Demon's Souls, videoanálisis
Demon's Souls es la bienvenida por todo lo alto a la nueva generación. Analizamos en vídeo el regreso del mito, esta vez aprovechando el hardware de PS5.
La quinta generación de PlayStation ya está entre nosotros. Nunca podíamos imaginar el estreno de una nueva etapa de la industria con la reimaginación de un auténtico juego de culto. Demon’s Souls pasó desapercibido entre el gran público en pleno 2009. Mientras que su sucesor, Dark Souls, acaparó todos los focos, Boletaria sirvió como campo de cultivo para la que se convertiría en una de las fórmulas más influyentes de la década.
Bluepoint Games ha tomado las riendas del proyecto junto a PlayStation Studios, sinergia que nos ha dejado uno de los mejores remakes que han pasado por nuestras manos. El equipo estadounidense ha respetado completamente la obra de From Software. No esperéis la aparición de la sexta archipiedra ni ningún otro elemento jugable de peso. Los cambios realizados se centran de lleno en mejorar la experiencia del usuario a todos los niveles.
Lo primero que salta a la vista es la remodelación visual de los escenarios. Nunca antes Boletaria había lucido de esta manera. Las primeras horas juegas esbozando una sonrisa; la calidad técnica es apabullante, tanto en los nuevos diseños como en el músculo gráfico. La Torre de Latria parece extraída de un Survival Horror del más alto nivel. La prisión gana en oscuridad, el pantano de sangre es un lugar decrépito y repleto de abominaciones retorcidas. Y todo ello a 60 imágenes por segundo en su Modo Rendimiento, donde os aconsejamos que juguéis. Apenas hay diferencias visuales respecto al Modo Fidelidad, que lo limite a 30.
Esa demostración de fuerza con el hardware de PS5 se complementa de las tecnologías en audio y mando. La retroalimentación háptica del DualSense te hace sentir cada barril roto, cada espadazo contra un muro. Los magos, por ejemplo, reciben una vibración diferente dependiendo del hechizo que realicen. Incluso el mando detecta la posición de una flecha de luz y la transmite con coherencia. Por otro lado, el audio 3D Tempest mejora la calidad del sonido. Y creednos: se nota mucho. Los ecos son más pronunciados y puedes localizar de forma más sencilla la fuente de los sonidos. En Latría es una auténtica delicia. La unidad SSD es otra de las ventajas de las que se aprovecha. Viajar al Nexo o entre archipiedras toma apenas segundos; se pueden contar con los dedos de una mano.
Si prefieres leer las impresiones finales en texto, puedes encontrar nuestro análisis a través de este enlace.