Mafia: Definitive Edition
Mafia: Definitive Edition, análisis. Un remake a la altura de la leyenda
Mafia: Definitive Edition es un homenaje por todo lo alto al trabajo de Illusions Softworks. Analizamos la vuelta de Tommy Angelo a PS4, Xbox One y PC.
La familia es para siempre. 18 años pasan volando. Desde que Illusions Softworks colocara su gran impronta en The City of Lost Heaven, los jugadores guardan con especial cariño los recuerdos de las desventuras de Tommy Angelo. El trabajo de los checos suponía un retrato veraz y crudo de los oscuros años 30. Cuando los hombres de gabardina imponían la ley de la calle, la Estados Unidos previa a la Segunda Guerra Mundial se desangraba por un puñado de dólares.
Hay algo especial alrededor de Mafia. Llámalo nostalgia, carisma, el saber que estás siendo un espectador de lujo ante los acontecimientos de las familias de Lost Heaven. Los amigos pasan; los amores, también. Cuando los rifles comienzan a sonar, la sangre desparramada es de igual color. Escoger este modelo de vida era el atajo hacia la riqueza, la grandeza, incluso la felicidad. Una falsa ilusión de la que despiertas desde el momento en el que te miras al espejo y ves una gran diana pintada sobre la frente.
Las alabanzas a Mafia: Definitive Edition no cogerán a nuestros lectores por sorpresa. Durante nuestras impresiones, decíamos que Hangar 13 “redescubre un clásico de forma que hace justicia a la palabra remake”. Ese aperitivo nos permitió entrar a la versión final sobre aviso: para sumergirte en esta edición definitiva hace falta abrocharse el cinturón. Las curvas de la vida del taxista más célebre del videojuego siguen ofreciendo el mismo nivel de vertiginosidad.
Un remake mayúsculo
Mafia: Definitive Edition cobra fuerza tras realizar un ejercicio de retrospectiva. Tener fresca la idea original de los checos permite apreciar todavía más lo logrado por sus nuevos responsables. El estudio no solo ha logrado actualizar el aspecto gráfico a los tiempos que corren, sino que expande con total acierto varios de los elementos sobre los que gira el guion. Si disfrutaste en 2002, al estar a los mandos te invade una sensación de descubrimiento constante, a la par de familiar. Este es el Mafia con el que vibraste casi dos décadas atrás, solo que elevado a la enésima potencia.
En este tipo de proyectos, especialmente tras un cambio de manos, la tendencia suele ser hacia el cambio desde la perspectiva creativa de los nuevos dueños. Ocurre en parte aquí, aunque lejos de una manera invasiva o impuesta unilateralmente. Ante todo destila cariño y delicadeza sobre el producto que tienen entre manos. Los cambios, por fortuna, no llegan para alterar el equilibrio natural de los acontecimientos, sino que su propósito es el de potenciar los detonantes que llevan a Tommy, Sam y Paulie a través de ese camino de autodestrucción.
Hangar 13 ha barajado de nuevo las piezas de un puzle brillante para la época, pero con ciertos huecos vacíos. Todos los acontecimientos relevantes permanecen intactos, solo que algunos de ellos se han ordenado de una manera coherente. Como la introducción de Tommy a la familia. Tras pedirle cobijo al don, este le ofrece como primer encargo destrozar unos vehículos de la banda rival, capitaneada por Morello. Sin embargo, en 2020 vemos a un Angelo sediento de venganza. Su taxi está destrozado, no tiene con qué ganarse el pan. Salieri le ofrece el mismo trabajo, y no es hasta que lo completa cuando se le tiende la mano. “Mira, Frank, este chico viene a pedir permiso para pelearse”, comentaba con tono jocoso el italiano.
No hay mejor triunfo para los desarrolladores que lograr que su reimaginación se convierta en un homenaje interactivo a Illusions Softworks. Los momentos icono permanecen intactos, no hay un solo cambio que sea a peor. Incluso la recta final cobra un nuevo significado gracias al simbolismo logrado por una dirección audiovisual espectacular. Cualquier calificativo se queda corto.
Antecedentes, ¿qué nos encontramos?
Para muchos jóvenes (y alguno que peina canas), Mafia: Definitive Edition es la puerta de entrada a descubrir el particular El Padrino en formato videojuego. Quienes se aventuren por primera vez deben saber qué tipo de juego tienen en sus manos. Aunque pueda parecer el típico mundo abierto de corte tradicional, no lo es en absoluto. Estamos ante una aventura narrativa que combina la acción en tercera persona con un movimiento semilibre, es decir, tenemos la ciudad de Lost Heaven a nuestra completa disposición, pero no encontraremos ningún elemento secundario que nos desvíe del ritmo impuesto por el guion.
Ese patrón de aventura clásica se ha repetido en las dos entregas posteriores, incluso tras el abrazo del tercero a un sandbox cercano a los tiempos que corren. Ya en 2002 se sentía un empujón hacia el camino de los primeros pasos del género en 3D. Lo que, quizá, era una limitación tecnológica o de diseño, se convirtió por su propio peso en seña de identidad. Identidad construida sobre una serie de componentes que le permiten crear esa experiencia que solo podemos encontrar en él.
Nos referimos a la conducción, por ejemplo. La brusquedad al manejar los bólidos de los años 30 se traslada a la perfección. Son chasis que aceleran sobre ruedas finas y crean ese efecto deslizamiento tan característico. Dado su peso, incluso el balanceo al girar está bien reflejado. No son coches que responden de manera artificial, todo lo contrario: hay una gran variedad de comportamientos según su rendimiento, que podemos conocer desde el garaje de la familia.
Por otro lado, ocurre lo mismo en la forma en la que se desenvuelve el gunplay. Angelo está lejos de tener la capacidad de un marine. Es una persona corriente con un arma en la mano: le tiembla el pulso, erra en momentos de mayor tensión. Los tiroteos son un intercambio de plomo violento, que no escatima en mostrar cómo nuestros rivales pierden el hilo de la vida. El armamento, escaso, nos lleva por las armas que acompañan al imaginario del gangster. Escopeta corredera, pistola M1911, el famoso subfusil Thompson (conocida como Tommy Gun), entre otros. Eso sí, su comportamiento está muy marcado entre los modelos, lo que nos lleva a ir cambiando constantemente sobre la marcha.
Puesta al día
Gran parte de las sensaciones que transmite en términos jugables son parecidas a las que encontramos en Mafia 3. Es natural. La edición definitiva se ha construido en base a una versión actualizada del motor que utilizaron para construir la aventura en New Bordeaux, incluso en las animaciones. Podéis esperar la misma contundencia que caracterizaron sus combates, tanto con un arma en la mano como cuando estamos tras el volante.
Es el único paralelismo que comparte Tommy con Lincoln Clay. Incluso en el sistema de salud, Mafia: Definitive Edition rompe las costumbres de la corriente moderna. Vuelven los botiquines y la clásica barra de salud, que incluso en dificultad normal no se regenera por secciones, solo un porcentaje suficiente para aguantar otro impacto. Encontraremos habitualmente las cajas de salud esparcidas por las secciones de combate, aunque en dificultades altas, especialmente en clásico, debes gestionar muy bien tus movimientos. Pasaba en el original.
Las opciones de accesibilidad permanecen presentes para ajustar con precisión qué tipo de Mafia quieres vivir. Más allá de la dificultad, puedes cambiar la respuesta de la policía, el modo conducción (simulación está presente, igual que en Mafia 3), la transmisión de los vehículos y varias opciones de cámara. Puedes seleccionar también la posibilidad de omitir los viajes intrascendentes, pero no os lo recomendamos: apetece pasear por esta Lost Heaven.
Una vez completes los 20 capítulos principales, que os tomará aproximadamente 14 horas (según la dificultad), podrás saltar al modo libre. En él tendrás toda la ciudad a tu libre albedrío, sin objetivos y metas. Es un modo ideal para poder reunir los coleccionables restantes, la única tarea opcional que encontraréis, entre alguna sorpresa que preferimos no revelar. Si eres un amante de los coches, en el menú principal podrás acceder a una galería de todos los que has conducido por la ciudad gracias a la cochepedia.
Dentro de esa puesta al día hay ciertos aspectos que se siguen haciendo bola incluso a día de hoy. El alto número de persecuciones en vehículo, o la forma abrupta en la que terminan algunos capítulos, son una herencia de la que no pueden huir. Tras el avance, esperábamos que personajes como Sarah tomaran más protagonismo; sus apariciones, escasas, complementan a Tommy. Nos hubiera gustado que los saltos temporales vinieran acompañados de una mayor presencia.
Cada imagen cuenta
La dirección de las secuencias de vídeo en Mafia: Definitive Edition logra aportar matices que no podemos encontrar en el original. Hay multitud de planos que revelan más por los silencios que por las palabras. Retrata a unos personajes humanizados, en la cuerda floja de la moralidad. El honor permanece a un lado cuando la soga aprieta al cuello. Ciertos personajes ganan muchísima fuerza.
Como las primeras reuniones de la familia don Salieri. El don da una oportunidad a Tommy de poder ganarse la vida bajo su paraguas. Nunca le revela directamente sus dudas, o la desconfianza que se le presupone a un recién llegado. Esa prudencia en la cadena de mando se distingue por una mueca, por un ceño fruncido. Y así constantemente. Incluso en la relación entre Sam, Paulie y Tommy, la desaprobación de ciertos eventos ocurre en silencio.
Esa fuerza, de nuevo, se logra con una dirección y producción cuidada hasta el extremo. Volvemos a insistir en la conclusión: La Muerte del Arte. Cobra un nuevo matiz imposible de extraer en la entrega sobre la que han trabajado. La inseguridad de un hombre ambicioso como Sam, o la lealtad sin escrúpulos de Paulie, frente a un Angelo que evita apretar el gatillo frente a quienes no están involucrados con este juego de mayores.
También ayuda una versión en castellano a la altura de las mejoras del remake. Los actores que prestan su voz a personajes como Sam o Tommy son los mismos que hicieron lo propio en el original. La sincronización labial está a un grandísimo nivel, ayuda a crear una imagen creíble de lo que ocurre en pantalla. Pocos peros podemos sacarle en este sentido.
La versión a la que hemos tenido acceso corresponde a Xbox One X. El aspecto gráfico es sensiblemente superior al de Mafia 3 con las mejoras en la consola de Microsoft. Especialmente los modelados, que están a un alto nivel. El juego de iluminación y los reflejos son de lo más destacado en lo visual. No hay problemas de rendimiento severos; sí algunos bugs, como texturas que se solapan. Nada relevante.
Conclusión
Mafia: Definitive Edition es un remake mayúsculo. Hangar 13 ha sabido tratar con cariño y respeto una obra que quedó grabada en la retina para muchos que lo vivieron a inicios de los 2000. El estudio no solo ha respetado el guion, sino que ha ordenado de nuevo ciertos elementos. Las motivaciones que llevan a Tommy por toda la década de los 30 cobran más fuerza si cabe aquí. Se siente una aventura mucho más natural, coherente con las consecuencias de cada evento. El músculo audiovisual viene precedido de una dirección de calidad. Cada plano habla más allá de lo que muestra. Cabe destacar una versión al castellano igual de cuidada, en la que algunos actores vuelven a prestar su voz a los personajes que dieron vida 18 años atrás. En conclusión, esta edición definitiva es una oportunidad perfecta para descubrir o rememorar el mito de Illusions Softworks.
Lo mejor
- El respeto y cariño de Hangar 13 por el trabajo de Illusions Softworks.
- Cambios que potencian el guion y rellena los huecos vacíos.
- La versión en castellano, muy cuidada.
- Mantiene la identidad jugable: dureza en la conducción y contundencia en los tiroteos.
- 18 años después sigue impactando.
Lo peor
- Algunas secciones de persecución de vehículos, herencia del original.
- Ciertos personajes podrían haber cobrado más protagonismo.
Excelente
Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.