Opinión

No, ni los Souls ni el resto de juegos deberían tener ‘modo fácil’: pedirlo va en contra de jugadores y de desarrolladores

La dificultad en los videojuegos no debería espantar a los jugadores; en cualquier caso, la solución no es imponer a rajatabla un modo fácil.

Redactor de Meristation. Comenzó como colaborador en la sección de vídeo en 2015, y desde 2017 es redactor de la sección de guías y trucos. Desde 2018 cubre Fortnite en su totalidad y continúa elaborando guías, temas de actualidad, análisis, reportajes y todo tipo de contenido sobre videojuegos.
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Esta misma mañana, mi compañero David ha removido ese avispero que es X. ¿Cómo lo ha hecho? Con una columna de opinión que, si bien tiene aspectos defendibles, lanzaba un mensaje con el que estoy profundamente en desacuerdo. El tema de marras es uno de los debates recurrentes de internet: ¿deberían tener los soulslike modo fácil? Yo tengo clara mi respuesta: no rotundo. ¿Por qué? Simple: dejad que los desarrolladores hagan los juegos como quieran, y que cada uno vote con su cartera.

El debate del ‘modo fácil’ en los videojuegos es tan tramposo como reduccionista

Como todo jefe final que se precie, vamos por fases. Los videojuegos son, en última instancia, productos de entretenimiento. Y el concepto de “entretenimiento” es extraordinariamente subjetivo. Hay a quien le gusta relajarse con su granja y sus animalillos en Stardew Valley, quien compite a velocidades que superan la barrera del sonido en F-Zero GX, o quien sufre de lo lindo aniquilando alienígenas y terroristas en los Contra clásicos. Es decir, hay un abanico inabarcable de distintas experiencias disponibles, así como distintos perfiles de jugadores.

No, no eres menos "jugón" por preferir estar tranquilo en tu granja de Stardew Valley en lugar de estar en la arena competitiva de Counter-Strike

Vamos a hablar claro: la cantinela de que “todos los juegos deberían tener modo fácil” a mí me suena a pataleta de turistas. No es una necesidad real del sector, sino una exigencia caprichosa por parte de quienes quieren jugar al juego de moda pero no pueden avanzar por su falta de habilidad o porque no quieren dedicarle el tiempo requerido. El debate ha resurgido con Hollow Knight: Silksong, y vuelve con cada nuevo soulslike. Pero salvo que un título esté completamente roto por un problema severo de balance, los desarrolladores tienen todo el derecho del mundo a plantear su juego como les plazca. Si no te convence, tienes muchos otros donde elegir.

Esta pretendida imposición, que irónicamente pretende abanderar la noble causa de que todos puedan disfrutar de los videojuegos en igualdad de condiciones, no hace sino todo lo contrario: acallar las voces de los que queremos que haya una diversidad real. En ningún caso se trata de elitismo; es puro sentido común. Y también cabe destacar que muchos confunden el concepto de “dificultad” con el de “opciones de accesibilidad”.

Hollow Knight: Silksong es el que ha vuelto a poner sobre la mesa este debate cíclico

Y esto por no hablar del gran elefante en la habitación. Muchos de los que defienden que absolutamente todos los videojuegos deberían tener su modo fácil de rigor, saben entre poco y nada sobre su desarrollo. Implementar distintos modos de dificultad en un juego no es algo tan simple como mover una barra deslizadora: exige un testeo intensivo, tiempo y dinero, lujos que no tienen todos los estudios. Además, no es coherente criticar el crunch desbocado que hay en la industria y a la vez exigir más horas de trabajo a esos mismos desarrolladores para añadir características que ni siquiera encajan en todos los juegos.

¿Tan terrible es que un juego sea difícil? Hay jugadores para los que es un crimen de lesa humanidad que debería ser juzgado en La Haya

En lo personal, considero que la dificultad elevada y sin concesiones puede ser perfectamente una seña de identidad y parte esencial del ADN de un juego, y aquí no os voy a hablar de los ejemplos típicos ni de sospechosos habituales. En su lugar, permitidme hablar del port de Prince of Persia para Master System, un juego al que recuerdo con mucho cariño. Si me acuerdo de él es, precisamente, por lo complicado que era: escenarios laberínticos, trampas que te mataban al instante, saltos que debías medir al milímetro si no querías que el Príncipe acabase con los tobillos a la altura de los hombros y, para colmo, un límite de tiempo de una hora... que podías reducir a 15 minutos si estabas verdaderamente mal de la azotea.

¿Sin tutoriales? Sin problema: solos tú, tu ingenio y tu espada

La gracia de estos juegos clásicos estaba en que suponían una lección de vida en sí mismos: aprendes a base de equivocarte constantemente, hasta que lo dominas. Esto redundó en una enorme sensación de logro y recompensa cuando me lo pasé de crío a los cinco o seis años. Y esto también fue, en parte, porque tenía muy pocos juegos a los que jugar. Vamos, que había que exprimir al máximo lo poco que había porque solo caía un juego nuevo en el cumpleaños o en Navidad. Y puede que con esto último esté tocando hueso.

Me explico: la apología del modo fácil a toda costa en los videojuegos va en contra de los intereses de los propios jugadores, pues de un tiempo a esta parte, pasaron de ser productos de entretenimiento a objetos de consumo. Mientras que los títulos de FromSoftware se hicieron famosos por un diseño críptico y desafiante que fomentaba el ensayo y error, la inmensa mayoría de juegos actuales evita a toda costa frustrar y soliviantar al jugador, y de ahí que te lleven de la manita. Esto conecta directamente con la actual cultura fast food, donde los videojuegos ya no se paladean, sino que se degluten uno tras otro cual cheeseburgers del McDonald’s, devaluándolos durante el proceso.

El mérito de los Souls no está en su dificultad, sino haber sido lanzados en un contexto en el que la mayoría de juegos te llevan de la mano

Una realidad incómoda es que muchos de esos juegos no buscan entretener, sino retener tu atención con gratificaciones constantes e instantáneas. Los jugadores con un umbral bajo de tolerancia abandonan los videojuegos que consideran “complicados” al más mínimo pico de dificultad —deliberado o no— y, en su lugar, prefieren probar con otras experiencias más digeribles, lo que ha condicionado el desarrollo de los juegos modernos, efectivamente afectando a todos los perfiles de jugador por igual.

Aunque no podemos meter a todos los juegos en el mismo saco, un elevado porcentaje se adhiere a este paradigma para apaciguar a los nuevos jugadores. Y los modos fáciles, incluso en títulos donde pintan menos que un Action Man en un Belén, han sido una de las principales puntas de lanza de esta filosofía de diseño. Por tanto, estoy convencido de que seguir remando en esta dirección es un error que nos terminará perjudicando a todos, ya que redundará en una menor variedad de propuestas jugables. Si de por sí ya parece que cuesta encontrar juegos que se salgan del “sota-caballo-rey” habitual, apaga y vámonos.

Juegos como Assassin's Creed Odyssey (2018) son espectaculares, sí, pero con un mundo plagado de marcadores y ayudas excesivas para evitar la frustración

Que no se me malinterprete: nadie es peor jugador ni le van a quitar el carné de gamer por preferir divertirse con experiencias tranquilas, sencillas, o incluso escoger la dificultad más baja en juegos que te dan esa opción. Y esa es, precisamente, una de las grandezas del medio: la posibilidad de ofrecer experiencias para todos los gustos y estados de ánimo. El problema surge cuando se pretende universalizar esta opción desde un prisma de imposición. Un modo fácil, aunque sea opcional, puede restar fuerza a la propuesta original y devaluar la propia experiencia de juego, convirtiendo lo que podría ser un recuerdo inolvidable en otro juego más de una larga lista de títulos que completas con apatía con tal de engrosar el hilo de turno para presumir en X.

Hollow Knight: Silksong

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Hollow Knight: Silksong es la secuela del celebrado plataformas de acción Hollow Knight a cargo de Team Cherry para PC, PlayStation 4, Xbox One, PlayStation 5, Xbox Series, Switch y Switch 2. Descubre un extenso reino encantado en Hollow Knight: Silksong, la secuela del galardonado juego de acción y aventura. Explora, lucha y sobrevive a medida que asciendes a lo más alto de una tierra bajo el hechizo de la seda y la música. Encarna a Hornet, la princesa y protectora de Hallownest, y aventúrate a lo largo de un nuevo reino en el que imperan la seda y la música.

9.3
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