La importancia de las bujías en los motores de la F1
Este elemento de 59 euros tiene un papel destacado en el objetivo de lograr una combustión lo más eficiente posible.
Resulta casi hasta irónico que en una competición donde las escuderías invierten millones de euros para hacer lo más rápido posible su monoplaza, una pieza de 59 euros inclinase definitivamente la balanza del Mundial a favor de Mercedes y Lewis Hamilton.
Una ira, la de Sergio Marchionne tras el abandono de Sebastian Vettel en el Gran Premio de Japón 2017, que aún perdura en Maranello, a pesar del aumento en el control de calidad de todos los componentes de los clientes representado en la figura de María Mendoza.
Sin embargo, desde la introducción de los motores V6 Turbo híbridos en la Fórmula 1 hace cuatro temporadas, las bujías han adquirido un papel primordial en la tecnología de las unidades de potencia. Por ejemplo, Ferrari y Mercedes compran este elemento a la compañía japonesa NGK, pero son versiones diferentes que se desarrollan en estrecha colaboración con los ingenieros de transmisión.
Pero, ¿por qué una bujía es tan importante en la actualidad? Las regulaciones estipularon en 2014 que solo se podía utilizar 100 kilogramos de combustible por carrera. Debido a una mezcla tan pobre, los fabricantes tuvieron que buscar alternativas para intentar compensar la pérdida de rendimiento. Y descubrieron la Turbulent Jet Ignition.
El encendido del combustible tiene lugar por medio de una bujía. Como la mezcla en la antecámara es significativamente más rica, la ignición es más fácil y más rápida. La combustión en la pre-cámara prende la gasolina en el cilindro, que se quema de manera más eficiente. Y cuanto más eficaz sea este proceso, más aumenta la potencia máxima del motor.
Con un diámetro de diez milímetros, la bujía debe resistir la alta energía que se desprende en este proceso. Un complejo método que se calcula que otorga una mejora de hasta 30 CV y que ha originado grandes complicaciones a los ingenieros de Honda a lo largo de este temporada.
La inyección en la precámara genera temperaturas del motor significativamente más altas, para lo cuál es necesario incorporar entradas de aire más grandes, que provocan un efecto negativo en la aerodinámica del monoplaza.