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The Hong Kong Massacre

The Hong Kong Massacre

  • PlataformaPS46.5PC6.5NSW
  • DesarrolladorVRESKI
  • Lanzamiento22/01/2019 (PS4, PC)26/12/2020 (NSW)
  • TextoInglés
  • VocesInglés
  • EditorUntold Tales

Hotline Miami meets John Woo

The Hong Kong Massacre, análisis para PS4

The Hong Kong Massacre es una carta de amor al cine de John Woo y a la jugabilidad de Hotline Miami en la que los versos son balas y el papel es sangre.

Actualizado a

El pasado 19 de enero, el estudio sueco Vreski confirmó la fecha de salida de The Hong Kong Massacre. Pasaron tan solo tres días entre la noticia y el lanzamiento de su indie, un espacio de tiempo ínfimo en comparación con los cinco años que ha costado desarrollar la obra. Apenas había arrancado el 2014 cuando, todavía en febrero, Vreski compartió algunos GIFs en los que ya se intuían los principales argumentos de The Hong Kong Massacre. Unas imágenes en bucle cargadas de acción desenfrenada, sangre a borbotones y guiños al cine de John Woo, todo desde una perspectiva cenital directamente heredada de Hotline Miami. Prácticamente un lustro más tarde, esos GIFs son jugables y The Hong Kong Massacre presenta sus credenciales como videojuego frenético y oda a la acción fílmica del director hongkonés.

A los mandos, el título de Vreski es puro John Woo. Un total de 40 niveles en el que se rinde pleitesía constante a filmes como A Better Tomorrow, The Killer y Hard Boiled. Eso se traduce en un carrusel de enemigos a liquidar, cráneos reventados a balazos y danzas letales con una pistola en cada mano. Todo lo que caracterizó a la filmografía de Woo enmarcado en la jugabilidad de los Hotline Miami, el par de twin-stick shooters por excelencia y una de las sagas más relevantes de la historia de lo indie. Así, The Hong Kong Massacre se cimenta sobre estos dos pilares fundamentales para definir aspectos como su argumentación o su gameplay. Habiendo reparado en ello, el cometido de los próximos párrafos es evidente: discernir hasta qué punto este indie funciona como carta de amor a John Woo y Dennaton Games, así como valorar cómo evoluciona y enriquece ambas fórmulas.

Masacre hongkonesa

The Hong Kong Massacre dedica bastante más atención al plano lúdico que al argumental, algo que se aprecia resumiendo su escueta trama. Es 1992 y encarnamos a un detective veterano que retorna a Hong Kong -el emplazamiento no podía ser otro- para vengar la muerte de su compañero. Vreski no relata mucho más que eso antes de otorgarnos un arma e invitarnos a vaciar cargadores. Hay algún flashback puntual en el que se refresca una serie de interrogatorios para introducir los episodios y filtrar claves sobre el argumento. Es un relato más bien vago sobre venganza y corrupción policial, el clásico ajuste de cuentas que aporta poco más allá de una excusa para pegar tiros.

Quizá otra obra, con referencias distintas, no necesite nada más. Pero The Hong Kong Massacre bebe de un cine, el de Woo, en el que el espectáculo visceral se complementa con humor a porrazo limpio y un héroe emocional cuya sensibilidad se contrapone a la frialdad con la que es capaz de despachar esbirros. Por no hablar de lo esencial que es el guion en Hotline Miami para constituirse como una brillante reflexión sobre la violencia. En términos argumentales y en comparación con sus dos grandes referentes, The Hong Kong Massacre es sumamente plano. No seremos nosotros quienes critiquen un poco de acción pura y descerebrada, pero en el caso de Vreski se nos antoja una oportunidad perdida. 

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Un espectáculo arcade

Donde mejor funciona el indie del estudio escandinavo es en el plano jugable. Puro arcade en vista cenital, The Hong Kong Massacre brilla por unos controles directos, ágiles y precisos incluso con mando. Adentrarse en uno de sus escenarios cerrados y aniquilar a todos los malhechores que lo habitan es una auténtica delicia ultraviolenta, una coreografía con decenas de bailarines sentenciados. Los enemigos patrullan por las estancias de una forma que recuerda al juego de Jonatan Söderström y Dennis Wedin, escrutando cada puerta y aguardando en cada esquina, arma en mano, a que hagamos acto de presencia.

La gran diferencia respecto al título de Dennaton radica en que Söderström y Wedin apostaron por un diseño de niveles más sesudo, en el que el terreno desempeña un papel fundamental a la hora de definir una estrategia con la que superar el nivel. Vreski, al contrario, apuesta por trufar los habitáculos de enemigos, homenajeando con mucho más tino las mejores escenas de Woo, y convertir ciertas zonas en auténticos infiernos balísticos. Y aquí, conviene advertir, morimos de un solo disparo. Un matiz lo suficientemente diferencial como para parir dos mecánicas únicas y distintivas respecto al título de Devolver Digital.

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La primera consiste en la cámara lenta, el archiconocido tiempo bala, activable con tan solo apretar un gatillo y que puede recargarse dejando pasar un tiempo prudencial o aniquilando mafiosos. La segunda se trata del dive, la siempre eficaz acrobacia con la que deslizarse y esquivar las balas enemigas. Ambas se complementan a la perfección y dotan a The Hong Kong Massacre de un ritmo más pausado que Hotline Miami, concediendo tiempo para encadenar ejecuciones merced a la slow-motion y evitar el impacto del plomo con un sutil desliz que nos hace invulnerables. Dos mecánicas que, combinadas con un tempo más pesado y tosco, convierten a The Hong Kong Massacre en un calco de las escenas de acción del director chino y lo distancian del ágil y colorido indie de Dennaton.

Se trata de un registro distinto, no necesariamente peor, que busca más el espectáculo que la pura utilidad. No siempre necesitamos reducir la velocidad del tiroteo para superar las fases, pero es imposible resistirse al espectáculo caótico que ofrece este indie. Imaginad el placer de entrar en una habitación atravesando la puerta, activar la slow motion y fusilar sin piedad a un pequeño grupo de enemigos antes de rodar para buscar refugio y preparar la siguiente acometida. Detener el tiempo y vaciar un par de pistolas responde más al gozo que a la urgencia estratégica, algo que Vreski sabe y razón por la que las estancias están repletas de vidrios que romper y puertas que destrozar. Elementos decorativos que juegan un rol interesante, puesto que permiten agilizar la tarea de desalojar un cuarto sin tener que adentrarse en él, si bien hacen saltar todas las alarmas en cuanto los rompemos. Junto a las brillantes estelas de luz que persiguen a cada bala, The Hong Kong Massacre es una verdadera exhibición de músculo, un espectáculo juggernáutico.

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Pocas armas, gatillazo inevitable

El gran problema de este indie sueco es que gasta todas sus balas muy pronto. Es una obra concebida para el pantallazo; resulta muy fácil quedarse ojiplático al admirar uno de sus increíbles tiroteos en algún vídeo breve o GIF publicado en redes sociales. No obstante, flaquea en el largo plazo. Y eso se debe, sobre todo, a un arsenal demasiado limitado y a un puñado de enemigos clónicos. Más que al cúmulo de armas de una película de Woo o con el que nos obsequiaron Söderström y Wedin, la armería de The Hong Kong Massacre se parece a la que uno puede ver en un capítulo de My Little Pony.

Quizá esto último se trate de una hipérbole, si bien no quita que empezar cada nivel con tan solo cuatro armas a elegir -un par de pistolas, una escopeta, un subfusil y un rifle de asalto- sea un ejercicio de racanería más propio del Ebenezer Scrooge de Charles Dickens. Podemos mejorar su capacidad de almacenar munición o su cadencia gracias a las estrellas que obtenemos al superar cada nivel, puntuación que depende de ciertos retos como ceñirse a un tiempo limitado o no usar la cámara lenta, pero eso no compensa la flagrante escasez de armamento. No pedimos mucho; una tubería de metal, un cuchillo o un bate que fomenten el cuerpo a cuerpo y diversifiquen las formas de encarar un nivel. Tampoco sobraría una mayor variedad de rivales, algo que también aportaría variedad y color a la hora de afrontar una fase. De lo contrario, tal y como se ha lanzado el título de Vreski, lo más normal es que se haga repetitivo y no nos planteemos rejugarlo para mejorar puntuaciones y escalar puestos en la tabla clasificatoria.

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Por suerte, los niveles son muy intensos y la dificultad va en constante in crescendo. De un inicio más bien pausado, casi a modo de tutorial, pronto pasaremos a unos niveles que exigen agilidad felina en los pulgares. Sobrevivir a una habitación colmada de enemigos sin recurrir a la esquiva o a la cámara lenta para garantizar una mejor puntuación puede llegar a ser desquiciante en ciertas fases. Todo invita a concluir que Vreski trata de compensar la falta de un diseño de niveles más inteligente o de un arsenal más amplio con muchos enemigos, una dificultad considerable y un espectáculo hipertrofiado.

Una orgía de balas para lo bueno y para lo malo

Conviene repescar el concepto “orgía de balas” por dos razones. Primero, porque el frenesí de disparos otorga cierta importancia a las mejoras que nos permiten ganar tiempo y ser más ágiles, como la que aumenta nuestra velocidad o la que optimiza la cadencia de tiro. Y segundo, aunque en un registro negativo, porque el juego puede pecar de caótico e incluso arruinar partidas en ocasiones. Lo oscuro de los escenarios ayuda a que las estelas de los balazos luzcan mejor, pero también complica la visibilidad. Tampoco ayuda que un título que cuenta con una escenografía tan variada -almacenes, azoteas y locales de todo tipo-, detallada y repleta de elementos jugables, esté llena de enemigos clónicos. La falta de luz y lo parecido de los mercenarios provoca que a veces cueste distinguirlos y que no sepamos de dónde vienen los disparos. Algo terrible en una obra en la que un solo impacto obliga a empezar el nivel desde el principio. Sobre todo para un título que rinde tan bien en lo técnico y cuyos tiroteos, puro músculo audiovisual, enamoran a cualquier fan de la acción.

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En el plano audiovisual, ya hemos incidido en la idea de que el juego aspira a ser la mejor escena de acción posible en todo momento. A ello contribuye lo fluido de las animaciones, todos los elementos que uno puede romper y que se acumulan en el escenario o la sangre que tiñe suelos y paredes. The Hong Kong Massacre es tremendamente vistoso, un caramelo con un sabor tan dulzón como el de la linfa que inunda sus niveles y con el que recrearse a los mandos. A veces peca de cierto tearing en su versión para PlayStation 4, en la que se basa este análisis, pero no constituye algo determinante para las partidas. Los tiempos de carga, eso sí, pueden llegar a ser obscenamente largos. Asimismo, como ya hemos comentado antes, la iluminación tenue ayuda a diferenciarlo del colorido Hotline Miami y a marcar un tono más serio, pero también dificulta detectar algunos disparos y eso sí que puede condicionar una partida entera. No obstante, son pequeñas manchas que jamás llegan a empañar la experiencia a nivel visual, aunque es una pena que no podamos decir lo mismo de una banda sonora anecdótica.

Conclusión

The Hong Kong Massacre logra sobrevivir al hype generado durante cinco años con una jugabilidad directa, intensa y espectacular. Tiene momentos de auténtico portento audiovisual en los que calca la acción fastuosa del cine de John Woo con una solvencia magistral y un cariño sincero. Precisamente por eso, es una lástima que se quede solo en la pompa de las escenas del director hongkonés y pasé por alto otros elementos, como ese humor slapstick tan característico y divertido de su filmografía. Algo similar ocurre con su otra gran referencia, Hotline Miami, del que se nutre para lo básico, pero al que jamás alcanza en términos de diseño de niveles, variedad en el arsenal o poderío argumental. Es un juego más que aceptable, notable por momentos, y mejor adaptación del imaginario de Woo al videojuego, al menos hasta la fecha. Divertirá, no cabe duda, pero nunca trascenderá. Y con los referentes que tiene, eso es una verdadera lástima.

Lo mejor

  • La mejor adaptación del cine de John Woo al videojuego hasta la fecha
  • Jugabilidad muy intensa, puro arcade, y 50 niveles desafiantes
  • Su apartado audiovisual es puro espectáculo

Lo peor

  • Su guion no está a la altura de John Woo ni de Hotline Miami, sus dos referentes
  • A veces peca de demasiado caótico y uno no sabe de dónde vienen las balas
  • Escasa variedad de armas y enemigos; es fácil que se haga repetitivo muy pronto
6.5

Correcto

No es lo último ni lo más original, tampoco cuenta con la mejor ejecución, pero puede divertir si te gusta el género. Bien, pero mejorable. Cómpralo si te gusta el género y te gusta tenerlos todos.