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MOTOGP | GP DE VALENCIA

Le Mans 2015, la carrera más importante en la vida de Mir

Esa prueba del FIM CEV Repsol coincidió con el GP de Francia y su espectacular remontada, aunque rematada con caída, le abrió las puertas del Mundial.

Actualizado a
Salida con Mir (36) al fondo por la derecha.
FIM CEV REPSOL

El hijo de Ana Mayrata, diseñadora y personal shopper, y Juan Mir, empresario y propietario de una tienda de monopatines, se subió por vez primera a una moto a los diez años. Caso raro entre campeones el de Joan Mir Mayrata, porque a los tres o los cuatro ya empiezan a dar muestras de sus habilidades sobre dos ruedas. Hasta entonces, las ruedas que más manejaba el nuevo campeón de MotoGP eran las de los monopatines y patines de la tienda de su padre en su Palma de Mallorca natal. Imaginaba entonces Juan que su hijo se haría skater, pero no le impidió que probara con ruedas motorizadas. También le apoyó y vio pronto que la isla se le quedaba pequeña. Sin tirar de talonario, el chico se iba ganando huecos a base de becas, como en la Cuna de Campeones o la Red Bull Rookies Cup y fue con su breve paso por el FIM CEV Repsol cuando se abrió las puertas del Mundial…

Pocas veces una carrera, terminada en caída, ha marcado tanto y para bien la vida de un piloto como a Mir la del Mundial Júnior de Le Mans 2015, cuanto tenía 17 años. Le pedían 200.000 euros que no tenían por correr ese año y encontró hueco con un equipo privado,el Team Machado, que le dio una moto que no paró de averiarse en los entrenamientos de aquella prueba. Era muy importante para él porque su representante, Paco Sánchez, había puesto en alerta a todos los equipos del Mundial para que siguieran a su piloto. Llegada la carrera, salía en la penúltima fila, el 27º, y se puso a adelantar pilotos como un loco y a tal ritmo que en muy pocas vueltas se había puesto primero. El destino quiso que su carrera se acabara justo en el momento de ponerse en cabeza, por una caída, y eso hizo que Mir llorara desesperado en el box, diciendo que había perdido la oportunidad de su vida y que ya nadie le querría fichar para el Mundial. Christian Lundberg, que era su técnico, le intentaba consolar diciéndole que al contrario, que había dejado el sello y que todo el mundo sabía desde ese momento quién era Joan Mir… Por cierto, como no conocía la pista de Le Mans, contó después que contaba uno, dos y tres cuando veía frenar al piloto que tenía delante y luego frenaba él. Una locura que le salió bien hasta que se puso en cabeza y se cayó por no tener ya referencias.

Había dejado el sello, y el primero que tuvo constancia del diamante en bruto que suponía el mallorquín fue el propio Lundberg, que se las apañó para que su equipo, el Leopard Racing, le abriera las puertas del Mundial. Aquel chaval que tanto lloró desconsolado en ese box de Le Mans le devolvió el favor con el título de Moto3 en 2017 y, lo que es más importante, con lealtad, porque tuvo la oportunidad de irse al prestigioso Red Bull de Aki Ajo y no quiso abandonar a quien le dio la oportunidad de subir al Mundial.

El resto de la historia pasa por un año en Moto2 con cuatro podios, que supo a poco, pero condicionado por los problemas dentro del equipo, el Marc VDS Estrella Galicia que acabó con el team manager, Michael Bartolemy fuera del mismo. Y el salto a MotoGP en 2019 con Suzuki, con 23 años, en su segunda temporada en la categoría y tan sólo en su quinto año en el Mundial.

Y todo ello dando muestras de una madurez por encima de la que marca su edad. Que su cabeza está perfectamente amueblada lo demuestra lo bien que ha gestionado la presión durante toda la temporada. Fue así tanto cuando estaba 14º de la general a 48 puntos de la cabeza, tras la tercera carrera, como cuando se puso líder a partir de Aragón 1. Nadie apostaba por Mir como campeón a principio de año, pero nadie tampoco pone ahora en duda su merecido título visto lo constante que ha sido y lo bien que ha pilotado. Y todo eso siendo un chico normal, con los pies en el suelo en las duras y en las maduras.