Ninja Gaiden 4

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Review

Análisis de Ninja Gaiden 4. La sonrisa de Itagaki, la sombra de Ryu y la huella de Platinum

La nueva entrega de la saga es un gran hack and slash, pero trae cambios y decisiones controvertidas.

Ninja Gaiden 4 es la culminación del año del ninja. Llevábamos más de una década sin un juego de la saga y en apenas seis meses hemos tenido el notable remake de Ninja Gaiden 2, un excelente regreso a los orígenes como es Ninja Gaiden Ragebound (encima con acento español) y ahora esta cuarta entrega numerada a caballo entre Team Ninja y Platinum Games. Resulta injusto que estos tiempos de bonanza hayan coincidido con la muerte de Itagaki, pero donde quiera que esté, seguro que el diseñador se encuentra observándolo todo con una sonrisa en la cara, “fumando como una estrella de rock y comportándose como un actor en plena promoción”.

Un género en peligro de extinción

Lo primero que hace Ninja Gaiden 4 es pellizcarte para que despiertes de la ‘pesadilla’ de los soulslike. Amamos los juegos de From Software, pero su popularidad ha llevado a que sus mecánicas calen hasta los huesos e incluso influyan en quienes un día fueron baluarte del género hack and slash. Basta con comparar al Kratos de Atenas con el nórdico, o con ver la saga en la que ahora vuelca sus esfuerzos el Team Ninja (Nioh). Todo ha virado hacia combates de ritmo más lento y físicas pesadas, enfrentamientos estratégicos y uno contra uno, dependientes del parry o la espalda del rival. Llevamos una década interiorizando unas mecánicas y un tempo que Ninja Gaiden 4 vuela por los aires desde el prólogo.

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Esta nueva entrega empieza metiéndote una bofetada, matándote más diez veces en su primer nivel y recordándote cómo eran los juegos de acción de antes. Te lanza encima una docena de enemigos a la vez y no te da tiempo ni de respirar. “No pienses, actúa”, parece decir. Tienes que estar constantemente atacando, esquivando y moviéndote. Aquí los parries no se esperan, se buscan. Hay que volver a aprenderse combos y acostumbrarse a una nueva disposición de botones. Cuesta.

“¿Por qué demonios estamos dejando morir los hack and slash?”.

Lleva un tiempo quitarse el polvo y las telarañas de encima. Al principio frunces el ceño y te sientes un inútil. Es una década malacostumbrados a las mismas mecánicas. Pero insistes, perseveras y de pronto algo hace click en tu cerebro. Entras en trance y empiezas a dejarte llevar por tus reflejos y tu intuición. Este no es un género para streamear. Los combates van tan rápido y exigen tal concentración que no te permiten hablar al mismo tiempo. Sales de ellos con las manos doloridas y el corazón en un puño. Es entonces cuando se te escapa una sonrisa y te preguntas por qué demonios estamos dejando morir el género. ¡Vivan los hack and slash!

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Ryu es un clickbait

Antes de nada, queremos avisaros de algo que a nosotros nos hubiera gustado saber antes de sumergirnos en Ninja Gaiden 4. El papel de Ryu y el clan Hayabusa en esta entrega es anecdótico. Su presencia en todos los artes promocionales del juego y hasta en la demo de hace unos meses puede llevar a engaño. Apenas lo manejaremos en cuatro niveles de la recta final (hay 19 en total) en los que encima repetiremos escenarios y jefes finales tal y como hacíamos con Dante en Devil May Cry 4.

Nos hemos pasado medio juego esperando su irrupción y desapegados de Yakumo y sus compañeros del clan Cuervo; como si fueran relleno hasta la llegada del verdadero maestro ninja. No cometáis nuestro error. Cuanto antes aceptéis que Ninja Gaiden 4 es una historia en el mismo universo, pero con distintos personajes, mejor, menos frustraciones por la tardanza y el desempeño de Ryu.

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Hay algunos cameos irrisorios (como el de Ayane) que son retazos de fan service y, una vez terminada la aventura, se nos permite rejugar todos los niveles como Ryu, pero eso es todo. Para evitar decepciones, pensad en él como eso, un jugoso extra para segundas y terceras partidas, no más.

“Para evitar decepciones, pensad en Ryu como un extra tras completar la historia para jugar con él segundas y terceras partidas”.

Después del chasco, es imposible no mirar con escepticismo el anuncio de Two Masters antes del lanzamiento del juego. Se trata de un DLC de alrededor de 20 euros que llegará a principios de 2026 y expandirá la historia con más niveles y armas para Ryu y Yakumo. Parece cobrarnos justo por aquello que echamos en falta: que Hayabusa tenga fases propias y más chicha jugable.

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¿Se siente Ninja Gaiden o un juego de Platinum?

Puede que no satisfaga ni a unos ni a otros, pero la respuesta es que se siente ambas cosas. Por un lado, está claro que mantiene los valores de Ninja Gaiden. Acción frenética, un gran sistema de combate, acrobacias, sangre, una IA sin ninguna clase de piedad... etcétera. Incluso se nota que tiene a Ninja Gaiden 2 como gran referente. La dificultad a menudo está en el número de enemigos en pantalla más que en la dureza de los mismos. Sin embargo, la huella de Platinum Games también es innegable.

Su principal novedad es la inclusión de un modo sangriento para Yakumo que sustituye a los ninpos de Ryu. Se trata de una habilidad que permite transformar por completo las armas del protagonista y todo su elenco de golpes con tan solo pulsar el gatillo izquierdo. Su lanza se vuelve un taladro, el báculo se transforma en un martillo y así sucesivamente. Los ataques en ese estado pueden romper las defensas rivales y hacer tambalearse a los jefes finales. Dicho poder va al gatillo izquerdo y el dash y los bloqueos al opuesto. No queda un botón del mando sin exprimir.

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Ninja Gaiden 4 va labrándose una personalidad propia a través de ese tipo de novedades, pero hay momentos en los que el tamaño de los escenarios, el amplio rango de los ataques y ver tantos poderes y brillibrilli en pantalla hacen pensar en otros hack and slash antes que en la saga que nos ocupa. Algunos de la propia Platinum. Ciertas ambientaciones tampoco ayudan. Digamos que es mucho menos contenido y ‘realista’ (entendiendo lo paradojico del término realista dentro de una serie que lleva haciéndonos luchar con demonios desde el origen de los tiempos).

“Es una entrega menos contenida, más abierta al caos, donde la velocidad a veces prima sobre la precisión”.

Había mucho más equilibrio entra ataque y defensa en anteriores entregas. En su día, lo importante era ser preciso. Dominar con una perfección quirúrgica el timing de los golpes entre bloqueo y bloqueo. Saber dónde iba cada combo. Había menos espacio para la entropía. En ese sentido, Ninja Gaiden 4 es todo lo contrario. Está abierto al caos. Condena a Yakumo a una ofensiva sin descanso y el factor clave es una velocidad por momentos exagerada, la mayor de la saga. Te acabas acostumbrando, engancha y lo que propone funciona de maravilla, pero lo dicho, es innegable que se siente distinto.

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La mejor defensa es un buen ataque

Esa es la máxima de Ninja Gaiden 4. El juego funciona como un disparo y premia a los valientes. Está enfocado a que nunca dejemos de movernos y lanzar golpes. Por ejemplo, las balas de los rifles enemigos rebotarán en nuestro personaje solo si está corriendo o haciendo dash. Y aunque podemos bloquear, la guardia se rompe al quinto impacto (número ampliable a base de comprar mejoras).

Los únicos momentos de respiro son durante las animaciones en las que Yakumo y Ryu ejecutan las obliteraciones y técnicas definitivas. El truco consiste en ir encadenando estas. Al ejecutarlas, ambos ninjas son invencibles durante dos segundos en los que van con el piloto automático. Debemos aprovecharlos para coger aire y decidir a por quién vamos a continuación. Pero claro, antes de hacerlas deberemos cercernar a nuestros rivales y cargar la barra correspondiente a base de combos y golpes. Es decir, antes hemos tenido que atacar, atacar y atacar.

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Es más probable que hagamos parry golpeando al rival justo cuando él iba a golpearnos (como en Silksong) que bloqueando en el momento exacto. Incluso si nos dan, podemos recuperar parte de la vida perdida si reaccionamos rápido y le encajamos algún ataque de vuelta a nuestro adversario. Es que hasta los orbes de esencia roja, esos pseudo-botiquines, se quedan esperando al final del combate antes de ayudarnos. Por si durante el mismo preferimos sacrificarlos para cargar de inmediato ciertos movimientos especiales.

“El chute de adrenalina es tal que nos dará igual morir; solo querremos volver a intentarlo”.

No hay una sola mecánica que no reme en esa dirección. Fruto de ello es el ritmo trepidante y vertiginoso que alcanza el juego. En los combates de Ninja Gaiden 4 siempre estás haciendo algo y para más inri, entre unos y otros hay fases de plataformeo que también son velocidad pura. Tan básicas e insulsas que invitan al speedrun. Zonas en las que deslizarse por las vías del tren, practicar salto base o surfear por las alcantarillas. Es un flujo constante de adrenalina al que no tardaremos en volvernos adictos. Por más rabia que nos de morir, más molesto se hacer estar quietos después de probar algo así.

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Armas y jefes, alegría y decepción

Tanto las armas como los jefes finales nos han sorprendido, pero por motivos totalmente opuestos. Las primeras son una maravilla. Nos han encantado todas y cada una de ellas. Parecen pocas (cinco), pero es como si valieran por dos gracias a las transformaciones de la magia de sangre de Yakumo. Precisamente eso hace que nos acsotumbremos a estar constantemente cambiando y consigue que dominemos varios estilos sin darnos cuenta. Bien diferenciadas, con animaciones espectaculares y estrategias diferentes para cada ocasión. Habría que sumar la de Ryu y el gustirrinín que produce ese déjà vu a los mandos.

“De los padres de Bayonetta y Metal Gear Rising esperábamos unos jefes finales más memorables”.

Sin ser malos (ni mucho menos), los jefes finales no han estado a la altura de las expectativas que teníamos de Platinum Games. De los padres de Bayonetta y Metal Gear Rising (dos juegos con algunas de las mejores batallas del gremio), esperábamos mejor puesta en escena, diseño y epicidad. A excepción de un par de ellos sacados del último tercio, cuesta imaginárselos en ningún top de la saga. Hay fases que hasta se permiten el lujo de prescindir de ellos. Inexplicable.

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Esos niveles sin combate final recuerdan a los compañeros de Yakumo que nos hablan por la radio y nunca se dignan a aparecer. Son como ese tramo final desganado (el 25% del juego) en el que repetimos las fases y los jefes finales del principio. Se suma a un diseño de niveles descafeinado que trata de disimular y aparentar con secundarias absurdas. Son los eternos pecados capitales de Platinum Games. La desarrolladora acostumbra a meter todas sus fichas a la jugabilidad y sostiene el resto de apartados como puede. Tira de la manta y se descubre los pies.

Cabe preguntarse si no echábamos tanto de menos a Ninja Gaiden, los hack and slash y la propia Platinum que miramos con ojos benevolentes apartados que deberían dar rabia. Al fin y al cabo son los que les separan de hacer una obra maestra incontestable. De ser el Ninja Gaiden 2.5 que tan fervientemente buscaban ser. Pero en fin, hay que quererles como son. También tiene su encanto que sean capaces de hacer que la historia gire en torno a un personaje de Genshin Impact y que actúen como si fuera a interesarnos o no hubiera nada raro. Ese descaro merece ser premiado.

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Duración y dificultad

Ninja Gaiden 4 nos ha llevado 12 horas y media mezclando dificultades. Hemos jugado los primeros cinco capítulos en difícil y después completado el resto (de los 19 niveles) en normal, donde aún resulta desafiante, pero es mucho más asequible. En cualquier caso, es al terminarlo cuando se desbloquea el modo Maestro Ninja, el verdadero reto. Se trata de una penitencia voluntaria; un castigo masoquista al que aún nos estamos sometiendo. Ya os contaremos.

Los créditos vienen de la mano de diversas salas de desafíos y de la posibilidad de rejugar todos los niveles con Ryu. Para los fans, es ahí donde empieza todo. Su duración puede multiplicarse por dos o tres veces. Como siempre, da gusto rejugar, sentir que cada vez lo dominas más y que estás venciendo al destino, a lo imposible.

Aún así, tiene algunas decisiones que no gustarán a los más puristas ni a los ‘repartecarnés’. Permite bajar y subir la dificultad en cualquier punto sin limitaciones, sus secciones de plataformas envejecen mal en segundas partidas y cuenta con una sobreabundancia de puntos de control y medicinas. Ninja Gaiden 4 puede llegar a ser un tormento, pero no será recordado como la entrega más difícil de la saga.

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Sangre en los ojos

A nivel técnico, Ninja Gaiden 4 es impecable. Aún a costa de algunos sacrificios en materia de resolución, ofrece la opción de jugar a 120 fps en consolas (y además, sólidos como rocas). Siendo uno de los géneros donde más necesario se antoja que todo vaya fluido, se agradece encarecidamente. El framerate vuelve las coreografías un espectáculo y es fundamental para que ejecutarlas sea tan agradecido.

El juego es de lo más inteligente. Quizás no sea el más fotogénico. A lo mejor no es el más puntero en materia de escenarios, texturas y animaciones, pero da igual, no tendrás tiempo de darte cuenta. Siempre hay algo distrayendo tu atención. En sus niveles siempre está lloviendo, siempre hay neones, explosiones y corrientes de aire que mecen todo a nuestro alrededor. Está repleto de efectos de lo más vistosos y el mejor de todos es sin duda la sangre.

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Estamos ante una explosión de vísceras y extremidades cercenadas que salpica fuera de la pantalla. Una oda al gore. Divertido, satisfactorio y resultón. Sabe esconder sus carencias y potenciar sus virtudes. A destacar el modelado de unos personajes que no tardan en acabar bañados en sangre. Da gusto verlo y gana muchísimo en movimiento.

Es la ambientación la que nos ha dejado algo fríos. Demasiado oscura, homogenea y con apenas dos localizaciones (esa Tokio cyberpunk y un templo oriental en las montañas). Son un tanto sencillas, manidas y ajenas a la tradición de la serie. Algunas (como la que nos lleva por una sucesión de discotecas) parecen más propias de otros títulos del género. Pasa lo mismo con la música, bastante discreta y secundaria. Lo mejor casi que son los guiños sonoros a anteriores entregas y los temas remasterizados.

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Este ha sido realizado con un código del juego para Xbox Series proporcionado por Xbox España.

Conclusión

Vertiginoso, salvaje. Ninja Gaiden 4 es un juego de acción de los de antes, de los que ya no se destilan. Un hack and slash estupendo que te echa encima a doce enemigos a la vez y te obliga a entrar en trance para salir con vida. Aquí no hay tiempo para pensar, lo que hay es una jugabilidad a prueba de bombas que te exige exprimir al máximo tu habilidad, tus reflejos y tu intuición. Aunque la huella de Platinum es más pronunciada de lo que nos gustaría, se trata de una entrega a la altura. Un baño de sangre a 120 fps al que se suman unas armas fantásticas y el ritmo más alto de la franquicia. Nuestras mayores pegas tienen que ver con el decepcionante papel de Ryu (su presencia es anecdótica) y con la repetición de fases y jefes finales (estos últimos quizás no tan memorables como cabría esperar de su desarrolladora). Se esfuerza tanto en ser un Ninja Gaiden 2.5 que, aunque a veces se pase de frenada, es imposible que no haga sonreír a Itagaki desde el cielo.

Lo mejor

  • Es un espléndido hack and slash con personalidad propia.
  • El baño de sangre y los 120 fps en consolas.
  • Las armas son fantásticas. Da gusto cambiar y usarlas todas.
  • La dificultad y el ritmo de juego son pura adrenalina.

Lo peor

  • La repetición de jefes y niveles a lo Devil May Cry 4.
  • Ryu es poco más que un extra desbloqueable tras terminar la aventura.
  • Esperábamos bastante más de unos jefes finales con la firma de Platinum Games.

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8

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.

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