Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

MOTOGP | LA INTRAHISTORIA

5 bajadas inolvidables a Jerez

De cuando me estrené con una Mille bajo la lluvia, a la celebración de la primera victoria de Fonsi o a la cara de Simoncelli en el toque Rossi-Sete o al día que me quedé sin gasolina.

Márquez saludando a la grada de Jerez en 2019.
ALVARO RIVERODIARIO AS

Hoy jueves tendría que arrancar el GP de España en el Circuito de Jerez-Ángel Nieto, con su rueda de prensa oficial y con las visitas obligadas a la Venta Esteban y el recuerdo permanente de Las Bridas, donde el cuñado de José Mercé, mi querido Manué, ponía la mejor ensaladilla del mundo, aunque sólo la que él le daba la gana poner, claro. Jerez era un fin de semana duro de trabajo, pero también el más divertido del año y su ausencia en este puente de mayo por el maldito coronavirus hace que me ponga nostálgico y recuerde cinco bajadas inolvidables a la meca del motociclismo.

1. Estreno bajo la lluvia con una Aprilia Mille

Llevaba años soñando con bajar a Jerez en moto y en el año 2000, el de mi primer GP de España como enviado especial de AS, me estrené al manillar de una fantástica Aprilia RSV Mille. La expedición era de cinco unidades y la tromba de agua que nos cayó por el camino hizo que llegáramos algo desperdigados al circuito. Yo lo hice con Manuel Pecino, por delante del resto del grupo, y al entrar en el paddock me encontré con Emilio Alzamora, que me vio aún vestido de romano y, tras interesarse por el viaje, me preguntó en qué puesto había llegado. Le dije que segundo y él me contestó: "Has hecho podio. No está nada mal". Al domingo siguiente él ganó la carrera de 125cc y me regaló unos guantes con los que poder hacer el camino de vuelta a casa, porque los míos aún no se habían secado. Todavía los guardo con cariño.

2. La celebración de la primera de Fonsi Nieto

El primero de los cinco triunfos de Fonsi Nieto en 250cc llegó en 2002 y, si apoteósica fue la carrera, más aún lo fue la celebración por la noche en el Puerto de Santa María. Tras una cena en la que el madrileño se gastó más de lo que había ganado por conseguir la victoria, por lo que allí se rompió, continuó la fiesta en un pub de cuyo nombre no quiero acordarme y a la que se sumó Valentino Rossi, que a su vez había ganado en MotoGP. Me hice una foto con ambos embarcados en plena fiesta a altas horas de la noche que mis padres conservan y lucen en el salón de casa. El aspecto es un poco demencial, el de los tres, pero me trae recuerdos fantásticos de un día memorable.

3. El toque Rossi-Gibernau de 2005

Nunca hasta ese momento una carrera había dado tanto que hablar como la de MotoGP que se decidió en la última curva de la última vuelta con el toque entre Rossi y Gibernau. Tuve oportunidad de presenciarlo a pie de pista, desde la parte trasera, y soy de los que le pareció que Valentino había jugado sucio con Sete, porque el español hizo la trazada que hay que hacer para afrontar esa horquilla de izquierdas y que el italiano le usó como peralte, entrando forzado por dentro y sabiendo que sin ese apoyo se iría largo. Recuerdo perfectamente que en ese punto de la pista de servicio también se encontraba Marco Simoncelli, que había ganado la carrera de 125cc. Le pregunté inmediatamente con la mirada que le había parecido a él la acción y lanzó su posteriormente clásico boo al tiempo que se encogía de hombros y se reía. Han pasado los años y sigo pensando que Rossi jugó sucio ese día. Y los que pensaban entonces lo contrario, tampoco han cambiado de opinión.

4. El casco de Lorenzo de 2006

Una de las pocas espinas que le quedaron a Jorge Lorenzo a lo largo de su carrera fue el no poder ganar ni una sola vez a Dani Pedrosa mientras coincidieron en 250. Para su primera victoria en el cuarto de litro tuvo que esperar a 2006, estando ya el tricampeón en MotoGP, y fue precisamente en Jerez, donde Dani debutó en la clase reina con un fantástico segundo puesto, tras Capirossi. Pero lo que a mí me quedó para el recuerdo, a nivel personal, fue que por la tarde me llamó Lorenzo para que fuera a su 'motorhome'. Al llegar allí me entregó el casco con el que había logrado la victoria. Era el del chupa-chus de color azul y le puso esta dedicatoria: "Para el periodista con más pelotas del Mundial, aunque madridista". Era su agradecimiento por haber creído en él durante tanto tiempo. Aún guardo con cariño ese NZI con el 48.

5. La vez que me quedé sin gasolina

No recuerdo bien ni qué año fue ni qué moto llevaba, pero sí recuerdo bien que me quedé tirado sin gasolina entre Sevilla y Jerez, a muy poco de llegar ya al destino. Ese año viajé con tiempo, un miércoles, y Sevilla estaba de Feria, así que llamé al bueno de José Luis Cardoso para que me paseara por allí. Fue un ratito sólo, pero muy divertido, y al salir del recinto ferial comprobé que estaba en reserva. A pocos metros había por suerte un surtidor, pero el gasolinero me dijo que ya no ponía más gasolina. Debía ser el sevillano más borde de toda Sevilla y me dijo que más adelante había otra. El caso es que no encontré ninguna y confié en que la hubiera en la autopista de peaje, pero me quedé sin caldo antes de tiempo. Un marrón en toda regla, pero que me sirvió para comprobar, una vez más, la solidaridad motera. Se paró rápido a auxiliarme un motero que venía de Bilbao y le dije que me remolcara poniendo su pie en mi estribera. Como él no sabía hacerlo, cambiamos de motos y fui yo el que le remolqué a él desde la suya. Fue una salvada en toda regla por su parte y, en agradecimiento, quedé con él al día siguiente en la puerta del circuito para regalarle un pase de paddock que disfrutó como un niño pequeño.