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NATACIÓN | BUDAPEST 2022

Recital de David Popovici y baja médica de Dressel

El rumano de 17 años pasa a la final de los 100 libre batiendo el récord del mundo júnior (47.13) y es el máximo favorito para conseguir su segundo oro en este Mundial.

David Popovici.
Dean MouhtaropoulosGetty

Cada vez que salta a la piscina de Budapest, David Popovici nada más rápido que en la prueba anterior. Le ocurrió en los 200 libre, disciplina en la que estableció hasta en dos ocasiones el récord del mundo júnior y dejó temblando el récord absoluto del alemán Paul Biedermann. Y ahora ha repetido en el 100 libre. De sus 47.60 de las preliminares a los 47.13 de las semifinales. El récord mundial, de César Cielo, está en 46.91.

El rumano, nadador de Arena, nada sin esfuerzo, domina el segundo 50 como nadie y no tiene rival. Le apretó el francés Maxime Grousset hasta el final, pero Popovici no se dejó ir y siguió metiendo brazadas, avanzando como un anfibio, por lo que le sacó hasta cuatro décimas al segundo (47.54). No hay duda de que en la final del miércoles el nadador de Bucarest, un prodigio de la naturaleza que aún no tiene ni el pertinente trabajo en el gimnasio, conseguirá su segundo oro y se convertirá en el dominador de dos de las pruebas reinas de la natación. Inicia una nueva era. Todos esperan en el Duna Arena que puedan llegar a un récord del mundo al que no ha alcanzado Caeleb Dressel, uno de los motivos que le llevó a la depresión después de Tokio.

Curiosamente, el estadounidense no ha tomado parte de esta semifinal ni tampoco del relevo mixto que tiene lugar al final de la cuarta jornada. Los motivos son médicos, aunque desde la federación norteamericana no han dado más detalles. De esta manera, el nadador americano, ganador de cinco oros en Tokio, no podrá repetir sus hazañas en cuanto a medallas en estos Mundiales: se ha llegado a ir con ocho.

Bobby Finke.
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Bobby Finke.ANTONIO BRONICREUTERS

Finke, un 50 de oro en el 800 libre

Los 800 libre se han convertido en una lucha sin cuartel desde que el chino Sun Yang, sancionado ocho años por incumplir las normas de dopaje, dejara de ejercer su dominio. Hasta cuatro nadadores han irrumpido con fuerza, todos ellos con sus particularidades: Gregorio Paltrinieri, el italiano de Arena, ha sido el más constante, quizás Bobby Finke el que reúne más virtudes. Su oro en la preciosa final en el Mundial de Budapest lo confirma.

El ucranio Mykhailo Romanchuk, que abandonó el país por la invasión de Rusia y se enroló en el grupo alemán de Luka Martens y Florian Wellbrock, tiró de la carrera hasta el último 50. Sin un final tan potente, el que fuera plata (1.500) y bronce en Tokio (800) sabía que debía marcar un ritmo alto para perder lo menos posible en el sprint. Su esfuerzo le valió para colgarse el bronce (7:40.05). Pero cuando el oxígeno ya no llega a los músculos, aparecieron Wellbrock y Finke, que dirimieron un duelo final apasionante.

Por la calle siete, después del último viraje, emergió Finke que nadó como un sprinter, como si hiciera la vuelta de una prueba de 100 libre. Apenas le pesó el esfuerzo, levantó agua como una lancha motora y tocó primero la pared con un nuevo récord americano (7:39.36). Su último 50 habla por sí solo: 25.93. Fue mejor que el de David Popovici en la final que ganó del 200. Wellbrock, que voló, lo completó en 26.82 para hacer 7:39.63. Paltrinieri, en cambio, se quedó en la peor posición posible, cuarto con 7:41.19.

China ha dominado los 200 libre femeninos. El oro ha sido para Junxuan Yang (1:54.92) y el bronce para su compatriota Muhan Tang (1:56.25). Entre medio se ha colado la australiana Mollie O’Callaghan (1:55.22). En los 50 braza masculinos, el ganador ha sido el estadounidense Nic Fink (26.45) y el bronce se lo colgó Michael Andrew (26.72). La plata se la colgó el italiano Nicolo Martinenghi (26.48).