Carlos Sainz: "El Rally Safari era una aventura extrema"
El madrileño, que ganó la prueba en 1992, asegura que la cita de Kenia que ahora regresa al Mundial "es diferente a todas y añadirá sal y pimienta al campeonato".
Con su triunfo en el Rally Safari en 1992, Carlos Sainz se convertía en el primer y hasta ahora único piloto de la historia en ganar el 'grand slam' de la especialidad: Montecarlo, Tour de Córcega, 1000 Lagos de Finlandia, RAC de Gran Bretaña y la cita africana. Esta semana regresa la prueba de Kenia tras dos décadas de ausencia.
—¿Qué le parece el regreso del Rally Safari al Mundial?
—Exactamente no conozco el planteamiento de la prueba este año, pero en cualquier caso me parece una buena noticia. Era una cita que tenía mucha importancia en el Campeonato del Mundo, porque es diferente a todas. Es una carrera dura, que va a exigir a los pilotos y a los equipos un cambio de mentalidad y de preparación, y que por ello va a añadir un poco de sal y pimienta al Mundial. Va a servir para juzgar quién es capaz de prepararlo mejor.
—¿Recuerda su primera participación en 1990?
—Me acuerdo perfectamente. Fue un año muy especial porque entrenamos en un Land Cruiser, no pudimos ver todo el recorrido porque todo se decidió a última hora. Fue un poco caótico. Luego ya el segundo año lo pudimos preparar un poco mejor, íbamos muy bien, y aunque se nos rompió al final el coche, estábamos dominando y entendimos la filosofía de la carrera, y al tercer año conseguimos ganarlo.
—¿Fue uno de sus mejores triunfos?
—Cuando llegué al Mundial uno de mis objetivos era conseguir los retos más difíciles: ganar en Finlandia a los finlandeses, ganar el RAC siendo latino, en Montecarlo y en Córcega a los especialistas…y el Safari estaba dentro de esos rallys míticos que me hacía mucha ilusión ganar. Fue una gran alegría tanto para Luis, como para mí y el equipo, por supuesto. Era un mercado muy importante para Toyota, tenía mucha repercusión en Japón, y por eso ponían mucho interés en ganar en Kenia.
—La inversión entonces debía ser exagerada.
—En aquella época se tiraban seis meses probando con un equipo instalado en Nairobi porque era una prueba diferente. Te cruzabas con coches, con algún matatu, que eran autobuses y camiones llenos de gente, y si te topabas con alguno tras un rasante, era muy peligroso. Por eso llevábamos un helicóptero que era nuestro 'ángel de la guarda' porque iba un poco por delante y nos avisaba por radio del tráfico y de los animales, las jirafas y demás. Era otro Safari, una aventura extrema que luego evolucionó a otro tipo de rally. Al final era un rally más cercano a los habituales, con tramos más cortos y menos rotos. Era menos radical, menos diferente, aunque también requería una preparación específica.
—¿Hay alguna de las mil anécdotas que le venga ahora a la cabeza?
—Hay muchísimas, pero recuerdo un año que el tercer día salíamos de noche desde Nairobi, y había muchísimo polvo y quien acababa primero el día anterior salía primero y se evitaba ese problema. Nosotros conseguimos salir primeros, y los coches del equipo íbamos conectados por radio. De repente empezamos a escuchar a Markku Alen que se iba para casa, que no veía nada, que era un desastre, y Luis y yo nos reímos mucho porque ya sabíamos que iba a ser así.
—¿El embrujo de África le ayudó a dar luego el paso al Dakar?
—Siempre he dicho que el que más tuvo que ver en mi decisión fue Colin McRae, que tras correrlo un año vino en verano a Mallorca y me dijo: 'Carlos, tienes que ir, te va a gustar. Es una carrera hecha para ti y te lo vas a pasar bien'. La verdad es que me insistió mucho y fue él quien me convenció.