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NATACIÓN | TRIALS ESPAÑOLES

Jéssica Vall, ‘carpe diem’

“Al acabar Tokio, pensé que antes de París ya me habría retirado”, admite la bracista de 35 años, que ha cambiado el sentido de la obligación por vivir la natación “como un regalo”.

Actualizado a
Jéssica Vall.
CHRISTOPHE SIMONAFP

Por la perenne sonrisa que desprende, unida a sus serias opciones de clasificarse este sábado para los que serían sus terceros Juegos, con 35 años, cuesta creer que Jéssica Vall lo haya pasado mal. Pero es humana. Y sufrió. Antes de la pandemia, con un agotamiento mental diagnosticado, e incluso una vez se había decidido a cambiar el chip, con la fractura en un pie que a punto estuvo de echar por tierra este último ciclo olímpico que siente “como un regalo”.

Aspirante a alcanzar la mínima para los Juegos en los 200 metros braza (2:23.91), la barcelonesa reconoce haber vivido “un ciclo olímpico totalmente diferente. Cuando Tokio acabó, yo pensaba que no volvería a vivir unos Juegos, que en este ciclo de París ya me habría retirado. Quise focalizarme en mi etapa profesional (es bióloga), en preparar una retirada que no fuera demasiado tormentosa, pero he sabido sacar la parte positiva de estar compitiendo y a la vez trabajando, y también la parte positiva del agua. Pensaba que no llegaría aquí, y menos con posibilidades de alcanzar la mínima”, confiesa.

Su gran revolución mental llegó hace año y medio. “Hice un cambio de chip”, proclama. Y explica: “He visto la ilusión de poder participar en unos terceros Juegos. Hacer la temporada olímpica es realmente muy bonito. A veces se acaba con el regalo de los Juegos, otras no, pero poder tirarte a la piscina cada día con un objetivo tan chulo es algo que no todo el mundo puede hacer”, reflexiona Vall, quien apostilla: “De todos modos, justo después de la conversación que tuvimos hace año y medio (con su entrenador en el CN Sant Andreu, Jordi Jou), en la que me había propuesto ponerme a tope a partir de ese momento, a los cinco días me rompí el pie. Tardé seis meses en recuperarme del todo física y sobre todo mentalmente”.

Aun así, le dio tiempo a la bracista de ir el pasado julio a Fukuoka, sus sextos Mundiales. Y vuelta a empezar. “Mi objetivo primordial de la temporada pasaba por sentirme competitiva, luchadora, ambiciosa”, relata. “Y todo eso lo sentí mucho antes de lo que creía, así que quiero aprovechar esa confianza, y cómo estoy trabajando, para aplicarlo y dar el cien por cien”, asevera.

“Para mí es muy importante luchar por estar entre las tres mejores españolas, porque cada vez salen más nadadoras jóvenes, y saber que tú aún estás en la pomada, que puedes ganar, es algo que ahora estoy viviendo como un regalo y no con una frase que me ha seguido demasiado, que es el ‘tengo que hacer’ o ‘tengo que conseguir”. Un carpe diem absoluto de una de las ilustres de la natación española, que busca completar el círculo virtuoso: Rio 2016, Tokio 2020 y París 2024.

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