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Alone in the Dark III

Alone in the Dark III - Esto no es lo que parece

Después de las desagradables experiencias de Derceto y La Cocina del Infierno, atrévete con un nuevo desafío.

ESTO NO ES LO QUE PARECE

Nada más pisar las polvorientas callejuelas deshabitadas, Ed se vio agasajado con un caluroso recibimiento. Caluroso, y explosivo, el también se podría decir.

Un cartucho de dinamita derrumbó el puente, único camino de salida del pueblo, y a punto estuvo de acabar también con su vida. Un sujeto alto y demacrado, que vestía una sotana negra y un sombrero vaquero, había sido el encargado de encender la mecha. Una vez más, Ed estaba metido en un buen lío.

Después de recuperarse del efecto de la explosión, Ed se dirigió al derruido "saloon" donde encontró un bidón de gasolina que utilizó para poner en marcha un proyector que había en el interior del edificio. Las imágenes mostraban cómo uno de los actores principales era poseído por un fantasma desconocido, mientras el caballo huía aterrorizado. Las cosas empezaban a resultarle familiares. Un registro posterior del inmueble le permitió hacerse con una lata de aceite, una llave, unas maracas y una caja de cerillas, así como una jarra con alcohol de madera, una botella y un frasco, escondidos en la barra, enfrente de una calavera de toro que decoraba la pared principal.

Casi por inercia, decidió empujar el cuerno izquierdo, que abrió una trampilla en el suelo custodiada por un zombie armado hasta los dientes. Después de una ardua pelea el espectro se transformó en un gato endemoniado y salió despedido por los aires, dejando tras de si un as de diamantes y una bala de oro. Decidido a explorar la trampilla, Ed se dejó caer, hallando una lámpara vacía. Con ayuda del aceite y las cerillas consiguió encenderla, y así descubrió que se encontraba en la bodega.

Allí se hizo con un bastón y examinó el cartel que colgaba de la pared, donde se revelaba la existencia de un pasadizo secreto dentro del barril situado más a la izquierda. Sin embargo, detrás de la puerta de madera sólo encontró un buen puñado de serpientes, a las que engañó utilizando las maracas.

Una rudimentaria escalera le guió hasta una de las celdas de la cárcel, donde fue atacado repetidas veces por varios cowboys armados con escopetas. Mientras se deshacía de los fantasmas, recogió una piedra y, con ayuda del bastón, recuperó la llave de la puerta que había en el exterior de la celda. Una vez fuera, lanzó la piedra contra la pared, en cuyo interior encontró un amuleto indio que le permitió sobrepasar el pentagrama que había en uno de los pasillos.

También le entregó la jarra de alcohol de madera a un zombie, en la sala del fondo, obteniendo a cambio un frasco curativo. Al otro lado del mencionado pentagrama se encontraba la oficina del Sheriff. Registrando un poco, se hizo con una estrella, unos cartuchos y un poderoso Winchester, que consiguió abriendo el armero con la llave que poseía.

Colgados de las paredes, reposaban los carteles de los forajidos más famosos de Slaugther Gulch, entre los que se encontraban los Hermanos Elwood, Li Tung, un karateka experto en explosivos y Jim Burris, al que sólo una bala de oro podía detener.

Ahora Carnby conocía a sus enemigos, estaba en disposición de enfrentarse a ellos. Se internó en una sala dominada por un enorme armario, al lado de una puerta que alguien intentaba abrir.

Rápidamente, empujó el armario hasta bloquear la puerta. Después, se apropió de una escopeta escondida en el armario y subió por la escalera que había detrás, alcanzando el ático del edificio. La luna brillaba en lo alto ofreciendo una noche clara, convertida en espectadora de excepción de los terribles acontecimientos que estaban a punto de producirse.