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The Last Express

The Last Express

The Last Express - Paris-Estrasburgo

Unas gotitas de Cruise for a Corpse. Añádase unos toques de Laura Bow. Un dedo de Doom. Añádase esencia de Myst-Riven. Agítese en una coctelera. ¿Qué sale?

Actualizado a

PARIS-ESTRASBURGO

Robert Cath se dirige a París para subir al famoso tren Oriente Express y acudir a una cita con su amigo Tyler Whitney, que es el que asoma preocupado la cabeza en el andén antes de que se marche el tren. Sin embargo, Cath consigue subirse al tren, sin billete como si esto fuera la RENFE, y en marcha, lo que es más grave.

De la silla de uno de los revisores recoge una revista ilustrada, en cuyo interior hay una lista de pasajeros, que no es necesaria en todo el juego, pero sirve para recordar dónde está cada uno por si uno se pierde en el tren. Además, es la manera obvia de que Cath se entere en qué compartimento está Tyler, que resulta ser el número uno.

Tras entrar en el compartimento usando la manecilla de la puerta, se encuentra Robert con los restos ensangrentados y destrozados de su amigo, ahora difunto, Tyler. ¿Qué hacer? Pues en vista de que es amigo suyo, abre la ventana del tren, arroja a su querido amigo por la ventana [podría haberlo tirado por el water, hubiera sido más humano] y luego se pone su ropa que está colgada en una percha a la derecha de la ventana. Y la cierra, para evitar el ruido insoportable del traqueteo del tren. Es decir, Robert se decide a suplantar a Tyler por lo que resta de juego.

Ahora hay que registrar las pertenencias de Tyler. Robert abre el baúl, sin resultado, aunque bajo él encuentra un pañuelo con la inicial W bordada. La maleta que está en los estantes del techo, donde encuentra un papiro o manuscrito, policromado, en alfabeto cirílico. Vaya, que para Robert está escrito en Java. También encuentra el telegrama que le mandara a Tyler en respuesta al que le envió éste citándole en París.

Llaman a la puerta. Robert contesta al revisor [no es menester abrir la puerta] y éste le cuenta que un tal Schmidt [compartimento tres] le espera en el vagón restaurante. O mejor dicho, espera a Tyler. Tras quitar el cerrojo de la puerta, la abre y acude al vagón restaurante, donde el maitre le busca una mesa. Y como le pasa a El Bárbaro, tiene que ser justo al lado de la puerta de la cocina y de espaldas. A ver quién me tira encima la Vichissoise o como se llame eso.

Tras estar un rato escuchando las conversaciones de todo el mundo, localiza a un tipo regordete, calvo, con quevedos [esas gafas ridículas, sí] y acento teutónico grave. Robert se presenta a él como Tyler. La conversación transcurre por sobreentendidos, rodeos y turbias alusiones que no hay quién entienda. Se levanta la sesión.

Una vez abandonado el vagón restaurante, tras [si queréis] intentar ligar con la mujer del fondo y hablar con el revisor del tren, que le comunica que Su Excelencia desea hablar con él [comorl?] Robert se encamina hasta el vagón de cola y aporrea la puerta finamente.

Allí conoce al magnate de color llamado Kronos [el dios del tiempo, una alusión a la importancia que hay que dar a este elemento en el juego] y a su criada Kahina, cuidado con ella. Allí Kronos deja claro que quiere lo que Tyler le traía, y que sabe perfectamente que Robert no es Tyler. Incluso le llama Cath. Es curioso. Si nunca antes han sido presentados.

De vuelta a su compartimento, pasada la estación de Epernay, se encuentra con Milos, jefe de comando de la organización serbia ultranacionalista Mano Negra [¡qué miedo!] que intenta darle de puñaladas al buen de Robert. Tras esquivar sus ataques tres veces, Tyler le agarra por el brazo que sostiene el cuchillo e inmoviliza a su barbudo oponente.

Una vez en el compartimento, hay un control de la policía. Cath está envuelto en un feo asunto en Irlanda y es buscado por la policía. Por si fuera poco controlaba el cronómetro del Pabellón de la Villa de Madrid el 15 de Noviembre de 1.997. Además le huele el aliento y hay ostentosas manchas en la alfombra. No hay más remedio que cerrar la puerta con cerrojo, abrir la ventana y salir al exterior hasta que la policía se canse de buscar americanos y abandone el tren.

Tras deambular por el tren un rato se encuentra en una zona de fumadores [fuera de los pasillos, entre vagones] a la jovencita rusa. Abre la caja de cerillas, las coge y le da fuego. Se llama Tatiana. Es rusa.

Pues le da el pergamino y ella le promete entregarle una traducción el día siguiente.

Pocas cosas más que hacer, aparte de comprobar que la señorita Wolf [W] y el señor Schmidt parecen tener unas relaciones bastante próximas [o como dicen en mi pueblo, que se entienden] al igual que las dos chicas del compartimento 4 [¡qué vergüenza!] y Tatiana con el ruso vecino de compartimento de Robert. O el turco con todo el harén. Tyler... quise decir Robert se prepara para acostarse en su cama, pensando que puede haber mucho traqueteo y no todo originado por las vías. Ni que sean digitales.

Levantarse y volver a la habitación. Es sólo un sueño, cobarde.