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Un supersticioso que ya no hace snowboard

Fórmula 1 | Nico Rosberg

Un supersticioso que ya no hace snowboard

Un supersticioso que ya no hace snowboard

reuters

Es la nueva sensación de los grandes premios. Tras su cara de niño bueno se esconde un piloto capaz de rodar más rápido que nadie en Bahrain y un apasionado de los deportes un tanto maniático.

El año pasado sus botines de conducir quedaron para el arrastre. Las cosas le fueron bien a Nico Rosberg durante 2005, tanto que se convirtió en el primer campeón de la GP2, la antesala de la Fórmula 1. Pero como esto de las carreras de coches lo ha vivido desde niño junto a su padre Keke, pues también tiene una de las manías típicas de los pilotos: la superstición. Por eso no cambia de botas cuando la suerte le sonríe. Puede que esta temporada tampoco gaste mucho en calzado...

Su actuación en Bahrain le ha convertido en el nuevo fenómeno de los grandes premios. Sin embargo, Nico es una de las promesas de los circuitos desde hace tiempo; Frank Williams, que ahora es su jefe, le conoce desde niño cuando ya pilotaba karts y tampoco perdió detalle de la primera vez que probó un monoplaza con sólo once años.

Su carrera hasta la categoría reina ha sido meteórica y muchos ya le ven como la nueva estrella del futuro. Su aspecto angelical es la herencia de los rasgos nórdicos de su padre finlandés y de Sina, su madre alemana. De hecho, Nico nació en Alemania, en Wiesbaden, el 27 de junio de 1985. Pero el mestizaje no acaba ahí, porque tiene también la nacionalidad finlandesa y la mayor parte de su vida ha vivido en Mónaco. Cabello rubio, ojos azules, sonrisa cautivadora... todo lo necesario para traer de cabeza a las aficionadas a la F-1. Para ellas, sin embargo, una mala noticia: Nico ya ha reconocido que tiene novia formal, una estudiante alemana de 21 años que se llama Viviane.

Además, el joven Rosberg tampoco tiene demasiado tiempo para conquistas. Es muy activo, apasionado de los deportes. Desde su época de estudiante en el Imperial College de Londres (donde comenzó la ingeniería de aerodinámica antes de centrarse en la competición), le encanta practicar el snowboard, aunque ahora lo tiene prohibido en su contrato como deporte de riesgo; lo suplirá con el golf y el tenis (llegó a ser campeón infantil con la raqueta en Mónaco), además de con largas horas sentado delante de una pantalla de ordenador con juegos de estrategia futbolística.

Pero su sueño es ser campeón del mundo y apunta maneras. Hasta Niki Lauda, rival de su padre, ya ha reconocido con cierta sorna su gran talento: "La verdad es que no imaginé que Keke tuviera unos genes tan buenos".

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