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GOLF | BRITISH OPEN

De campeón de la Recopa a vender golf en St. Andrews

Jesús García Sanjuán, que jugó en el histórico equipo del Zaragoza en 1995, ahora se dedica a llevar a aficionados a jugar en campos escoceses.

St. AndrewsActualizado a
De campeón de la Recopa a vender golf en St. Andrews
Diario AS

La vida da muchas vueltas. Que se lo digan a Jesús García Sanjuán (Zaragoza, 1971), un trotamundos del fútbol que ahora, con 50 años, tiene su dedicación en llevar golfistas amateurs a jugar los campos escoceses más icónicos a través de su empresa, Golf Escocia. Pero antes de contar esa historia, rebobinemos.

Sanjuán fue centrocampista en el Zaragoza de los 90. El de la Recopa de 1995. Venía de la cantera y participó en el título más recordado del equipo maño. Aquel del golazo de Nayim, que no vio en directo por una bronca con el entrenador, Víctor Fernández, a cuenta de su sustitución. Había entrado en el minuto 68 sustituyendo a Higuera y el míster decidió cambiarle por Geli a seis minutos del final de la prórroga. Lógicamente no le sentó nada bien. “Iba hacia el banquillo llamándole de todo al entrenador y de repente vi que mis compañeros se volvían locos. Había marcado Nayim”, relata en St. Andrews, la Catedral del golf que acoge estos días la 150ª edición del British Open.

Tres años después de aquello se marchó al Villarreal. Entonces ya jugaba al golf, pero poco porque en el Zaragoza se lo tenían “terminantemente prohibido”. En Castellón compartió partidos “casi todos los martes” con el hispano-danés Thomas Christiansen “en el campo de La Coma”. Allí conoció a Sergio García, por entonces un chaval que le idolatraba y al que se llevó a algún entrenamiento del Submarino Amarillo. “Siempre se quería meter a jugar con nosotros. Le pegaba a la bola como un fuera de serie, pero tampoco te podías imaginar que iba a llegar a tanto”, cuenta Sanjuán.

García Sanjuán, sexto por la izquierda, parcialmente tapado por la bandera aragonesa, celebra la Recopa de 1995 con el Zaragoza.
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García Sanjuán, sexto por la izquierda, parcialmente tapado por la bandera aragonesa, celebra la Recopa de 1995 con el Zaragoza.

Tras el Villarreal vino un periplo en el Córdoba y de allí, a Escocia. “Me quedé sin equipo después de mi última temporada en el Córdoba. A punto de empezar la temporada me llamó Bahía, que me representaba, para venir con un grupito de siete u ocho españoles a un equipo que iba a comprar Steve Archibald. No cumplió con lo que tenía que cumplir y desapareció. Nos ficharon equipos de la Premier escocesa. Yo me fui al Kilmarnock. Yo estaba en la madurez absoluta. Había hecho un año horrible en el Córdoba a valorar la posibilidad de no seguir jugando”, explica. En tierras caledonias, todo lo contrario que en Zaragoza: lo normal era que los compañeros y el entrenador jugasen al golf. “Es que nos incitaban. Llegué con hándicap 20 y todos eran tres, cinco... Ahora tengo seis”, asegura.

Poco a poco, Sanjuán fue perdiendo la pasión por el fútbol: “Empecé a no disfrutar, a tener minilesiones: una roturita, una sobrecarga... La cabeza ya no estaba. A veces me borraba del equipo. Le decía al entrenador que me dolía la tripa porque no quería jugar. O lo típico que mira el entrenador al banquillo a ver quién está para salir y yo me escondía”. Fue entonces cuando empezó a fraguar su vida fuera del balompié. “Aproveché mi nombre para conocer muchos campos, empezar a meter la cabeza. Me retiré en 2003 y ya tuve mis primeros clientes. Entonces no había móviles ni nada. Con una web y un teléfono que cogía mi madre funcionábamos. El primer año hice cuatro grupos, el segundo doce, luego veintitantos... Y ya dices ‘hostia, esto puede funcionar’”.

Actualmente Sanjuán es “el único proveedor autorizado en España de St. Andrews”. Allí es miembro de The New Golf Club, que tiene una sede preciosa con vistas a la calle que comparten el hoyo 1 y el 18 en la Catedral de este deporte. Prácticamente tiene vía libre para jugar el Old Course. Normalmente no trabaja el Open, pero el hecho de que sea en ese campo y la 150ª edición ha provocado un aluvión de solicitudes para jugar en la zona, que también alberga otras joyas como Turnberry, Royal Troon... Tras el parón de la pandemia, que fue duro (”durante siete meses no me llamó nadie”) ha habido un repunte importante del negocio: “Este año probablemente vamos a tener unos 500 clientes en total, pero porque estoy dopado, tengo todos los retrasos de los dos años anteriores”. También ha tenido que expandir el abanico de opciones a Irlanda e Inglaterra “porque la gente te lo pide”. Pero las salidas a esos territorios son más escasas por los medios con los que cuenta y la atención personalizada que le gusta dar. Nadie tiene el don de la ubicuidad. “Como suelen decir en Escocia para hacer el chiste, me llamo Jesús pero no Dios”, bromea un tipo que ha encontrado otra forma de seguir disfrutando de la pelota, aunque esta sea más pequeña y se golpee con un palo en lugar de los pies.