Shadow of the Tomb Raider y el problema de jugar con ayudas

Tras las primeras semanas de Shadow of the Tomb Raider en tiendas, quien más quien menos va finalizando este final de la trilogía de Lara Croft en su resurgir en la industria del videojuego. Un título que ha despertado opiniones muy polarizadas: por un lado, los que lo adoran y lo consideran la consumación de la franquicia; por otro, los que piensan que ha sido un paso atrás en muchos aspectos.

Pero hoy no venimos a hablar de eso, pues ya lo hizo de forma extendida nuestra compañera Paula en su análisis, sino de cómo se puede estropear la experiencia si jugamos con ayudas.

Esta opinión es compartida por muchos usuarios de MeriStation en el hilo principal del juego, y lo cierto es que hay bastante de realidad en ese pensamiento. Incluso Julián Plaza, de Mundogamers, ha dedicado un artículo centrándose en las ayudas visuales, porque Shadow of the Tomb Raider puede ser de todo menos una aventura si pecamos de su “dificultad adaptable”.

Quizá se podría haber recurrido por otras opciones para jugar con facilidades.

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Sin descubrir y sin perdernos se pierde magia

Lo primero que hay que entender es que Eidos Montreal, que ha dispuesto de mucho menos presupuesto que Crystal Dinamics para el desarrollo de esta entrega, tenía en su cabeza que los jugadores experimentasen el título de una forma específica, que entendemos es a partir de la estándar, de lo que comúnmente llamamos como “Normal”. El problema es que en “Fácil”, todo se vuelve demasiado evidente, nunca mejor dicho, y se estropea la sensación de descubrimiento, como también la sensación de estar perdido.

Sin entrar en spoilers, hay ciertos momentos de la aventura donde Lara está en medio de un bosque y tiene que hacer gala de sus dotes de gran superviviente, bien sea para superar altas alturas o enormes precipicios, pero hay que craftear materiales para crear nuevas herramientas. En nuestra partida activamos durante unos minutos esa “ayuda visual” para ver de qué forma se materializaba, y lo cierto es que el proceso de enseñanza—aprendizaje se va al traste.

Y lo hace porque todo se ilumina de forma estridente, haciendo casi imposible no ver cómo y dónde continuar. Pero todavía más graves son los saltos, con zonas literalmente blancas, brillantes, para que sepamos exactamente adónde saltar. A fin de cuentas es lo mismo, pero sin pensar, como una película. Es decir, en cierto modo dejas de jugar.

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¿Ha influido esto en el malestar general?

Shadow of the Tomb Raider puede convertirse en una visita guiada si jugamos con estas ayudas, lo cual es contra natura de lo que debe ser un videojuego de aventura como éste, donde este apartado está mucho más acentuado que en Rise of the Tomb Raider (2015), por ejemplo, donde la acción primaba por encima de otros elementos y mecánicas.

La pregunta que nos hacemos, no obstante, es si esto ha provocado que a ciertos jugadores les haya sabido a poco la última iteración de la saga de Lara Croft, como si les faltase algo. Aun con sus errores, que los tiene y muy presentes, recomendamos jugar de la forma más compleja posible, pues ahí es donde el título gana enteros de principio a fin.