Impresiones finales de Star Wars Outlaws. Buscar la libertad en una galaxia de criminales y cazarrecompensas

La Primera Estrella de la Muerte ha volado por los aires. Sus restos se han dispersado por la galaxia y se han convertido en un símbolo, en la chispa de la esperanza para la Rebelión. Los insurgentes aprietan y el Imperio Galáctico responde con mano de hierro: orden, control, opresión y castigo, el modus operandi de toda tiranía. En un régimen corrupto y totalitario como el de Palpatine, el crimen organizado florece y opera con la impunidad de saberse intocables. Ambientado entre ‘El Imperio Contraataca’ y ‘El Retorno del Jedi’, Star Wars Outlaws es un videojuego que desciende hasta los bajos fondos, un submundo de gánsteres y pistoleros que viven por y para los créditos.

Kay Vess es como una equilibrista. La protagonista del nuevo título de Massive Entertainment interactúa con los sindicatos, colabora con ellos, cumple contratos y viaja de aquí para allá en busca de la libertad. Pero, ¿es posible conseguirla cuando el peligro es real y constante? Favorecer a unos conlleva el desprecio de otros, alimenta la venganza y fomenta el baile de vibrocuchillos. Todos luchan por la hegemonía porque rige la ley del más fuerte. Sin embargo Kay no es leal a un único grupo, pues su objetivo no es ascender en la jerarquía de Crimson Dawn o de los Hutts, sino liberarse de las cadenas y recorrer su propio camino. En otras palabras, resulta imposible contentar a todos, por lo que las decisiones influyen en las relaciones con los diversos sindicatos, lo que tiene su reflejo en la jugabilidad.

Las telarañas del crimen se ha explorado en otros productos de la saga, era uno de los ejes centrales de Star Wars 1313, un videojuego altamente esperado en su día, pero que fue cancelado tras el cierre de Lucas Arts. La producción de Ubisoft recupera la temática y la expande a través de un mundo abierto que recorre la galaxia. Lo habíamos visto en vídeo, pero ahora por fin hemos podido viajar por uno de estos mundos. Decía el director creativo Julian Gerighty que su estudio tiene un ADN particular, puesto que no siempre ha sido parte de Ubisoft. Y tiene razón, Outlaws no es Far Cry o Assassin’s Creed con la skin de ‘Star Wars’, en un título con una identidad distintiva.

Así es el mundo abierto de Star Wars Outlaws

La luna de Toshara es uno de los planetas inéditos que Massive Entertainment ha diseñado junto a Lucasfilm. Su ciudad se esculpe en la montaña, un concepto muy potente en lo visual, que da paso a una urbe de callejuelas, peligros y diversión. En sus avenidas viven ciudadanos de todas las especies, humanos y alienígenas de alta y baja estofa. También se puede ver a algunos soldados de asalto, así como a imperiales de mayor rango. La urbe es, digámoslo así, el centro neurálgico donde confluye todo. De ahí que los sindicatos controlen sectores enteros, accesibles solo para miembros y personas autorizadas.

Pero no todo sucede en las ciudades, los márgenes también son importantes. Star Wars Outlaws construye su mundo abierto como una característica intrínseca de su diseño, que en parte transmite la vastedad de la galaxia. Las sensaciones a bordo del speeder son fantásticas, no solo porque viajar sobre este vehículo te hace sentir en el universo de ‘Star Wars’, sino porque hacerlo es también muy divertido. Como en otros títulos, los desarrolladores han implementado algunos eventos de mundo que crean situaciones emergentes. Por ejemplo, un tiroteo que deviene en una persecución de kilómetros por las llanuras de Toshara. En este tipo de previews nunca da tiempo a profundizar lo deseado, ya que se suele seguir la historia principal, pero parece que el mundo está cargado de contenido principal y secundario.

No es un videojuego que dé las cosas mascadas, en el sentido de que el jugador debe aprender a orientarse, colocar marcadores y elegir rutas concretas para los destinos más complejos. La situación es la siguiente: la nave de Kay está averiada y necesita adquirir una serie de piezas para repararla y abandonar el planeta. Pero la vida no es sencilla y la gente no hace favores por las buenas, así que ha de cumplir trabajillos diversos. Por desgracia, la pieza que requiere se encuentra en el almacén de los sindicatos, así que no le queda otra que entrar a robarla.

Infiltrarse puede ser más fácil o difícil en función de la relación de Kay con los sindicatos. El juego incorpora un sistema de reputación que afecta a la interacción de la protagonista con las bandas de gánsteres y con los escenarios. En nuestra partida, la cazarrecompensas se había congraciado con Crimson Dawn, de manera que estos nos dejaron entrar en sus dominios. Eso no implica que todas las zonas sean accesibles, algunas quedan relegadas a miembros del sindicato, por lo que habrá problemas si la detectan husmeando.

El sigilo, a veces imprescindible

Retomando el hilo de la infiltración anterior, se vislumbran dos alternativas: acceder al sector dominado por los Pyke o hacerlo en el de Crimson Dawn. Teniendo en cuenta que se lleva bien con estos últimos, dicha opción entraña un menor riesgo. En este punto nos topamos con una de las decisiones de diseño más controvertidas, porque puede conducir a la frustración: en partes específicas del juego el sigilo es obligatorio, lo que se traduce en que si te pillan no queda otra que repetir desde el punto de control anterior. Si ocurre en repetidas ocasiones, la relación con el sindicato amigo se irá deteriorando, de modo que al final no te dejarán entrar y tendrás que buscar una ruta alternativa.

El juego ofrece herramientas para completar las secciones de sigilo, pero una de las más importantes es el amiguito de Kay, el pequeño Nix. Mediante un menú de tipo radial, podemos pedirle que despiste al enemigo, que lo ataque o que realice ciertas acciones. Al mismo tiempo, la protagonista ha de tener en cuenta la disposición de los enemigos, buscar las rutas más favorables y explorar los escenarios para activar o desactivar los mecanismos que nos permitan avanzar a la siguiente sección. Nos ha costado completar esta parte, quizá porque había muchísimos enemigos y la disposición parecía un tanto errática. Encontrar huecos para sortearlos nos resultó difícil y nos pillaron una y otra vez, aunque al final conseguimos abrirnos paso.

Hagas lo que hagas, en ocasiones la situación se descontrola y los enemigos se ponen en alerta máxima. A partir de ese momento, el sigilo deja de ser el único camino. Las mecánicas asociadas a Nix son un soplo de aire fresco e introducen opciones estratégicas diversas. Por lo demás, este aspecto es bastante conservador y no reinventa la rueda: podemos incapacitar a los enemigos por la espalda, destruir las cámaras de seguridad para que no nos detecten o escondernos entre la hierba alta, a la espera de que uno de los malos se aproxime lo suficiente para dejarlo inconsciente. Si nos descubren es posible que llamen a refuerzos y tengamos que liarnos a tiros contra un sinfín de enemigos. Por otro lado, hay otro problema que subyace y que es común a todos los juegos de Ubisoft: la inteligencia artificial no siempre es todo lo precisa que debería ser.

Combate en tierra y en el espacio

Comentábamos en nuestra preview anterior que hay algo del ADN de The Division en los tiroteos, pero sin tanta profundidad y un tanto toscos. Las coberturas son automáticas (el personaje se cubre tan pronto como se acerca a una estructura que lo permita) y los tiroteos no ofrecen demasiadas opciones. De alguna manera, los desarrolladores querían representar a una protagonista más humana, sin conexión con la Fuerza ni habilidades especiales. El movimiento es algo lento, pesado, sin llegar a ser torpe. Dispone de una pistola bláster que tiene varias builds intercambiables, útiles para distintos arquetipos de enemigos. En este título, los enfrentamientos son duros y se solucionan en cuestión de segundos: un despiste, un par de tiros y Kay morderá el polvo, es humana al fin y al cabo.

Después de robar la pieza del distrito de los Pyke y de escapar con vida de forma agónica, la muchacha se sube al speeder y llega hasta su nave. Objetivo conseguido: se encienden los motores y la Trailblazer emprende el vuelo. Pese a que la salida a la atmósfera esconde un tiempo de carga encubierto se disimula muy bien, pues el jugador puede seguir controlando la nave. En este caso, toca enfrentarse a algunos enemigos en el espacio. Vale que los combates de naves no sean excesivamente intrincados, pero las luchas son divertidas y funcionan bien. Se implementa un modo seguimiento que permite apuntar más fácilmente. Y sí, el efecto de la velocidad de la luz es magnífico. No tuvimos tiempo de juguetear con esto, pero será posible realizar modificaciones en la nave.

La siguiente parte de la demo se centra en una infiltración en una base imperial. Las mecánicas de sigilo vuelven a ser protagonistas, pues si alguien activa la alarma tendremos que empezar desde el último punto de control. En este punto, debemos completar varios puzles para seguir avanzando, principalmente uno de ganzúas, que se resuelve escuchando el sonido y pulsando el botón en el momento preciso, según lo precise el ritmo. También tendremos que hackear ordenadores eligiendo los símbolos correctos. Además, Nix puede pulsar botones y despejar caminos. No existe una ruta fija, los desarrolladores se han asegurado de que haya distintas oportunidades.

Una mano ganadora

La segunda demo es la misma que MeriStation probó durante el Summer Game Fest. Tiene lugar en Kijimi, un planeta nevado que apareció por primera vez en ‘Star Wars Episodio IX: El Ascenso de Skywalker’. La misión consiste en robar una reliquia, para lo que el sigilo es recomendable, aunque tarde o temprano también nos liaremos a tiros. A continuación, exploramos la ciudad y probamos alguna misión secundaria, que nos lleva a jugar una partida a Sabbac, el juego de cartas más popular de la galaxia. Las reglas siempre han sido algo difusas, pero Massive Entertainment lo ha adaptado creando una variedad conocida como el Sabbac de Kessel. La partida se desarrolla a lo largo de varias rondas de tres turnos cada una, en las que cada jugador recibe una mano de dos cartas, cada una con un valor de 1 a 6. El objetivo es conseguir una mano de Sabacc o una mano con el menor valor posible. Por supuesto, Kay tiene la opción de hacer trampas y utilizar a Nix para que espíe las cartas del oponente. ¡Ojo, que te pueden pillar!

Star Wars Outlaws nos ha dejado buenas sensaciones, pero también alguna que otra duda sobre la profundidad en ciertos aspectos jugables. Toca muchos palos y alguno se queda un poco cojo, como el de las plataformas, que son mucho menos ágiles que las de Star Wars Jedi: Survivor. Con todo, contiene muchos detalles interesantes que estamos deseando probar. El juego saldrá a la venta el próximo 30 de agosto en PS5, Xbox Series X, Xbox Series S y PC. MeriStation estará puntual para el análisis.