Luigi's Mansion 3
- PlataformaNSW9.2
- GéneroAventura, Acción
- DesarrolladorNext Level Games
- Lanzamiento31/10/2019
- EditorNintendo
Luigi’s Mansion 3, Análisis: puro talento en un videojuego sobresaliente
Nos enfrentamos a la tercera parte de una saga que se consolida como uno de los sellos con mayor personalidad y entidad de Nintendo.
Cuando Luigi’s Mansion llegó a las tiendas con motivo del lanzamiento de GameCube, allá por 2001, Nintendo apostó por desarrollar una aventura alrededor de una idea muy clara, diferente a lo que estábamos acostumbrados con el fontanero de rojo. Un acercamiento notable a otro género, a otro ritmo; una forma distinta de jugar y establecer un contacto con el entorno. Next Level Games recogió el testigo en Nintendo 3DS en 2013 con un producto todavía mejor en muchos aspectos, más versátil, más personal. Ahora, tras completar Luigi’s Mansion 3, nos damos cuenta de que esta idea ha alcanzado el grado de madurez que necesitaba para culminar ese concepto, un videojuego imprescindible para cualquier jugador de Nintendo Switch.
Directo al podio de Nintendo Switch
Porque las virtudes son muchas en esta entrega. La premisa es clara: Luigi, Mario, Peach y Toad llegan a un hotel para descansar en una aparente tranquilidad; vacaciones donde pensar sea lo último que se nos venga a la cabeza, pero una serie de acontecimientos terminan convirtiendo este enorme edificio en una mansión encantada donde los fantasmas pueblan en cada esquina. Vuelta a empezar.
Ya desde los primeros compases de la aventura queda claro que esto no es una producción intermedia, que no es un título que venga a cubrir un hueco en el calendario; no es fondo de armario. Luigi’s Mansion 3 llega a Nintendo Switch con la intención de codearse con los más grandes, una afirmación que podría parecer incluso grandilocuente si vemos un par de tráileres o si nos pensamos que esto es únicamente una evolución de la segunda parte. La realidad es bien distinta. Esta tercera iteración de la saga supone un salto cuantitativo, también cualitativo, que toma por bandera la búsqueda de la excelencia y consigue, en casi todo el proceso, elevar el listón adonde solo un par de nombres lo habían hecho durante los últimos años en la casa nipona.
Desvelar sorpresas sería un error por nuestra parte en este análisis. No queremos que sepáis qué pasa en la planta 8, tampoco en la planta 12; ni siquiera en la plata 2, porque todas ellas son diferentes entre sí. Desde el vestíbulo al mismo ascensor, los recovecos y los emplazamientos que se puedan venir a nuestra cabeza cuando pensamos en un hotel: todo está representado en el Hotel Gritz, el nombre al que responde el lugar. Se nos cuentan pequeñas historias, a veces autoconclusivas, donde nosotros somos espectadores y partícipes de la pericia del sempiterno Player 2.
Y es quizá ese toque incoherente, la falta de cohesión en muchas de las cosas que suceden en cada planta, lo que termina por definir al título como una experiencia tan especial, por hacer de lo excepcional algo habitual. Next Level Games ha diseñado el juego con mucho tiento, calculando al milímetro cómo enseñar al jugador cada mecánica y cuándo hacerlo. La curva de dificultad es, por tanto, muy correcta, aunque el reto no es tan elevado como nos hubiese gustado. En toda la aventura, que nos ha durado en la primera partida cerca de 13 horas por otras 11 horas en la segunda (con el camino más bien aprendido), apenas hemos muerto tres o cuatro veces.
Por suerte, el juego no basa su reto en la dificultad sino en el afán por el descubrimiento. El Hotel Gritz esconde media docena de joyas en cada planta, algunas disimuladas en posiciones que parecen estar puestas a rabiar, pero intensifica el acercamiento del título a lo interactivo, a lo experimental y, si queréis, al point and clic.
Porque añadidos como la ventosa (Chupoun) o el Propulsor, por no hablar de Gomiluigi —de quien detallaremos todo más adelante—, no se limitan a ser una llave que permita superar ciertos obstáculos en los escenarios: no son una mecánica reservada a la resolución de puzles, son una opción más con la que experimentar. Recordamos una situación donde teníamos una sandía gigante que pedía a gritos ser destruida en mil pedazos. El juego te permite hacer dos cosas: sacudirla y teñirlo todo de rojo o, si lo prefieres, tomar la ventosa para arrastrarla a esa bañera al fondo de la habitación y golpearla para destruir ambas. ¿Has visto el resultado?
Next Level Games quiere que rompas, que mires debajo de la mesa, que tragues ese montón de vestidos escondidos en un armario y que expulses aire a esas botellas perfectamente ordenadas en una bodega: siempre pasa algo.
Acción, experimentación, puzles, plataformeo: versatilidad
Ya nos avisa al principio de la aventura el Profesor Fesor: aquí pasan cosas muy raras. Su nombre y líneas de diálogo dejan claro el nivel de localización del videojuego, que se presta a leer todas y cada una de las conversaciones por su simpático sentido del humor y las excéntricas ideas que se pasan por su cabeza. A veces es algo redundante e interviene en exceso en la partida para aconsejarnos o guiarnos. Las pistas se pueden activar y desactivar, pero hubiésemos agradecido un trayecto más autónomo.
Con todo, el ritmo no cae en ningún instante de la partida: siempre va a más. Hay cierto punto en la recta final donde se rompe a propósito la estructura a la que nos hemos venido acostumbrando, de ir planta a planta, y el juego se atreve a ser casi un metroidvania. El resultado encaja porque pone a prueba nuestra memoria fotográfica y la capacidad de reutilización de entornos ya visitados.
Luigi’s Mansion 3 tiene algunos de los mejores jefes finales que ha diseñado Nintendo en los últimos quince años. Si trazamos como frontera el lanzamiento de Super Mario Galaxy (2007, Wii), son pocos los títulos de la factoría japonesa que hayan podido incluir jefes de final de zona con tanto atino y personalidad. Falló Luigi’s Mansion 2; incluso Super Mario Odyssey no logró alcanzar esas cotas de excelencia en estos enemigos, no tan memorables como el propio juego; pero esta vez tenemos un par de nombres que no podremos olvidar. Es en esos momentos donde Next Level Games se desmelena y eleva el listón hasta el punto de preguntarte si va a ser así todo el juego. Esos jefes finales tan brillantes llegan, seguramente, demasiado pronto porque, aunque el gusto que produzca cada jefe final de planta responda a criterios subjetivos, lo cierto es que hay momentos de la segunda parte, previo desenlace, que no están a ese nivel. Asusta. Hay partes donde la obra parece ser, literalmente, una película, pero preferimos que seáis vosotros los que descubráis lo que se esconde tras el telón.
Cuando todas las piezas del puzle encajan
El diseño de los niveles no sería posible sin Gomiluigi, que ya pudimos conocerle en la adaptación del primer Luigi’s Mansion para Nintendo 3DS. Podemos activarlo en todo momento para vivir la aventura en forma cooperativa de principio a fin, porque esta opción no es tanto un añadido sino un elemento contemplado sobre el papel; todos los niveles están preparados para jugarse en cooperativo. La diferencia entre el Luigi de carne y hueso y este otro de goma verde es que puede atravesar celdas, superficies con pinchos o introducirse en tuberías. Tiene un defecto: no se puede mojar. Y he ahí la gracia de su existencia, es vulnerable y presenta tantas ventajas como inconvenientes. Pensábamos que usar a Luigi y Gomiluigi al mismo tiempo (que ya avisamos, sucede unas cuentas veces) iba a entorpecer la comodidad jugable en solitario, pero no es así, por suerte. El modo cooperativo local no parte la pantalla en dos porque cada uno adopta un rol en el escenario. Mientras uno escupe aire a un ventilador, el otro se sube en una especie de ascensor para subir a lo alto del lugar, encontrar la llave, etc.
Poco a poco vamos viendo que la tarea encomendada por Fesor, que no es otra que recuperar todos los botones del ascensor y llegar a lo más alto del Hotel Gritz, crece y se acompleja. En la medida en que avanzamos Luigi tiene más funciones —una de ellas algo superheróica—, mecánicas que se aprovechan tanto para superar algunas fases como para descubrir patrones de debilidad de ciertos tipos de fantasmas. La sacudida es la joya de la corona: absorber hasta el punto en que puedas iniciar un combo. Hay que medir el timing, pero si lo hacemos bien podemos dar hasta cuatro impactos contra el suelo. Y sí, es muy gratificante, aunque la cara de Luigi no muestre ningún tipo de disfrute en el proceso.
Es una lástima que no se haya aprovechado para incluir aún más tipos de enemigos, todo sea dicho. Los fantasmas azules abundan, quizá en exceso, a lo largo de la aventura, con un sistema de patrones realmente sencillo y conservador. Aunque la variedad de enemigos es superior a las dos anteriores entregas, creemos que algo más de esfuerzo a este respecto hubiese sido de agradecer de cara a la recta final de la aventura. Porque es precisamente la propia naturaleza del viaje la que va cambiando en cada planta; se vuelve más imprevisible y fortuito, pero esos enemigos siguen siendo en muchos casos los mismos si lo comparamos con todo lo que sucede a nuestro alrededor. Por suerte, muchos de los jefes finales de zona son tan originales como disparatados, compensan esta pequeña flaqueza, que por suerte no es tan acusable como para ensombrecer el conjunto.
Frótate los ojos: se ve espectacular
Todo esto no sería tan disfrutable sin un apartado técnico a la altura de lo que nos hemos encontrado. Como suele ser habitual, ni un tráiler ni una demostración en una feria representan la calidad del producto final. A lo largo de esta generación nos hemos encontrado casos que dan para páginas y páginas de comentarios en foros: que si downgrade, que si upgrade… Luigi’s Mansion 3 es uno de los segundos.
Desde que se reveló en un Nintendo Direct allá por septiembre de 2018 hasta el E3 2019 hubo una mejora, pero ahora que lo hemos podido probar en diferentes monitores, televisores y en el modo portátil de la consola podemos decir que es el videojuego con mejor apartado gráfico de la consola. Sea porque los estudios internos o adheridos a Nintendo se van encontrando más cómodos con el hardware de la consola o sea porque están dominando más el motor gráfico, el juego rinde y se ve mejor que Super Mario Odyssey.
Nintendo Switch no es un portento técnico en relación con otros sistemas domésticos de la presente generación, pero el estilo artístico de este título aminora ese posible defecto con un sistema de iluminación que te hace fruncir el ceño por su grato resultado. Los detalles empapan la pantalla del televisor con partículas de polvo, telas de araña o el rastro de los objetos que se mueven a nuestro alrededor. La linterna pone de manifiesto cómo reacciona el escenario ante la luz blanca. Dependiendo de dónde enfoquemos las cosas se verán más claras, pero también más nítidas y con detalle, con incluso cambios en la tonalidad. El traje de Luigi no es siempre del mismo color verde, tampoco el color de las alfombras. La paleta de colores es, en general, muy detallada. De nuevo, elementos que van en sintonía con el grado de obsesión del juego por el detalle, porque la aventura es una constante de detalles.
Las animaciones merecen una mención aparte. Luigi no necesita hablar para decirnos qué está pasando. Basta con mirarle a la cara para ver sus decenas de expresiones faciales, que cuesta identificar cuándo se repiten; su lenguaje no verbal, con gestos que transmiten miedo, pavor, frío, calor o desasosiego. Pero Luigi sigue adelante y vuelve a abrir otra puerta, vuelve a hacer que suene un picaporte, ¿qué nos espera tras esa puerta? La magia no se pierde en un solo instante.
Para aquellos que se lo pregunten, el juego luce a resolución 1080p en televisor bloqueado a 30 FPS. Las caídas son una anomalía, especialmente en momentos que interseccionan con pasajes donde se carga la zona adyacente, pero son momentos muy puntuales. La aventura no flaquea, no hay tirones, ni bugs; el juego está terminado y rematado. Para la realización de este análisis hemos podido jugar también en modo portátil tanto en un modelo original de Nintendo Switch (pantalla de 6,2”) como en una de las Nintendo Switch Lite, la solución solo portátil de la familia (pantalla de 5,5”). En ambos casos hemos completado unas cuantas horas con resultados más que satisfactorios tanto en la experiencia de juego como en lo técnico.
Por un lado, la resolución es siempre de 720p, y se nota. A lo largo de los últimos tiempos hemos visto ports —incluso en juegos nativos de Nintendo— donde la resolución en modo portátil no alcanzaba la alta definición, pero aquí la relación de aspecto y los cuadros por píxel brillan como pocos. Es especialmente notable en el modelo original, cuya diagonal de pantalla es lo suficientemente grande como para no perder matices. Si sois de aquellos que no acostumbráis a poner nunca vuestra consola en el dock, hemos de decir que la jugabilidad no se resiente en ningún aspecto, aunque sí es verdad que nosotros recomendamos más jugar esta aventura en el televisor: se presta a ser vista en un panel lo más grande posible para ganar en cobertura visual. En Nintendo Switch Lite, a pesar de sus dimensiones, tampoco se pierde ni definición ni matices; incluso la fuente de la letra tiene un tamaño legible —véanse casos como Dragon Quest Builders 2 o Fire Emblem: Three Houses—. En este caso se ha tenido todo en cuenta y se agradece. De nuevo, creemos que esta opción es la menos recomendable de todas.
A nivel sonoro no hay más que buenas palabras, con composiciones de música clásica pasando por otras más intensas acompañadas de instrumentos eléctricos. El estilo es muy variado, aunque sí es verdad que nos faltan algunos temas más memorables, de esos que solo con escucharlos nos hagan que venga inmediatamente el nombre del título a la cabeza. La dirección sonora, por su parte, sí alcanza el nivel esperado y es muy importante para la inmersión en la partida. Jugar con auriculares es muy recomendable en este caso, sobre todo para identificar la posición de algunos enemigos y sentirnos dentro de cada habitación. La variedad de recursos sonoros es inmensa, con guiños incluso a otras series de Nintendo. La cantidad de referencias, comenzando por las dos anteriores entregas de Luigi’s Mansion, harán esbozar alguna que otra sonrisa. De nuevo, es Luigi el que más destaca.
Compartiendo sustos aquí y allí
Lo que no creíamos que nos fuese a dar tantas horas de entretenimiento es el modo multijugador, tan variado como cooperativo… y competitivo. Quien esperase que la solución multijugador iba a ser tan limitada como la de la segunda parte se equivoca, si es que verdaderamente le supo a poco lo ofrecido con Luigi’s Mansion 2. Luigi contra Luigi es el nombre que recibe el modo competitivo local; un nombre que, en verdad, hace honor a su nombre. A modo de resumen, encontramos tres vertientes: Pescamonedas (gana el que consiga más monedas en escenarios pequeños pero repletos de obstáculos); Atrapafantasmas (gana el que consiga más puntos a través de la absorción de fantasmas, cada uno con un valor diferente); y, finalmente, Disparacañones (donde tenemos que preocuparnos de coger las balas para cargar el cañón antes de abrir fuego). Sin duda, el que más nos ha gustado es Atrapafantasmas, aunque realmente sea el que menos diste de lo que vivimos en la aventura individual… pero es una fórmula que funciona a la perfección y que demuestra, una vez más, que Luigi’s Mansion 3 es puro talento. En todos podemos jugar hasta ocho personas de manera local.
La Torre de Desafíos es la otra vertiente multijugador, aunque también se puede jugar en solitario. En este caso tenemos tanto local como en línea, con resultados bastante satisfactorios en este último caso —aunque solo hemos podido jugar unas pocas partidas dado que los servidores estaban algo limitados en lo que a participación se refiere—. Ni una sola caída, tampoco lag; un rendimiento que recuerda bastante a lo visto con Splatoon 2, que es seguramente el título online de Nintendo Switch que mejor maneja tanto el matchmaking como la estabilidad de sus servidores. La Torre de Desafíos puede ser un verdadero infierno en solitario por el tiempo que se nos da para completar cada nivel, que se basa en encontrar el fantasma en cuestión a travñes de salas diseñadas especialmente para la ocasión. Si somos más personas es más fácil cooperar y dar con el objetivo. Es divertido e invita a usar la comunicación verbal.
En ningún caso el modo multijugador es lo más destacable del título, pero sí supone una forma notable de alargar la vida útil del juego tanto en solitario como si vienen amigos a casa.
Hemos realizado este análisis a través de un código de descarga suministrado por Nintendo España para Nintendo Switch.
Conclusión
Luigi’s Mansion 3 es un homenaje a la figura de Luigi, una aventura que encumbra al personaje y que celebra la consumación de una idea nacida hace dieciocho años. No es solo la mejor entrega de la saga, es uno de los mejores videojuegos de Nintendo Switch. Diseño de niveles, aprovechamiento de recursos, variedad de situaciones y unos jefes finales que dejan el listón muy alto son solo algunos de los elementos que permiten definir a este videojuego como una obra excelente. Dejando a un lado su baja dificultad, tanto su rejugabilidad como lo disfrutable de todas y cada una de las plantas del hotel hacen que sea imposible no recomendar un juego que se sitúa, de facto, en el podio de la consola. Luigi vuelve pisando fuerte; lo hace con un título que es una declaración de intenciones: no es el final de una trilogía, es el comienzo de una saga que puede seguir explorándose muchos años. Todo vale en Luigi’s Mansion 3, y el resultado es memorable.
Lo mejor
- Diseño de niveles: sorprendente, impredecible e imaginativo.
- Gráficamente es el techo técnico de Nintendo Switch.
- Algunos jefes finales, de lo mejor en Nintendo en muchos años.
- Rejugabilidad, cantidad de sorpresas y coleccionables.
Lo peor
- Ciertos tipos de fantasmas son algo redundantes.
- La dificultad, algo baja por regla general.
Excelente
Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.