Ghost Recon: Breakpoint, la madurez de la fórmula Wildlands

Nos encontramos a apenas dos días de que Ghost Recon: Breakpoint llegue oficialmente al mercado a través de sus ediciones especiales. El nuevo título de la imperecedera franquicia de Ubisoft aterriza con tan solo dos años de diferencia con respecto a su antecesor, Ghost Recon: Wildlands. En aquellos momentos, Bolivia se convirtió en nuestro patio de destrucción, un mapa gigantesco por el que perdernos haciendo todo tipo de actividades. No eramos un escuadrón cualquiera; eramos los Ghost, los encargados de infiltrarse tras las líneas enemigas y acabar con el reinado de poder del cartel de El Sueño.

Pero estos dos años de espera nos ha dado para todo. El juego que conocimos un siete de marzo mutó a lo largo de los meses hasta encontrarnos la actual versión, su mejor versión. Más allá del pulimentado a las aristas encontradas, las constantes actualizaciones crearon un ecosistema militar como pocos se recuerdan dentro del estudio galo. El competitivo, Ghost War, fue el aspecto que más se benefició, logrando formar una comunidad que a día de hoy sigue fiel a su oferta.

¿Por qué debemos saltar a Breakpoint? En MeriStation os damos las claves por las que merecerá la pena entrar en la incursión una vez más.

Realismo frente a la acción directa

En comparación con lo que había sido la saga, Wildlands rompió con los automatismos tácticos a los que estábamos acostumbrados. Future Soldier ya coqueteó con la idea de crear una experiencia mucho más simple, llevada por la acción del momento, sin barreras. Jugar en Bolivia era hacerlo desde la perspectiva pura de un producto de entretenimiento, donde se imponía un estilo único. Se sentía un título arcade, un third person shooter de rápido acceso y de escasa curva de aprendizaje.

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Breakpoint llega para devolvernos, en parte, a las raíces con las que miles de jugadores se engancharon a él: la mezcla del realismo con el videojuego, lo táctico frente al gatillo fácil. Estos cambios los sentimos directamente desde el primer momento en el que tomamos el control de nuestro personaje. Las transiciones de las animaciones se sienten menos artificiales, siguen un patrón coherente en el que impacta proporcionalmente el entorno.

Porque, sí, se acabó el poder escalar una montaña como si nada, o el correr por terrenos peligrosos como si nada. Aquí la orografía actúa como un enemigo más que permanece impasible a nuestras acciones. Por poner un ejemplo, si estamos en plena huida de un grupo enemigo, tendremos que tener cuidado por donde vamos; si vemos una caída, el personaje la sentirá como un puñal en el corazón. Incluso hay momentos en los que podemos perder el control del mismo mientras cae rodando por el barro.

Supervivencia: toda acción tiene consecuencias

Acciones que nos reportarán su considerable pérdida de salud y de movilidad, si se diera el caso. Podemos rompernos una pierna, lo que requerirá de vendajes y cuidados durante unos momentos para poder devolvernos, momentáneamente, a un estado digno con el que seguir luchando. Eso sí, parte de los síntomas los seguiremos sufriendo por varios minutos.

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Ese componente de supervivencia extrema era el matiz necesario para terminar de dar color a una fórmula de enorme potencial. En Ghost Recon: Breakpoint iremos solos dentro del modo individual (con posibilidad de cooperativo en línea de hasta cuatro jugadores), por lo que el enfoque de la acción cambia radicalmente respecto a lo que estábamos acostumbrados. Tal como decíamos que el entorno era un enemigo más, también muchas veces puede ofrecernos la asistencia que nos aleje de perder la vida.

Uno de los movimientos estrella incluido en las opciones de juego es la posibilidad de poder fundirte con el escenario, relucir el ‘Ghost’ que llevamos dentro. Si reptamos, podremos impregnarnos de la suciedad de nuestro alrededor. Gracias a ella podremos pasar inadvertidos si un grupo de soldados pasa por nuestro lado, pudiendo tender emboscadas si lo creemos necesario. El éxito del camuflaje se basará en el tipo de superficie en el que nos encontremos. La nieve o el barro son extremadamente útiles, mientras que utilizarlo en superficies anodinas será una pérdida de tiempo. Debemos prestar atención a las señas a nuestro alrededor.

Progresión basada en el loot

El principal problema que la comunidad encontró en el anterior era lo inservible que resultaba el equipamiento en general. No había motivos para cambiar el arma que usábamos por una nueva, ni tampoco de vestimenta. El fondo de armario era amplísimo, pero en la práctica no incidía en el juego. La progresión se basaba simplemente en acumular experiencia de cara al desbloqueo de nuevas habilidades.

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Breakpoint abraza elementos básicos de un looter-shooter. Tanto el armamento como las piezas equipables en el soldado estarán basadas en niveles y tipos de rareza. A medida que completemos misiones y exploremos Auroa, más iremos creciendo. Esto será clave a la hora de enfrentarnos a las tropas de mayor rango y creaciones robóticas de Skell, en especial a los lobos, el escuadrón personal del Coronel Walker, cuya premisa pudimos conocer en la Operación Oracle, aquella cadena de misiones disponible en Wildlands.

Por lo que pudimos probar en las numerosas versiones beta que ha recibido, el sistema está más limitado que en otras producciones de Ubisoft, como es el caso de The Division 2. Sí, tiene los pilares del género, pero no alcanza una gran complejidad, sino que se encuentra en un punto intermedio que aporta frescura, a la par de mayor sentido a la exploración.

Los lobos aúllan

No queda nada para saborear el aroma místico que habita en la isla de Auroa. Os recordamos que desde MeriStation ofrecimos nuestras extensas impresiones de las dos grandes vertientes que componen el catálogo de Ghost Recon: Breakpoint, tanto del modo campaña como del modo Ghost War, el competitivo. Mientras tanto, será el próximo martes día 1 de octubre cuando podáis echarle el guante en su versión Ultimate y Gold; la versión básica llegará tres días después, justo el 4 del mismo mes.