Jon Rahm se mantiene imparable en el Genesis
Otra vuelta sensacional del vasco, -6, en el primer día en Riviera le deja segundo. Tiger Woods reaparece con un -2 y apunta al fin de semana.
Jon Rahm es un fuego en permanente combustión, un golfista intratable en este 2023, protagonista de uno de esos trances mágicos que a veces ocurren en este deporte (que le pregunten, Tiger aparte, a Jordan Spieth, o a Brooks Koepka, o a Scottie Scheffler). Arrancó este jueves su participación en el Genesis Invitational con un -6 (y ya va por -82 en 17 vueltas disputadas este año) que le dejó segundo tras el estadounidense Max Homa (-7), otro que lleva tiempo tocado por una varita, y su paisano Keith Mitchell.
El vizcaíno ya está en un plan en el que ni siquiera necesita jugar especialmente bien para hacer resultado. Prueba de ello es que sacó más birdies (ocho) que calles cogió (seis) en la primera toma de contacto con el Riviera Country Club de Los Ángeles (EE UU). Le tocó salir por el 10 y lo primero que hizo fue pegar un zambombazo de más de 300 metros que en un par 4 corto como ese llegó hasta el green. Birdie hecho que acompañó con otro en el par 5 del 11. Lo que apuntaba a ser una vuelta marciana se atemperó a continuación con tres pares seguidos y el primer bogey del día, en el 15.
Un error que le sirvió de acicate, porque en el 16 rozó el hoyo en uno, dejándose un putt de 14 pulgadas, y aprovechó el par 5 del 17 para concluir la primera mitad del trazado en tres bajo par. Echó más leña al fuego en la segunda, que de nuevo empezó con un birdie después contrarrestado porque una pésima salida en el 2 terminó en el segundo borrón de su tarjeta. No le hizo ni cosquillas el fallo. Dos hoyos después la enchufó desde siete metros para restar otra vez, se comió el sexto, el par 3 más peligroso del día (y eso que de entrada no le gustó el tiro) con su bunker en medio del green a modo de agujero negro, y apuntaló el -6 acto seguido con un putt desde el collarín que acabó en la cazuela. “Cómodo” en la hierba poa, mandó un mensaje para los vespertinos, entre ellos los dos hombres con los que se disputa el número uno esta semana, el citado McIlroy y Scottie Scheffler: van a tener que jugar su mejor golf para mejorarle.
Tiger se vence a sí mismo
Solo el norirlandés, -4, recogió el guante. El tejano, en cambio, se quedó en un correcto -1, con trabajo por delante para mantener la corona que se volvió a calar tras su triunfo de la semana pasada en Phoenix. La narrativa de la segunda oleada perteneció a un Tiger Woods que volvió a evidenciar problemas de movimiento. No fue impedimento, empero, para que el Tigre firmara un -2 que, en su estado físico, roza la proeza y le acerca al fin de semana.
Riviera no es un campo especialmente largo. Sí uno que requiere precisión por la estrechez de sus greenes, y que el californiano conoce bien pese a que siempre se le ha resistido. Su swing no tiene nada que ver con el de antaño en términos de explosividad, como mostraron durante la retransmisión las métricas ofrecidas por el PGA Tour, pero el control de la bola y los greenes resiste mejor el paso de los años y las cicatrices de su cuerpo. Hasta el hoyo 12, del que salió con +1, se vio una versión esperable; entre el 16 y el 18 ofreció unos tragos del Tiger vintage: hierrazo directo al trapo en el 16, putt dentro desde siete metros en el 17 y otro dardo a la bandera en el 18. Tres birdies y una sensación agridulce, de nostalgia por lo que fue y a la vez de dicha por la posibilidad de seguir contemplándole a sus 47 años y con el cuerpo cosido a retales. Aunque sea con cuentagotas.