Alonso se carga de razón
El primer año con Aston Martin es un éxito: ocho podios y cuarto en el Mundial. Las peticiones para el AMR24: “Más consistencia y velocidad en recta”.
Hace un año, Alonso se subió por primera vez a un bonito e incierto AMR22 en el test de neumáticos de Abu Dhabi. Le tocó la sesión menos productiva, por la mañana y con el asfalto a temperaturas desérticas. Cuando se bajó del monoplaza, irradiaba felicidad. Había visto algo. Pero lo que ha sucedido en los doce meses posteriores no entraba ni en las mejores previsiones: el invierno espectacular en la fábrica de Silverstone, un arranque de campaña soberbio, los ocho podios, las peleas inéditas contra Verstappen o resucitadas frente a Hamilton, la sensación de competitividad extrema… es cierto que el bajón de Aston Martin en verano se llevó por delante todas las esperanzas de victoria, que las hubo y fundamentadas. Pero el 2023 devuelve al bicampeón a la primera línea de la F1, con todas las de la ley. Ya no es un gran piloto a la espera de un gran coche. Ahora es simplemente Alonso haciendo lo que se espera de él.
El cuarto puesto final en el Mundial es anecdótico, reconocía el interesado a AS, pero también concluyente: “Es completamente inesperado ser cuarto del Mundial. Para mí, 2012 y 2023 son las mejores temporadas de mi carrera. Es una posición que nunca hubiera imaginé al inicio del año”. Compara estas 22 carreras con la campaña de 2012, posiblemente el mejor año en la Fórmula 1 de un piloto que no fue campeón. Por números, es su mejor campaña desde 2013, cuando fue subcampeón y ganó dos carreras, pero su estreno en Aston mejora por mucho el último año de Ferrari (6º, dos podios), la segunda etapa en McLaren (llegó a ser 10º en 2015) y el regreso con Alpine (apenas un tercer puesto en dos años).
El primer tercio del curso le acercó, incluso, a la lucha por el subcampeonato. Tercero en Bahréin, con adelantamiento histórico a Hamilton incluido; tercero en Arabia Saudí salvando una incómoda penalización de cinco segundos (y comprobando los reflejos legales del equipo para esquivar otro castigo de diez); tercero en Australia gracias a la oportuna bandera roja final; cuarto en Bakú, a un segundo del ‘cajón’ en la primera pista desfavorable; tercero en Miami… y segundo en Mónaco. Aquello no supo a ocasión perdida entonces porque los puntos compensaban la estrategia a la defensiva que escogieron: empezó a llover y tiraron a la basura una parada gratis al poner gomas de seco e igualarse con el resto de los coches. Aseguraron 18 puntos, pero si hubieran montado los Pirelli de lluvia habrían salido delante de Verstappen. Entonces no se sabía, pero era la oportunidad de victoria más clara de toda la temporada.
Después vinieron las curvas: en los circuitos tradicionales, el AMR23 cedió contra Ferrari, Mercedes y sobre todo McLaren. La curva rápida y la falta de eficiencia en las rectas castigó al Aston. Canadá fue un espejismo (segundo en un domingo memorable junto a Max y Hamilton), las evoluciones fueron escasas e insuficientes. El verano se atragantó. Y Zandvoort, de nuevo, fue otro bonito espejismo con la segunda posición bajo la lluvia. El coche hizo lo que pudo en Losail y Suzuka, templos de la curva rápida, y el muro se perdió en Austin y México, con una serie de mejoras que no se optimizaron en un primer momento. Afortunadamente, Alonso se inventó el último podio del año con una pasada memorable en Brasil y los puntos le aseguraron el cuarto puesto en el Mundial con los adelantamientos decisivos a Sir Lewis y Tsunoda en Yas Marina.
El AMR24. Ahora todo el peso recae sobre la recién estrenada fábrica de Aston Martin en Inglaterra. De ahí debe salir un monoplaza que mejore lo presente, que ya es bueno. Fernando señala el camino: “Necesitamos más consistencia. Uno de los puntos débiles es que el coche funciona en un rango muy pequeño, estaría bien si tuviéramos un nivel más estable, fue una consecuencia al desarrollar el coche, porque hubo que sacrificar áreas. También es importante mejorar la velocidad en recta. Eso, en cuanto a números de prestaciones, ha sido nuestro punto débil. Éramos más lentos que el resto en las rectas, si queríamos equilibrarlo debíamos eliminar algo de alerón y eso nos hacía ir más lentos en las curvas”. “El punto fuerte fue la degradación de los neumáticos, el coche era más fuerte los domingos. Y también la ejecución de las estrategias. Celebramos cada resultado como una victoria y es importante mantener esta energía”, sentencia el asturiano, “optimista”: “Tenemos algunas ideas para el año que viene y debería ser mejor”.
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