Quartararo "no sabía ni cómo pilotar"
El francés repasa cómo vivió la temporada y la carrera en la que se proclamó campeón: "Me pasaron por la mente los peores momentos que había vivido".
Primero le tocó aprender y más tarde, la experiencia se encargó de darle en forma de título la recompensa. Quartararo aprovechó su nueva oportunidad, dejó atrás todos los lastres que tan solo un año antes le condenaron para privarle de inaugurar su condición de campeón en 2020 y administró su superioridad con madurez y templanza para recoger el testigo de Joan Mir en el GP de la Emilia Romagna. Misano fue el escenario donde el francés pasó a formar parte de la historia de MotoGP y aunque se le pusieron las cosas de cara durante la carrera, las últimas cinco vueltas se convirtieron en una lucha personal donde rogó "que ondease ya la bandera a cuadros".
El vigente campeón se sincera en 'DAZN' sobre cómo vivió ese final de carrera en un escenario donde el único piloto que podía evitar que cantase el alirón, Pecco Bagnaia, se fue al suelo otorgándole la condición de campeón a El Diablo antes de que finalizase la prueba: "En una fracción de segundo, miré hacia adelante y vi una moto en la grava y pensé: 'Jack se ha caído en las primeras curvas, así que tiene que ser Pecco'. Así que volví a mirar a los monitores de televisión y dije: 'Ahora soy campeón del mundo'. Y ya no sabía ni cómo pilotar".
Quartararo cumplía un sueño que le permitía liberarse de todas las incertidumbres que marcaron la carrera de un piloto, que llegó a la categoría casi de vacío y solo con promesas: "Cuando crucé la meta, me pasaron por la mente más que los buenos momentos, los peores momentos que había vivido en el pasado y fui consciente de que era campeón del mundo. Fue una sensación maravillosa". La compartió con las personas "a las que más quiero" y la emoción se tradujo en "una celebración increíble que guardaré para siempre conmigo. En 2016, sobre todo mi madre, lloraba de pena. En esta ocasión llorábamos de alegría".
El francés cumplía un sueño junto a Yamaha que comenzó cargado de una presión con la que tuvo que aprender a lidiar durante la temporada anterior. "Pasaba a ocupar la plaza de Valentino y aún resultaba más estresante mirar a toda la gente a mi alrededor", confesaba un Quartararo, que en la tercera cita del curso supo que de verdad, ese, podía ser su curso: "Cuando gané en Portimao, me dije: 'Este es mi año". Superó todos los contratiempos que le mermaron poco a poco durante 2020 como demostró su actitud en Montmeló, tras recibir una penalización de tres segundos: "Me podría haber enfadado muchísimo, pero me lo tomé a risa y pensé: 'Esto no me va a parar". Así consiguió alcanzar la cima de una montaña donde lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Y este año se enfrenta por primera vez a esa realidad.