una manta y un sofá a mano con quién compartir cualquier película. Porque lo realmente importante es resguardarse de la lluvia. Sin embargo eso parece demasiado cuando llevas tres días consecutivos con los pies mojados, de lado a lado recorriendo el vivac soportando el chaparrón y siendo consciente de que una vez que pase la tormenta (metafóricamente), tu zona de refugio es una tienda de campaña que ni siquiera has podido abrir. La sala de prensa pasa a ser tu nuevo dormitorio, ahora compartido, y aunque el sitio empieza a ganar monotonía ya hemos aprendido que no siempre llueve a gusto de todos. Porque tan mal como me vienen a mí estas condiciones, nos ha venido a todos una caída prematura de Sainz en la lucha por este Dakar.