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Fórmula 1 | El perfil de Lewis Hamilton

Desparpajo y talento para romper barreras

Sus padres le bautizaron con un nombre ligado a la velocidad y a los diez años ya sabía que correría en McLaren. Desde entonces, su palmarés ha sido sinónimo de victoria y el futuro parece sonreírle

Lewis Hamilton en una instantánea tomada durante su niñez

Corría el verano de 1984 cuando Carl Lewis asombraba al mundo y recibía el apodo de 'El hijo del viento'. Entre sus admiradores estaba Anthony, hijo de emigrantes procedentes de la isla de Granada. Por eso, unos meses después, el 7 de enero de 1985, cuando su mujer Carmen dio a luz, Anthony homenajeó a su ídolo y jugando con su nombre le llamó Lewis Carl. Nunca un nombre estuvo tan bien puesto para un recién nacido. El pequeño Lewis no tuvo una infancia sencilla. Sus padres se separaron cuando tenía dos años y Anthony rehizo su vida con Linda, que se convirtió en la madrastra de Lewis y de su hermano Nicholas, un joven con parálisis cerebral. Además, en el colegio John Henry Newman, de su natal Stevenage (Hertfordshire), era el objetivo de las bromas pesadas, motivo por el que comenzó a ir a clases de kárate hasta ser cinturón negro.

A pesar de la humildad de su familia, a los seis años su padre, en Navidad, le compró un kart. La razón era que descargara adrenalina ya que era un niño muy nervioso, rayando la hiperactividad. Comenzó a correr con ocho años siempre con el esfuerzo de Anthony, que tenía hasta tres trabajos para pagar los costes. Dos años después se proclamó campeón británico de kárting y recibió un premio de la revista 'Autosport'. En la gala de entrega sucedió algo que cambió su vida. Su desparpajo le llevó a acercarse a Ron Dennis para que le firmara un autógrafo y cuando estaba frente a él, le espetó: "Algún día correré para usted, algún día correré en McLaren". Ron, perplejo, le miró, le dio su teléfono y le dijo: "Llámame dentro de nueve años". Sólo pasaron tres cuando el propio Dennis se puso en contacto con Hamilton para ficharle e incluirle en el programa de promesas de McLaren. El motivo: su tremendo talento y sus cuatro títulos del Nacional británico. Desde ahí lo ha ganado todo. Títulos internacionales de kárting, la Fórmula Renault británica, la F-3000 Euroseries, la GP2 y ahora la F-1.

Aquel niño que sólo ha tenido un ídolo se ha coronado en Brasil, el país de Ayrton Senna. Su muerte marcó a Hamilton, que lo recuerda con tristeza pero como una gran lección de vida que le ha ayudado en la suya propia: "Mi madrastra me contó que Senna había muerto. Me impactó. Nunca me gustó mostrar mis emociones, así que me fui y lloré. Fue un momento decisivo de mi vida, porque cuando uno es joven cree que la gente como él es invencible, pero de golpe descubres que ellos también son mortales. De esa forma entendí que necesitaba mucho más que mi talento".

Lewis es un joven familiar, al que le gusta la música, el deporte, ver películas y tocar la guitarra. Tiene una debilidad que es su hermano, del que está muy orgulloso y al que proclama como referente: "Es un estímulo. Siempre tiene una sonrisa, siempre es positivo, nunca protesta por lo que le ha tocado vivir. Cada vez que pienso que tengo un problema sólo recuerdo cuántos tiene él en la vida. Su mensaje es de fortaleza y seguro que ha tenido una gran influencia en mi manera de pensar". El sueño de Lewis ya se ha cumplido con sólo 23 años y, de paso, acerca el de Bernie Ecclestone, que hace dos décadas dijo: "Lo que le falta a la F-1 son un alemán que conduzca rápido, una mujer y un negro".