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La Ryder de los ‘12 del patíbulo’

Europa aspira a ganar su primera Ryder a domicilio desde 2012 en el ‘infierno’ que se prepara en Bethpage Black. Jon Rahm y Rory McIlroy, líderes del Viejo Continente.

Jon Rahm, de pie, saluda al público ayer tras ser presentado en la ceremonia de apertura de la Ryder Cup en Bethpage Black.
HARRY HOW
Jorge Noguera
Nació en Madrid en 1995. Doble grado en Periodismo y Audiovisuales por la Rey Juan Carlos. Un privilegiado, hace lo que siempre quiso hacer. Entró en AS en 2017 y se quedó. Salvo un paréntesis en Actualidad, siempre en Más Deporte. Allí ha escrito sobre todo de rugby, golf y tenis. Ha cubierto el British Open, la Copa Davis o el Mutua Madrid Open.
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No son delincuentes convictos, pero son 12 y, como Charles Bronson, Lee Marvin, John Cassavetes y compañía en el afamado film de Robert Aldrich, van directos a la boca del lobo. En su caso la misión no tiene que ver con frenar la tiranía de la Alemania nazi, su tarea desde este viernes hasta el domingo consiste en acabar con una sequía de Europa cuando juega la Ryder Cup a domicilio que dura desde 2012, el año del ‘Milagro de Medinah’.

Entre medias, el Viejo Continente ha encajado dos de las peores palizas de su historia, el 17 a 11 de Hazeltine en 2016 y especialmente el 19 a 9 de Whistling Straits hace dos años, un via crucis que terminó con Rory McIlroy deshecho en lágrimas. En Bethpage Black (Nueva York, EE UU) les aguarda una tropa de ruidosos neoyorquinos (se esperan unos 50.000 cada día), gentilicio que con los años se ha ganado la fama de ser uno de los más desquiciantes del país, que pondrá todo de su parte para entorpecer la tarea de los muchachos de Luke Donald.

Este repite la exitosa fórmula de hace dos años en Roma, cuando Europa ganó de forma holgada con un equipo en el que siguen 11 de sus 12 integrantes. Todos menos Nicolaj Hojgaard, al que sustituye su gemelo, Rasmus. El norirlandés Rory McIlroy y el español Jon Rahm, ambos alineados desde la primera sesión de foursomes, son los líderes de un grupo que completan el irlandés Shane Lowry, los ingleses Justin Rose, Matt Fitzpatrick, Tommy Fleetwood y Tyrrell Hatton, el austriaco Sepp Straka, el escocés Robert MacIntyre, el noruego Viktor Hovland y el sueco Ludvig Aberg.

“Hasta ahora, ha sido más gracioso que otra cosa. Me imagino que mañana (por este viernes) la cosa se va a poner más complicada, pero siempre se escuchan cosas graciosas”, le quitaba hierro a la hostilidad del ambiente en su rueda de prensa de este jueves Rahmbo, que durante una de sus vueltas de prácticas ya fue increpado. “¿Dónde está el Ozempic (un medicamento para la diabetes que se utiliza también para perder peso)”, le gritó un aficionado. “Fue gracioso”, encajó con buena mandíbula el vizcaíno.

El miedo a la crudeza verbal que predican en la Gran Manzana, de la que podrían hablar largo y tendido franquicias de otros deportes como los Indiana Pacers o los Boston Red Sox, es tal que los europeos se han preparado incluso con realidad virtual, y el capitán estadounidense, Keegan Bradley, pidió prudencia el miércoles en la ceremonia inaugural, adelantada por las intensas lluvias que obligaron a cancelar la Ryder Junior este jueves. Bradley alineará a cuatro novatos (Ben Griffin, J. J. Spaun, Russell Henley y Cameron Young) y tiene en Scottie Scheffler, el mejor golfista de la actualidad, y en Bryson DeChambeau, encargado de encender a las masas, los cimientos de un equipo que ha perdido 8 de 11 ediciones en este siglo y no puede permitirse no ganar la que promete ser una de las Ryder más recordadas de siempre.

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