Márquez tiene un 75% de éxito en primeras bolas de título
Desde que llegó a MotoGP ha tenido cuatro oportunidades de cerrar el campeonato antes de la última carrera. Sólo falló en Malasia 2017, el resto las resolvió a la primera y siempre en Japón.
Pocas manchas se pueden ver en la trayectoria de Marc Márquez. Desde que llegó al Mundial, el ilerdense despegó en un vuelo que le ha permitido tocar el cielo hasta en siete ocasiones, cinco de ellas en MotoGP. Al de Honda sólo se le ha escapado un título en la categoría reina desde que llegó en 2013, el de 2015 que firmó con su nombre Lorenzo, y a excepción del primer entorchado que logró en su año de rookie, siempre ha tenido la posibilidad de seguir ampliando su historia antes de finalizar el curso.
La regularidad, una baza que adquirió después de entender en 2015 que perder es otra forma de ganar, junto a una superioridad incuestionable, han hecho que Márquez tenga desde entonces la oportunidad de sellar el campeonato antes de la última carrera. Como también sucederá este fin de semana en Tailandia (sólo le hace falta sumar dos puntos más que Dovizioso). Será la quinta ocasión y la más temprana (quedan otras 4 carreras) en la que el español pueda consolidar el Mundial pero, ¿cómo resolvió todas las bolas de título previas a la de Buriram?
La primera llegó en 2014, en Japón, después de que Marc hubiese ganado hasta ese momento 11 de las 14 carreras que se disputaron sobre el asfalto. La ventaja que demostró el ilerdense junto a la RC13V fue tan obvia como las posibilidades de coronarse a la primera, y Marc no podía dejar escapar la oportunidad. Sí cedió en el triunfo, Lorenzo fue el primero en ver la bandera a cuadros en Motegi con una ventaja de un segundo y medio respecto al ilerdense, pero Rossi era su rival directo y ese resultado entraba dentro de los planes que le hacían campeón a un piloto que lució el '3+1' por todo el Twin Ring. Uno de uno.
Tras el paréntesis de 2015 la siguiente oportunidad llegó dos años más tarde. "No se pasa por mi cabeza que aquí pueda ser campeón", decía Marc en la previa de Japón… y no le faltaba razón. Tan improbable era lograr el título allí como ver a las dos Yamaha fuera de carrera y a él ganando en casa de Honda, porque nunca lo había hecho en MotoGP. Ni siquiera sabía qué combinaciones le hacían campeón. "Sé que tengo que ganar", no le valía otro resultado, y la segunda parte la conoció en carrera. Rossi y Jorge se fueron al suelo, él consiguió la victoria y lució la manita. De nuevo en Japón. Dos de dos.
La siguiente temporada, Ducati se puso el disfraz de Yamaha y peleó con el piloto de Honda por el título. Los italianos no evitaron que Marc pudiese ser campeón antes de Valencia, pero le llevaron al límite. Con Dovizioso a 33 puntos del liderato en Malasia, si el ilerdense no cedía más de 8 lo dejaba zanjado. Pero Andrea ganó y hubo que esperar dos semanas para consolidar su poder en la clase reina con su cuarto entorchado. Dos de tres en el sexto.
De nuevo Japón, de nuevo año par (2018) y de nuevo Marc con posibilidad de coronarse. Si vencía en carrera era campeón y esa era la cuenta más básica y la única forma en la que no debía mirar qué hacía Dovi. Y así fue. Tres de cuatro. Ganó y mantuvo la tradición de Motegi, donde siempre ha sentenciado la corona junto a Valencia, y ahora sólo necesita sumar dos puntos más que Andrea para añadir un nuevo escenario a la lista: Tailandia. Y un nuevo título, el ocatvo.