Ghostwire Tokyo, el FPS de Naruto y Jujutsu Kaisen con la mejor recreación de Shibuya vista en un videojuego

Ghostwire Tokyo es un juego en el que hay un botón para leer el pensamiento a perros, mapaches y demás animales que nos encontremos. Un juego cuyas tiendas están regentadas por gatos que venden dorayakis y “Waka Colas”. Un título en el que ahora estás rezando en un templo, al rato abriendo galletitas de la suerte y más tarde rebuscando en bolsas de la compra abandonadas para coger yogures y otros alimentos que te sirvan de botiquín. Si hasta combatimos lolis sin cabeza y hemos de subir de nivel y canjear nuestra experiencia utilizando las cabinas telefónicas que vemos por la calle, en plan Superman (y antes de que digáis nada, nuestro protagonista también se pregunta si aún existen las cabinas). En definitiva, Ghostwire Tokyo es una ida de olla, y puede que también una genialidad.

El juego está desarrollado por Tango Gameworks, el equipo de Shinji Mikami (Resident Evil) que nos regalara la saga The Evil Within y la que ha sido la sorpresa del año, Hi-Fi Rush. Y como con todo lo que ha hecho el estudio, estamos ante una japonesada mayúscula, entendiendo esto no como un adjetivo peyorativo, sino como un producto con brotes divertidísimos y rabiosamente original. Ghostwire Tokyo derrocha personalidad y situaciones tan hilarantes como inverosímiles, aún sin entregarse a la causa del mismo modo en que lo hacen los juegos de Grasshopper Manufacture (No More Heroes, Lollipop Chainsaw). Sus dosis de surrealismo se concentran en el mundo abierto y las misiones secundarias, siendo la historia principal algo más formalita y dramática. Pero esto, lejos de ser contradictorio, aproxima al conjunto a ese delicioso tono bipolar de la saga Yakuza. En definitiva, es toda una experiencia.

El juego llegó en marzo del año pasado en exclusiva para PlayStation 5 y en su análisis (titulado Ambientación de ensueño, jugabilidad terrenal) adelantábamos todas sus virtudes, pero avisábamos de los dos problemas que le impidieron alcanzar notas más altas. El primero, un planteamiento de mundo abierto de lo más genérico y conservador, con un montón de elementos ya vistos y repetitivos que contrastaban con la frescura de su ambientación. El segundo, que en vez de ser un título de terror, lo que pedía a gritos esa espectacular recreación de Shibuya, Ghostwire Tokyo optaba por ser un first person shooter de Naruto y Jujutsu Kaisen. En vez de usar armas de fuego, nuestro personaje mueve las manos como un prestidigitador y forma distintos sellos ninja que le permiten lanzar tornados, bolas de fuego explosivas y ataques acuáticos (habilidades a las que suma un arco en plan Ojo de Halcón para ir en sigilo). La idea era buena, pero en la práctica resultaba tosca y simplona.

Ghostwire Tokyo acabó quedándose en tierra de nadie, siendo recomendable, pero quizás a un precio más ajustado, y eso es precisamente lo que ocurre estos días. El juego cuenta ahora con una segunda oportunidad gracias a su lanzamiento en Xbox Series X/S, donde llega de la mano de “Hilo de Araña”, un DLC gratis que incluye 120 niveles inéditos y presentados ante nosotros de 30 en 30 en una especie de torre de desafíos. Además, se incluye directamente en Xbox Game Pass y en PS5 ha pasado tiempo suficiente para que ese recorte económico nos permite disfrutar de sus virtudes y defectos sin exigirle tanto. Estamos ante una joyita que bien podría haber formado parte de aquel artículo titulado ‘¡Vivan los sietes! 10 juegos de notable bajo que nos conquistaron a todos’.

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