Hamilton se viste de Fangio y Alonso, 7º con el McLaren
El inglés vuelve a ganar en Singapur con Verstappen segundo y Vettel tercero y tiene 40 puntos de ventaja ya en el Mundial. Sainz, muy buen octavo.
La sonrisa de caníbal de Alonso la imagino dentro del casco en ese momento, ojos bien abiertos y sonrisa de genio loco, lo otro les prometo que lo vi, en la recta de meta, entre el público, bocas abiertas, en la sala de prensa cabeza a un lado y a otro, es ese gesto, ya saben, el de negación, el de sorpresa melancólica, el de ¿por qué está pasando esto? En el paddock sonrisas en McLaren, alguna amarga. En la pantalla el nombre y los tiempos de un piloto se visten de morado. Es la vuelta 46 y Fernando Alonso, neumático blando, con un McLaren que es uno de los coches más pobres de la parrilla logra la vuelta rápida de carrera. En ese momento el asturiano, que salía undécimo, era séptimo, el mejor de la F1B, la otra división, diferente a los seis coches delanteros que están en otra clase, en ese instante de repente volvimos a otra época, la que nunca debió acabar, en la que el mejor piloto del mundo ganaba, subía a los podios, hacía vueltas rápidas con un coche de verdad. Porque esta se la quitó después Daniel Ricciardo, con el ultrablando. Y Magnussen con el hiperblando en las últimas vueltas. También Hamilton, mismo neumático, por dos décimas. Lógico. Dos décimas. Hamilton. Mercedes.
Más allá del detalle mágico de Alonso, quizá se saltó varias curvas decía alguien, la carrera la ganó el que salía primero, el piloto que va camino de su quinto título mundial, el que tiene la estrella dentro de su alma y brilla siempre pase lo que pase. Es de justicia decir que en este trazado la superioridad del Ferrari no era la que se esperaba y además la estrategia del equipo italiano esta vez no fue ni mucho menos perfecta, pero Hamilton está en un estado de forma espectacular. Otra victoria, más líder, séptimo triunfo, segundo consecutivo para el inglés. Y con Vettel, en el podio, pero tercero. Ya se está vistiendo de Fangio el amigo Lewis. El quinto título espera.
Se metió tal y como esperábamos un Red Bull segundo, el de Max Verstappen que ayudó al británico de Mercedes a aumentar su ventaja en el Mundial. Cuarenta puntos.
La carrera empezó con un Vettel agresivo que salió muy bien y adelantó a Verstappen en la primera vuelta, Hamilton conservó la primera plaza y salió el coche de seguridad, al menos uno cada año en Singapur, después de un choque entre Estaban Ocon y Checo Pérez que esquivó Alonso de milagro o manos milagrosas.
De ahí a la primera parada todo tranquilo con Alonso noveno y Sainz, décimo. Entra Vettel tratando de hacer undercut a Hamilton, pero sale detrás de Checo Pérez y con ultrablandos, un par de vueltas detrás del mexicano de Force India provocan que por detrás Verstappen, que viene volando y con una parada de 2,5 segundos de Red Bull, salga rueda con rueda con el alemán y se situé por delante. El holandés en esas vuelta va más rápido que el de Ferrari y se distancia casi tres segundos del tetracampeón.
Mientras, Hamilton sigue líder, había parado justo a la vuelta siguiente de Vettel para cubrirse y desde ahí, cuidando gomas, ritmo de crucero hasta la victoria final con Verstappen a unos cuatro segundos. El de Red Bull muy por delante de Vettel que tampoco veía peligrar el podio con Valtteri Bottas lejos del Ferrari. Y además con una bonita lucha por el cuarto puesto, tras el finlandés de Mercedes su compatriota Raikkonen a un segundo y Ricciardo que volaba con el coche energético a otro segundo. A falta de seis vueltas los tres pegados. Quedaron como estaban.
Por detrás Alonso era el siguiente, séptimo saliendo undécimo después de correr como un diablo hasta su primera parada con los ultrablandos tras quitarse a Grosjean de delante y aprovechando que por detrás el Williams de Sirotkin hacía tapón a sus rivales y manteniendo a Sainz detrás. El madrileño terminó octavo siguiendo la estela de su maestro y por dos puestos por delante de Hulkenberg, al final salió bien el plan. Lo merecía.
Quedan seis grandes premios, esperemos que los de la noche de Singapur no hayan sido los últimos destellos de Alonso, esperemos que Ferrari despierte para seguir viendo espectáculo porque Hamilton ya empieza a tener acento argentino…