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FÓRMULA 1

Alonso, un hombre libre con hambre

Tras abandonar el 'Gran Circo', ha dejado estos años su marca en Daytona, Le Mans, Sebring, Arabia Saudí o Indianápolis. Ahora, vuelve a la F1.

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Alonso, un hombre libre con hambre

"Duermo cuando tengo sueño y como cuando tengo hambre, a veces hay otras necesidades". Un lunes de algún año, entre risas, en el restaurante Donovan de Melbourne, con un fillet mignon en la mesa y la playa de Sta Kilda bañando la vista, comentábamos la jornada anterior con Fernando Alonso. La libertad. Querer y poder. Atrapar los retos como forma de vida. No hay muchas personas libres en este mundo, no son muchas las que quieren y pueden, muy pocas las que son capaces de vivir a impulsos, movidos por los desafios.

Fernando Alonso es una de ellas, la misma persona que un día compitió en Fórmula 1 y logró inventarse un deporte para nuestro país. La misma que logró subir al podio, ganar y vencer el campeonato del mundo con Renault. La misma que fichó por el que era entonces el mejor equipo, McLaren, para tan sólo un año después regresar a su casa azul antes de competir con Ferrari y dejar su huella en la leyenda por encima del equipo. La misma que después regresó a esa escudería, McLaren, en la que nadie le cerró la puerta para sufrir uno de sus mayores fracasos e irse del deporte que le hizo grande en medio del humo de los motores de los dos grandes campeones, Hamilton y Vettel, y el reconocimiento de todos como uno de los mejores pilotos de la historia.

La misma que en este tiempo ha ganado dos veces las 24 Horas de Le Mans, se ha proclamado campeón del mundo de Resistencia con Toyota o ha brillado en el Dakar, por poner algunos ejemplos. Este es Fernando Alonso. Una persona que ahora quiere y puede volver, es libre de elegir y ha elegido hacerlo con Renault, con plenos poderes y el objetivo casi imposible de hacer que el Clio actual de los franceses vuelva a volar sobre los coches deportivos del mundo. Si alguien puede hacerlo es este genio astur, un tipo desconocido porque así lo ha querido y que en las distancias cortas es la antitesis del personaje oscuro y agrio que los que no le conocen se empeñan en dibujar.

Alonso es un tío de coraje, corazón y cabeza, pero ante todo es alguien que hace lo que quiere y va a por ello, también alguien amigo de las bromas y que no suele fallar a sus amigos. De hecho, sigue conservando los mismos que conoció cuando era niño y alguno que fue rival suyo en el karting es como su hermano. Más allá de aquí, entrar en su núcleo es complicado y tienes que demostrar que te puede el afecto a la persona y no al deportista famoso y millonario. Nada fácil, hay que ser muy bueno para conseguirlo. Lógico en alguien que ha visto como durante mucho tiempo utilizaron su nombre para todo tipo de cosas. Pero es alguien agradecido que tiene en cuenta a todo aquel que le ayudó, de la misma manera que tampoco olvida a los que no estuvieron cerca cuando los necesitaba. Aquella frase de su primer Mundial no fue del todo entendida, pero iba por ahí, esa de la gratitud a su familia.

Amante del deporte, es también alguien al que le da por una cosa y no para hasta dominarle. O casi. Le pasó con el golf, el ciclismo... Es extremadamente competitivo. No hay más que jugar un partido de baloncesto con él para comprobarlo. Fernando no es ese personaje problemático que algunos pintan, pero sí alguien que pone todo su empeño en conseguir lo que se propone y no deja que nadie pise su terreno. Si está ahí, es para ser el primero. Como el primero fue en algunos momentos que fueron clave en su carrera.

Ganar el campeonato del mundo de karting con el número 14, un 14 de julio y con 14 años de la mano de Genis Marcó, uno que no falta en su lista de agradecimientos. Después fue alargando palmarés con la Formula Nissan en 1999 o aquella carrera de F3000 en Spa con Briatore y Todt esperando bajo el podio. Hasta la Fórmula 1. Debut con Minardi dejando retazos del campeón que venía. Después, Renault. Primera pole en Malasia alzando el dedo índice ante la mirada de Michael Schumacher. La primera victoria en Hungría, doblando al mito alemán... Hasta llegar a su primer título en 2005 en una temporada de ensueño que repitió un año después con actuaciones para la historia en San Marino, Suzuka...

Y así hasta su fichaje por McLaren en 2007. Igualó a puntos a su novato compañero Lewis Hamilton a pesar de que Ron Dennis llegó a decir que competían contra Alonso, cuando la realidad fue que el equipo de Woking terminó sancionado y con cero puntos por espionaje. No aguantó más y volvió a Renault para, con coches menores ganar carreras, entre ellas Singapur 2008, una que le costó a su mentor Briatore la expulsión de la Fórmula 1 o la indiscutible de Japón, además de un podio en 2009 en la noche de Singapur con un monoplaza al que alguno llamó tractor amarillo.

De ahí a Ferrari. Cinco años inolvidables de rojo en los que intentó ser campeón con coches que no estuvieron a la altura. Tres subcampeonatos y siempre por encima de los monoplazas en una escudería que sufrió a Newey, Red Bull y Vettel, a pesar de que, sobre todo en 2012, dejó claro quién era el mejor piloto de la parrilla. Diversos desencuentros con la dirección y una promesa de Mercedes hicieron que dejara Maranello, pero finalmente tuvo que recalar en McLaren Honda.

Corramos un tupido velo. A pesar de que como piloto tuvo alguna actuación excepcional, veáse Bakú 2018, los resultados fueron indignos para un campeón como él y dejó la Fórmula 1 para afrontar nuevos retos. Consciente de que su talento y su coraje le han otorgado la libertad con la que muchos sueñan, estos años ha dejado su marca en Daytona, Le Mans, Sebring, Arabia Saudí o Indianápolis. Ahora vuelve a la Fórmula 1. Debe ser que tiene hambre.