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Shadow of the Comet

Shadow of the Comet - Segundo Día

La solución a esta aventura de terror con perspectiva en tercera persona.

Actualizado a

SEGUNDO DIA

Me desperté convaleciente en el lecho del dolor. Estaba en mi habitación. ¨Había sido todo un sueño, una pesadilla monstruosa? No, tenía ante mi el Dr. Cobble, que me informó del maltrecho estado de mi corazón.

Tras levantarme, eché un vistazo al pergamino que encontré en el bosque. Estaba repleto de signos extraños. Así que cogí la receta de las pastillas del Dr. Cobble y me dirigí raudo a la farmacia. Mi vida estaba en grave peligro. No podía ir a ninguna otra parte.

Mientras el boticario preparaba las píldoras, me dio libre acceso a su laboratorio, donde podía encontrar el material químico y una cámara oscura. De los dos estantes cogí el Cromogéneo y el Clorato de Benceno (Hiposulfito de Sodio en realidad) más el Metol y la Hidroquinona (*). Entré en la cámara oscura, localicé el interruptor de la luz y la apagué. Metí las placas en el fregadero, y acto seguido usé las dos primeras sustancias como reveladores y como fijadores las otras dos.

(*) Nota de "El Bárbaro": servidor jugó con una versión inglesa. Desconozco los nombres de la versión en castellano: no sé pues la traducción correcta de Chromogeneus y Hidroquinone. Pero las que NO son sí las sé: Sulfito de Sodio, Acido Bórico, Acido Clorhídrico, Paracetamol (éste último es un calmante; el anterior es un ácido corrosivo que se encuentra en el jugo digestivo en concentraciones irrisorias y en el aguarrás algo menos diluido)

Tras revelar las fotos, les eché un vistazo y ví... ví.... AQUELLO

Esta vez fue el farmacéutico quien salvó mi vida. Me suministró las píldoras a tiempo de fortalecer mi corazón decaído.

Salí de la farmacia. Me encontré con Coldstone, quien me aconsejó suspender mis actividades amablemente. ¨Cómo estaba enterado de los sucesos de la noche anterior... si no estaba allí, en aquella degradante ceremonia? Mas no le hice caso y fui a la taberna. Invité a Jed Donahue a tomarse unas cervezas conmigo. Toda información es necesaria.

Acto seguido quise visitar a Jugg. Convenía ponerle al día de los acontecimientos y cotejar experiencias. Pero al acercarme a su vivienda, me encontré con que Wilbur Hambleton, la figura encapuchada del día anterior, salía de casa de Jugg. Me animé a seguirle, y se acercó a la tienda de Myers. Le quité la llave que dejó encima del mostrador, no sé si distraída o tal vez deliberadamente. No pude seguirle.

La llave que sustraje a Wilbur me abrió la cerrada entrada a la casa de Jugg. Charcos de sangre en el recibidor me hicieron temer lo peor. Registré toda la casa, mas no hallé rastro de él. Eso sí: hallé en el recibidor una estatuilla de un bebe, otra de un joven dentro del mueble de la siguiente pieza y, escondida entre las mariposas, otra de un viejo. En su dormitorio hallé unos libros interesantes repartidos entre los estantes del fondo y la biblioteca. Y una diminuta llave bajo la alfombra.

En mi anterior visita había notado la extraña disposición de los libros en los estantes. Noté que ahora no estaban igual.

Así que por analogía con las estatuas, las sustituí en sus respectivas posiciones por los libros titulados "El Viejo y El Mar", "Juventud" y "El Hombre Invisible".(**). Tras esto, apareció la entrada a una cámara secreta... que por la ubicación de las habitaciones debía estar allí.

(**) Nota de "El Bárbaro". Revisión: tras concluir esta aventura, llegó a mis manos otra solución, probablemente basada en el juego en castellano, que sustituye "Youth" que yo traduje por "Juventud" por "El Hombre Joven" y "The Invisible Man" por "Infancia". Como no tengo la versión castellana soy incapaz de saber si es cierto, pero en todo caso la filosofía es la correcta.

Jugg yacía moribundo en lo que era su biblioteca secreta sobre temas ocultos, la que había insinuado que poseía cuando conversamos tras conocernos. Una lástima que no pudiera perder tiempo en la lectura de los variados tratados sobre ocultismo, muchos de ellos de cierta fama entre iniciados, que poseía el desdichado archivero.

Ya más muerto que vivo, Jugg me comunicó lo que pudo sobre la existencia de unos antiguos dioses, CTHULHU el más poderoso de ellos, que reinaron sobre el mundo en tiempos antediluvianos, extendiendo el terror y la ignominia sobre toda la Tierra. Separados de nosotros por otra dimensión, ansían volver a la Tierra para recuperar lo que otrora fue suyo. Coincidiendo con el paso del cometa, del cual nos separaban aún dos noches, se materializaría en el circulo de piedras el Guardián de la Puerta, YOG SOTHOT, que abriría un pasillo entre ambas dimensiones para posibilitar la invasión.

Jugg me encomendó la misión de impedir este suceso. Me dio un mensaje con el expreso mandato de leerlo tan sólo en la intimidad de mi dormitorio. También nos habla del NECRONOMICON, el más conocido libro de las artes y ciencias ocultas, que se halla sobre la mesa de esa biblioteca, advirtiéndome que no lo sacara de aquella cámara, pues tiene el poder de enloquecer a las personas. Y falleció allí mismo.

Era evidente que los secuaces y adoradores de CTHULHU le habían matado para impedir que coordinásemos nuestros esfuerzos. Pero yo temía lo que pudiera pasarme. Era ahora sospechoso de haber matado a Jugg. Su autopsia demostraría que había muerto después de mi entrada en su casa, y mis relaciones con la policía distaban de ser óptimas tras el altercado del día anterior. Necesitaba cautela. Pero también era menester que acabase la lucha contra los dioses antiguos que había iniciado Boleskine primero y continuado Jugg más tarde. Reflexioné que era probable que toda esta biblioteca ocultista fuera anteriormente propiedad de Boleskine, pues así lo sugerían los papeles que encontré en los archivos.

Abrí el NECRONOMICON usando la llavecita que encontrara antes bajo la alfombra. Lo leí.Tomé algunas notas, y tal como dijera Jugg lo dejé en la mesa. Cogí el mensaje póstumo del finado y abandoné la casa jurando tomar venganza.

Ya en la calle, consciente del peligro de ser denunciado por algún falso testimonio a la policía, pues la evidencia apuntaba a que se trataba de una trampa, busqué evitar el contacto humano para impedir mi encarcelación, que habría dejado el camino libre a los secuaces de CTHULHU para invocar a YOG SOTHOT.

De alguna manera, conseguí llegar hasta la casa del Dr. sin despertar sospechas... aunque Coldstone tratase de impedirlo.

En la privacidad de mi cámara, oculto a ojos indeseados, leí el mensaje de Jugg. No era claro más no me costó descifrarlo. Debía acudir a alguien en la oficina de Correos para que me ayudase.

Al llegar a Correos observé que el mapa de la villa que adornaba las instalaciones había desaparecido. Interrogué a la encargada del servicio postal. El estudioso sobre temas indios que habitaba el piso superior, Sr. Underhouse, lo había cogido pues había encontrado la situación exacta de un antiguo cementerio de una tribu perdida. Discutimos algo sobre el tema de los indios... naturalmente yo los defendí, en parte por convicción, en parte para contrariar a la desagradable y antipática funcionaria.

Subí al piso superior y hablé con el Sr. Underhouse, un estudioso de los temas indígenas de Norte América, reducido a la invalidez tras un encuentro inamistoso con los seguidores de CTHULHU. Mostróse compungido por la muerte de su compañero de fatigas y colega de investigaciones, T.Jugg. Así que cooperó conmigo.

Me reveló la existencia de un diario comprometedor para los intereses de los adoradores de los dioses antiguos. Tal diario estaba escondido en la caja fuerte en el despacho del alcalde. Arlington pues formaba parte de la camarilla ocultista, asícomo Wilbur Hambleton, Coldstone y Tyler.

Desconocía cuál era la clave de la caja fuerte, mas sabía que tenía algo que ver con la Biblia.

Tras salir volví a la tienda de Myers, adquirí más placas fotográficas y un par de baratijas que me ofreció, un broche y una pequeña joya de bisutería.

Ya había visto a Miss Picott y a su adorable y sufrida sobrina a la puerta de Correos. Traté de convencerla para que me prestase la Biblia que la acompañaba a todas partes. Lo conseguí tras ser extremadamente diplomático con ella y regalarle el camafeo comprado en Myers'

De camino al ayuntamiento, conversé con Bishop. Quería comunicarme algo, pero decía que aquél no era ni el momento ni el lugar oportuno. Estaba claro que recelaba de Coldstone o de Arlington.

Penetré en el ayuntamiento, y conseguí con desfachatez convencer al funcionario de la entrada de que me dejase entrar en el despacho de Arlington, supuestamente para contemplar las vistas de Illsmouth desde allí y hacer unas fotos.

No me costo hallar la caja fuerte, oculta en un armario. En cuanto a la combinación era 345, correspondiente a la página de la Biblia donde figura el número de la Bestia, el 666. Tras abrir la caja fuerte, cogí el diario y lo leí.

Jonas Hambleton se hizo rico con el negocio de la factoría pesquera. Con el dinero llegó el poder, y con él el ansia de más y más poder.

Se aficionó en esa época a las lecturas ocultistas. Tras varias vicisitudes, que incluían la traición de su hijo menor, él adquirió de los dioses antiguos el don de la inmortalidad, al igual que Wilbur, que obtuvo el don de "leer las piedras". El precio: sus dedos soldados por membranas; el sacrificio de su mujer al monstruo marino DAGON que vive aún en las profundidades, cerca del villorrio; la vida sepultado "allá donde se junta el cielo, el mar y la tierra". Allí, en ese sepulcro se hallan las cuatro estatuillas, cuya destrucción implicaba la muerte de las cuatro familias que formaban la secta adoradora de CTHULHU.

También hallé una caja de cigarros. Tras abrirla encontré un resguardo de Correos, a nombre de Wilbur. Antes de abandonar la cámara, devolví el diario a la caja fuerte para impedir que su ausencia alertase a Arlington de que ahora conocía su punto débil.

Me acerqué a Correos, donde intercambie con la funcionaria el resguardo por un paquete. Tras abrirlo, tenía una túnica exactamente igual a la de Wilbur. Encontré a Bishop, y traté de conseguir su ayuda para el futuro, con éxito. Tenía el camino expedito hacia el faro, donde Tyler trabajaba y era impedida la entrada a todo el mundo.

Me cambie de ropas tras el pozo cercano (no quería dar excusas al polizonte para que me detuviera) y de esta manera eludí fácilmente a los guardas, contestando con gruñidos a sus preguntas. Usé la escalera de cuerda que había encontrado en la pesquería para poder penetrar en el faro y llegar a su cumbre. Una vez allí, intentaron cogerme.

Sin perder la calma, examiné y abrí el reloj de sol. Me hice con unas alas. Abriendo la lámpara me hice con una vela de cera, la cual encendí usando la lupa sobre su mecha.

Tras esto usé cera derretida para reforzar las alas y huí con ellas, planeando allá por donde las corrientes aéreas me llevaron... al claro del bosque donde habitaban los gitanos.

Hablé algo con ellos, pues se mostraban a la vez agradecidos por mi gesto del día anterior y atemorizados por los extraños fenómenos que pudieron entrever la noche pasada. Finalmente la decidora de la fortuna accedió a leer el globo tras hablar con ella.

Desde el reino de las sombras apareció ante mi mente la visión de Boleskine, relatándome la historia de aquel pedazo de tierra conocido por Illsmouth. Aquellas tierras estaban malditas, puesto que en los tiempos de los dioses antiguos albergaron un santuario donde deformes sacerdotes practicaron horribles sacrificios en nombre de los sangrientos CTHULHU y compañía. El relato siguió dando pistas para las acciones que debía aún emprender.

Regresé al pueblo, porque era el momento de actuar, de aniquilar a los secuaces del maldito averno, aunque el sol ya se había ocultado tras el horizonte y la oscuridad me lanzaba constantes augurios de destrucción