El Real Zaragoza, que lucha por salir de una de las peores crisis de su historia, celebra hoy el 25º aniversario de su mayor éxito, la Recopa de 1995.
El miércoles 10 de mayo de 1995, a los 119 minutos y 40 segundos de partido, Nayim disparó desde medio campo contra la portería del Arsenal. Era la última jugada de la final de la Recopa. Era una locura. Pero la pelota completó una parábola imposible y fue gol. Hoy se cumplen veinticinco años de aquel tanto excepcional, quizá el más extraordinario de una final europea, que le dio al Real Zaragoza el título más grande de su historia.
Revisemos la jugada. Último minuto de la prórroga. Adams cabecea sin orden, la defensa del Arsenal está muy avanzada y la pelota viene a Nayim, que la afloja y la deja botar. Tras el primer bote mira al fondo, a la portería y ahí duda de si golpear, pero no se decide. Tras el segundo bote, la revienta. El violento impacto implica todo el costado derecho del pie. La pelota sale despedida. Pardeza inicia una carrera, Adams se contiene y lo deja en fuera de juego, Geli entra por la izquierda; la zaga inglesa se deja llevar y se aproxima para el saque de puerta. Poyet mira, Esnáider mira, Aguado mira, Cáceres mira… Seaman corre. Tres segundos más tarde el balón está dentro. David Seaman se tumba de medio lado, como si dormitara. La pelota regresa de la red, muy lentamente, y se queda parada sobre la línea. El gol tarda en hacerse creíble, pero al instante desata una pasión sin límites entre el Zaragoza y el zaragocismo. Sí, el Zaragoza era campeón, justísimo campeón de la Recopa, después de eliminar al Gloria Bistrita rumano, al Tatran Presov eslovaco, al Feyenoord holandés y nada menos que a los ingleses Chelsea y Arsenal.
Sabía que me metía en un lío cuando le vi chutar, porque me había adelantado un poco y Nayim sabía lo que hacía
David Seaman
El gol de Nayim contuvo todos los condicionantes para alimentar un mito, un mito que no deja de crecer con el paso de los años: oportunismo (últimos segundos de una prórroga), dramatismo (el esfuerzo inútil de Seaman y su desolación final), exactitud y máxima dificultad (el derechazo desde 49 metros surgió en el momento preciso y voló lo justo para caer en el hueco imposible entre la mano del portero y el larguero). Y todo ello en una final europea.
“Sabía que me metía en un lío cuando le vi chutar, porque me había adelantado un poco y Nayim sabía lo que hacía. Como portero, uno puede ser un héroe durante 119 minutos y de repente, ¡bum! Sé de lo que hablo. Me pasó cuando Nayim disparó desde tan lejos. De repente pasó lo que pasó. Una pesadilla. El último segundo, el último disparo de un partido… El recuerdo de ese gol me perseguirá toda mi vida”, se lamentó el portero del Arsenal a la conclusión de la final.
Había miles de personas que empujaban conmigo ese balón
Nayim
“Había miles de personas que empujaban conmigo ese balón”, declararía feliz pero sereno Mohamed Alí Amar, Nayim, en una frase que se hizo inmortal.
Un diario tituló: “Alá es grande”. Pardeza, capitán de aquel once legendario, admite que pensó en una posibilidad sobrenatural que escapaba a su ilustración. Conforme el tiempo empuja hacia atrás las imágenes de aquella noche, crece el mito de París, casi a la misma velocidad que el Real Zaragoza, inmerso en una de las peores crisis de su historia, intenta levantarse de la mano otra vez de Víctor Fernández de la demolición a la que le sometió durante ocho años un personaje innombrable.
“Aquella fue la gran victoria de todo Aragón”, dijo en una ocasión Víctor, que ahora está inmerso en ganar la ‘Recopa del Siglo XXI’, la del ascenso a Primera División después de siete años en la ruina y el pozo de la Segunda División.
En 1995 hacía 29 años que el Zaragoza no alcanzaba una final continental —la Copa de Ferias de 1966 que los ‘Magníficos’ perdieron contra todo pronóstico frente al Barcelona—, y la expectación desbordó todas las previsiones. Veinte mil aragoneses se desplazaron a París, y otros treinta mil se concentraron en la plaza de toros y el pabellón Príncipe Felipe, donde se habían instalado dos pantallas gigantes, para propiciar un ambiente festivo en la ciudad. Más de 200.000 personas recibieron a los campeones un día después en la Plaza del Pilar. Aquella fue una celebración colosal, con el desaparecido Sergi ejerciendo como gran maestro de ceremonias. Inolvidable.
Era un equipo atrevido, que siempre quería llevar la iniciativa, y que tenía mucha contundencia ante el gol
Víctor Fernández
Cedrún, Belsué, Aguado, Cáceres, Solana, Aragón, Nayim, Poyet, Pardeza, Higuera y Esnáider. Aquel once, como todos los equipos campeones, se recitaba de memoria.
“Era un ramillete de jugadores de gran calidad técnica, y con un perfil muy ofensivo, porque hasta los defensas metían goles. Era un equipo atrevido, que siempre quería llevar la iniciativa, y que tenía mucha contundencia ante el gol. Era un equipo ambicioso, construido para atacar, para salir a ganar. Y esa vocación la defendimos hasta las últimas consecuencias. El compromiso colectivo era extraordinario, fuera de lo normal. Y no se puede olvidar tampoco que el Real Zaragoza tiene una tradición ganadora. Eso también ayuda. Y nos ayudó a nosotros”, recuerda Víctor Fernández.
Hoy, veinticinco años después, la memoria está muy presente. Al Zaragoza siempre le quedará París...
Te invitamos a un paseo virtual por el interior del Parque de los Príncipes como es hoy
París y una goma atada a la cama
Estoy en una habitación del hotel La Forestiere en el Bosque de St. Germain-En-Laye. Nos han llevado allí dos días antes del partido. Con techos a dos aguas y una chimenea cuya estructura vertical sobresale de la pared en la que está incrustada, el inmueble tiene más de casa rural que de hotel. Desde mi ventana puedo ver el jardín, repleto de flores y árboles, bajo cuya sombra resultaría agradable estar leyendo o tomando una cerveza. Pero ese horizonte está muy lejos de mí. Todo lo que me importa en esos momentos es una goma de cierto grosor. La tengo atada por un extremo a una de las patas de la cama, mientras que en el otro he hecho un lazo por el que puedo meter mi pie izquierdo. He aterrizado allí con molestias en los isquiotibiales que amenazan con no dejarme jugar. De las dos últimas finales de Copa del Rey a las que hemos llegado, me perdí la de Valencia contra el Real Madrid justamente por una contractura. Y la del año siguiente en el Calderón contra el Celta, sólo la pude disputar gracias a un vendaje en mi tobillo que parecía una escayola. Sería una broma, pienso, que el partido más importante de mi carrera se quede en un mal recuerdo. Los únicos que saben de mis dudas y mis temores son los “fisios” del equipo, Kabir y, sobre todo, Paul Knaap, con el que he estado en dos ocasiones en Rotterdam en la consulta de Van Toorn, que en esos años se ha puesto de moda por sus milagros. Su terapia provoca discrepancias y críticas apasionadas. Según algunos, sus métodos son una temeridad. Otros no tienen empacho en acusarlo de ser un impostor que pone en riesgo la salud de los profesionales.
Nayim le da la Recopa al Zaragoza con un gol maravilloso
El Arsenal era el vigente campeón de la Recopa y uno de los grandes clubes ingleses, pero el Real Zaragoza jugó sin ningún complejo en París e hizo sobrados méritos para el triunfo. Después de media hora de igualdad, el equipo de Víctor Fernández tomó el mando del partido y ya no lo soltó hasta levantar la copa de campeón. Esnáider abrió el marcador con un golazo y Hartson empató en un despiste, pero el momento mágico estaba por llegar.
El partido se fue a la prórroga, y en el último instante, cuando todo el mundo se preparaba para unos penaltis dramáticos. llegó la gloria. Mohamed Alí Amar ‘Nayim’, que en árabe significa ‘el afortunado’, vio muy adelantado a Seaman. Decidió tirar desde más de 49 metros y, ante la sorpresa de los 45.000 espectadores que abarrotaban el Parque de los Príncipes, lograba un gol que ha pasado a la historia del fútbol europeo. El Zaragoza conquistaba así su segundo título continental 31 años después.
Apoteosis en Zaragoza
En Zaragoza continuó la fiesta que había empezado la noche anterior en París. En la capital aragonesa, la llegada de la expedición zaragocista con el título recién conquistado fue el momento culminante para los aficionados. Víctor Fernández fue jaleado, vitoreado y piropeado por los seguidores zaragocistas, que reconocían de esa manera el trabajo de uno de los principales artífices del gran éxito del Zaragoza, que pasaba de los "Magníficos” a “Los Héroes de París”.
“Allá a donde voy me recuerdan el gol de París”
Nayim, que se encuentra en Zaragoza pasando el confinamiento, atiende la llamada de As para revivir aquel golazo a Seaman en el Parque de los Príncipes de París. El 10 de mayo de 1995 el equipo aragonés alzó al cielo la Recopa de Europa y levantó de sus asientos a prácticamente todos los aficionados españoles y 25 años después aquella gesta continúa viva en la memoria y el corazón de todos los zaragocistas.
Hoy hace 25 años que el Real Zaragoza conquistó la Recopa. Es un día especial para usted, ¿verdad?
Sin duda alguna. Fue un día que cambió mi vida, no sólo a mí, sino a todo ese grupo de jugadores y cuerpo técnico. Fue un momento increíble por cómo pasó todo, sobre todo los últimos segundos del partido.
“El corazón se me acelera cada vez que recuerdo la Recopa”
Víctor Fernández revive a través de los canales de comunicación del Real Zaragoza la final de la Recopa, el ambiente vivido en el Parque de los Príncipes, los goles de Esnáider y Nayim y la posterior celebración en la plaza del Pilar al mismo tiempo que prepara el último asalto de lo que sería, según sus palabras, “la Recopa del siglo XXI”. Un ascenso que el Real Zaragoza persigue desde hace siete temporada y que está muy cerca de lograr justo el año que se cumplen 25 años de la gesta de París.
—Hoy ya se cumplen 25 años de la Recopa. Como pasa el tiempo, ¿verdad?
—Va todo muy rápido. Parece que fue ayer, pero 25 años ya es una cifra muy respetable. Todo va a un ritmo altísimo y todo esto que estamos viviendo parece que aún te acerca más al pasado, pero el tiempo es el tiempo.
Esnáider marca el ritmo del Zaragoza en Europa
Las formidables actuaciones de Esnáider lideraron a los aragoneses en la Recopa. Tras comenzar contra dos equipos modestos, el Zaragoza dio su verdadera medida ante Feyenoord y Chelsea. Ante los de Rotterdam, los zaragocistas tuvieron que templar sus ánimos por el juego violento del equipo holandés. En ambos partidos el Feyenoord se quedó en inferioridad e incluso el húngaro Kiprich amagó con golpear al colegiado Markus Merk. En Londres, un gol de Aragón clasificaría al Real Zaragoza.
Criado en las categorías inferiores de Ferro Carril Oeste, un modesto conjunto argentino que alcanzó sus mayores logros de la mano de Carlos Timoteo Griguol y con Héctor Cúper en el terreno de juego, Juan Eduardo Esnáider se dio a conocer rápidamente tanto por su capacidad goleadora como por su mal carácter dentro del campo. Con diecisiete años fue el máximo goleador del Torneo Suramericano Sub-20. Fichado por el Real Madrid, sería en el Zaragoza donde explotó sus condiciones goleadoras. El argentino fue el segundo máximo goleador del torneo, marcando goles a los cinco equipos a los que se enfrentó.
Dieciseisavos De Final
GLORIA BISTRITA 2-1 REAL ZARAGOZA |
15.09.94 Bistrita, Rumania (Municipal Gloria) |
GLORIA BISTRITA: Campeanu; Zegrean, Tararache, Cristea, Sasarman; Stancu, Mironas, Sevastita, Raduta; Matei, Lazar (Lungu, 22’; Balaur, 67’). |
REAL ZARAGOZA: Cedrún; Belsué, Aguado, Cáceres, Lizarralde; Franco, Aragón, Geli; Higuera (Nayim, 80’), Pardeza (Óscar, 72’); Esnáider. |
Árbitro: Cakar (Turquía). Expulsó a Franco (69’) y Sasarman (89’). |
Goles: 0-1 (M. 44): Esnáider. 1-1 (M. 52): Raduta. 2-1 (M. 53): Lungu. |
REAL ZARAGOZA 4-0 GLORIA BISTRITA |
29.09.94 Valencia (Luis Casanova) (*) |
REAL ZARAGOZA: Cedrún; Belsué, Aguado, Cáceres, Solana; Nayim, Aragón (Óscar, 57’), Poyet; Higuera, Pardeza; Esnáider (Geli, 72’). |
GLORIA BISTRITA: Campeanu; Zegrean, Tararache, Mironas, Cristea; Moraru (Lungu, 46’), Sevastita, Stancu, Raduta; Cocan (Balaur, 65’), Matei. |
Árbitro: Waddell (Escocia). |
Goles: 1-0 (M. 11): Pardeza. 2-0 (M. 42): Aguado. 3-0 (M. 48): Poyet. 4-0 (M. 58): Poyet. |
(*): primer partido en el exilio por la clausura de La Romareda. |
Dieciseisavos De Final | Ida | Vuelta |
Besiktas - Hjk Helsinki | 2-0 | 1-1 |
Bodo/Glimt - Sampdoria | 3-2 | 0-2 |
Brondby - Tirana | 3-0 | 1-0 |
Chelsea - V. Zizkov | 4-2 | 0-0 |
Croatia Zag. - Auxerre | 3-1 | 0-3 |
Cska Moscú - Ferencvaros | 2-1 | 1-2 |
Dundee Utd. - T. Presov | 3-2 | 1-3 |
G. Bistrita - Zaragoza | 2-1 | 0-4 |
Grasshopper - Chernomorets | 3-0 | 0-1 |
M. Branik - Austria Viena | 1-1 | 0-3 |
Omonia N. - Arsenal | 1-3 | 0-3 |
Blagoevgrad - Panathinaikos | 0-2 | 1-6 |
Oporto - Lks Lodz | 2-0 | 1-0 |
Sligo Rovers - Brujas | 1-2 | 1-3 |
Z. Vilnius - Feyenoord | 1-1 | 1-2 |
Mac. Tel Aviv - W. Bremen | 0-0 | 0-2 |
Octavos de final
TATRAN PRESOV 0-4 REAL ZARAGOZA |
Ida/ 20.10.94 Presov, Eslovaquia (Tatran Stadion) |
TATRAN PRESOV: Jakubech; Kentos, Varga, Bajtos (Lukac, 45’), Hlusko; Hatta, Skalka, Zvara, Hoger; Chiuri, Nenadic (Kocis, 62’). |
REAL ZARAGOZA: Cedrún; Belsué, Aguado, Cáceres, Solana (García Sanjuán, 46’); Nayim, Aragón, Poyet, Geli; Higuera (Loreto, 60’), Esnáider. |
Árbitro: Mendes Pratas (Portugal). Expulsó a Hlusko (34’). |
Goles: 0-1 (M. 26): Poyet. 0-2 (M. 43): Varga, en p.p. 0-3 (M. 49): Esnáider. 0-4 (M. 88): Esnáider. |
REAL ZARAGOZA 2-1 TATRAN PRESOV |
Vuelta/ 03.11.94 Valencia (Luis Casanova) (**) |
REAL ZARAGOZA: Juanmi; Lizarralde, Aguado, Cáceres, Geli; García Sanjuán, Nayim, Óscar, Poyet (Pardeza, 59’); Loreto, Esnáider. |
TATRAN PRESOV: Jakubech; Lecko, Varga, Hatta, Gerich; Chiuri (Kolvrek, 73’), Zvara, Skalka, Hoger; Kocis, Nenadic. |
Árbitro: Gallagher (Inglaterra). |
Goles: 1-0 (M. 5): Esnáider. 1-1 (M. 38): Kocis. 2-1 (M. 56): Óscar. |
(**): segundo partido en el exilio por la clausura de La Romareda. |
Octavos De Final | Ida | Vuelta |
Besiktas - Auxerre | 2-2 | 0-2 |
Brondby - Arsenal | 1-2 | 2-2 |
Brujas - Panathinaikos | 1-0 | 0-0 |
Chelsea - Austria Viena | 0-0 | 1-1 |
Feyenoord - W. Bremen | 1-0 | 4-3 |
Oporto - Ferencvaros | 6-0 | 0-2 |
Sampdoria - Grasshopper | 3-0 | 2-3 |
T. Presov - Zaragoza | 0-4 | 1-2 |
Debut en Valencia
El Zaragoza tuvo que jugar sus dos primeros encuentros (ante el Gloria Bistrita y el Tatran Presov) en Valencia por una sanción de la UEFA. En diciembre de 1992, al término de la eliminatoria Zaragoza-Borussia Dortmund, una moneda de 25 pesetas impactó en el colegiado Rubert Forstinger y motivó la sanción.
Cuartos de final
FEYENOORD 1-0 REAL ZARAGOZA |
Ida/ 02.03.95 Rotterdam, Holanda (De Kuip) |
FEYENOORD: De Goey; Maas, Trustfull, Frasser, Heus; Refos, Bosz, Kiprich, Bob Witschge; Larsson (Van Loen, 82’), Blinker (Esajas, 89’). |
REAL ZARAGOZA: Cedrún; Belsué, Aguado, Cáceres, Solana (Lizarralde, 61’); García Sanjuán, Aragón, Poyet, Geli (Nayim, 82’); Higuera, Esnáider. |
Árbitro: Koho (Finlandia). Expulsó a Bob Witschge (86’). |
Gol: 1-0 (M. 65): Larsson. |
REAL ZARAGOZA 2-0 FEYENOORD |
Vuelta/ 16.03.95 (La Romareda) |
REAL ZARAGOZA: Juanmi; Belsué, Aguado, Cáceres, García Sanjuán; Nayim, Aragón, Poyet; Higuera (Óscar, 76’), Pardeza (Geli, 89’); Esnáider. |
FEYENOORD: De Goey; Van Gobbel, Maas, Trustfull, Frasser; Scholten, Refos, Bosz, Kiprich; Larsson, Blinker (Obiku, 76’). |
Árbitro: Merk (Alemania). Expulsó a Bosz (85’) y Kiprich (87’). |
Goles: 1-0 (M. 58): Pardeza. 2-0 (M. 72): Esnáider. |
Cuartos De Final | Ida | Vuelta |
Arsenal - Auxerre | 1-1 | 1-0 |
Brujas - Chelsea | 1-0 | 0-2 |
Feyenoord - Zaragoza | 1-0 | 0-2 |
Sampdoria - Oporto | 0-1 | 1-0 |
Remontada ante el Feyenoord
Pese a su mayor calidad y su mejor juego a lo largo de los dos partidos, el Zaragoza tuvo que superar una más que injusta derrota ante el Feyenoord en Rotterdam para acceder a las semifinales. Los holandeses, que se quedaron en inferioridad numérica por su comportamiento agresivo en ambos choques, fueron superados por dos goles de Pardeza y de Esnáider, éste con una sensacional volea ante la que De Goey, meta holandés, no pudo hacer nada.
Semifinales
REAL ZARAGOZA 3-0 CHELSEA |
Ida/ 06.04.95 (La Romareda) |
REAL ZARAGOZA: Juanmi; Belsué, Aguado, Cáceres, Solana; Aragón (García Sanjuán, 79’), Poyet, Nayim; Higuera, Pardeza (Óscar, 63’); Esnáider. |
CHELSEA: Hitchcock; Clarke, Sinclair, Johnsen, Minto; Rocastle (Hoddle, 63’), Spencer (Stein, 63’), Spackman, Myers; Peacock, Furlong. |
Árbitro: Sundell (Suecia). |
Goles: 1-0 (M. 8): Pardeza. 2-0 (M. 25): Esnáider. 3-0 (M. 57): Esnáider. |
CHELSEA 3-1 REAL ZARAGOZA |
Vuelta/ 20.04.95 Londres, Inglaterra (Stamford Bridge) |
CHELSEA: Hitchcock; Clarke, Sinclair, Johnsen (Hoddle, 60’), Minto; Rocastle (Spencer, 46’), Stein, Spackman, Lee; Peacock, Furlong. |
REAL ZARAGOZA: Juanmi; Belsué, Solana, Cáceres, Cafú; Nayim, Aragón, Óscar; Higuera (Geli, 67’), Pardeza; Esnáider (Loreto, 83’). |
Árbitro: Monteiro (Portugal). |
Goles: 1-0 (M. 30): Furlong. 1-1 (M. 54): Aragón. 2-1 (M. 63): Sinclair. 3-1 (M. 86): Stein. |
Semifinales | Ida | Vuelta |
Arsenal - Sampdoria | 3-2 | 2-3 |
Zaragoza - Chelsea | 3-0 | 1-3 |
Triunfo y temor ante el Chelsea de Hoddle
El Chelsea que dirigía Hoddle fue el penúltimo escollo que tuvo que pasar el Zaragoza para jugar la final. En La Romareda, los ingleses fueron vapuleados por el conjunto maño, que tuvo en Pardeza y en Esnáider (2) a sus goleadores. En Londres, un tanto espectacular de Aragón, que dribló a dos rivales antes de batir a Hitchcock, sentenció la eliminatoria, aunque Furlong y Hoddle (arriba) insistieron hasta el último minuto.
El Zaragoza que fue y hoy vuelve a ser
No hay gol igual, me atrevo a decir que no habrá gol igual, en la historia del fútbol. La mezcla de dificultad, imaginación, suspense y valor conceden a la prodigiosa ocurrencia de Nayim la autoría de un hito incomparable. Otros goles agónicos también decidieron títulos importantes, pero ninguno sucedió desde más de 40 metros. El contexto y la distancia son únicos.
En un niño nacido en Madrid, aunque de firmes raíces aragonesas, la parábola de Nayim solo hizo que reafirmar la mejor decisión que, en su inconsciencia infantil, pudo tomar. Mi padre me descubrió lo que era el Real Zaragoza, algo por lo que siempre le estaré agradecido. Quizá ser del Zaragoza no era la opción lógica ni lo que tocaba. Sin embargo, hoy entiendo más que nunca que era la elección natural. Los recuerdos borrosos previos de mis tardes de zaragocismo ganan total nitidez en el camino hacia la Recopa de París.
Todavía siento caer las inconsolables lágrimas que me provocaron las paradas de un portero de apariencia singular como De Goey y el gol de un joven con rastas llamado Larsson. Por un momento todo estaba perdido, pero nada fue como aparentaba. La remontada al Feyenoord en La Romareda, la poderosa exhibición ante el Chelsea o el icónico bautizo de la hija de Aragón —mi primer ídolo— en Stamford Bridge condujeron a un equipo de huella personalísima a la final contra el Arsenal. Víctor Fernández adoptó una propuesta tan identificable como atractiva, exageradamente ofensiva a veces, con jugadores de gran pie y jerarquía en todas las líneas y un goleador mayúsculo como Esnáider, incontenible toda la Recopa. Al Zaragoza se le conocía por una idea. Aquel equipo se escribió desde su grandeza futbolística, pero también desde la ambición colectiva, el orgullo de su afición y el sentido de pertenencia de una comunidad entera.
Aunque pueda parecer tanto tiempo después, el Zaragoza no se quedó en París. La trayectoria asimétrica que siguió después, con triunfos tan notables como la Copa de Sevilla, el Galacticidio de Galletti, la Supercopa de Zapater o el glorioso 6-1 al Madrid, ha deparado en siete años consecutivos en Segunda por la negligente y dolosa gestión de Agapito Iglesias. La supervivencia del Zaragoza quedó a los pies de un milagro. Y el milagro era su gente. La reciente reconstrucción social dibuja un panorama alentador, ligado al imprescindible retorno a Primera por cuestiones económicas. Ir a La Romareda, una costumbre que repito casi en cada partido que juega como local, conecta a varias generaciones de aficionados entre los que cada vez se ven más niños. Si algo se rompió en el pasado, hoy se ha recuperado. El vínculo pasional con el Zaragoza está tan vivo como lo estaba París. Con Víctor, siempre Víctor, como guía necesario. Se trataba de volver a empezar para volver a ser.