Glosario de términos para seguir la Ryder Cup
Explicamos el vocabulario clave para que los neófitos puedan seguir con garantías la 45ª edición del duelo golfístico entre Europa y Estados Unidos.


Si usted es un lector avezado en el mundo del golf, esta no es su pieza. Esta pieza es para el que se acerca por primera vez en su vida, o por primera vez en mucho tiempo, a este deporte con motivo de la Ryder Cup. Ahí sí tenemos buenas noticias para usted. Ha elegido el momento perfecto. No hay mejor introducción que esta, aunque ya le avisamos de que el golf no es siempre tan espectacular y ruidoso como lo será estos días. Para que usted pueda dedicar su tiempo a lo que de verdad importa, es decir a elegir en compañía de qué personas y alimentos va a disfrutar del show, y no a andar buscando cosas en internet, aquí le vamos a compilar una definición de todos los términos que necesita tener claros para afrontar con garantías lo que va a ocurrir en Bethpage Black de viernes a domingo.
El juego
Match play: No hay una única forma de jugar al golf, sino varias. Y este es el formato bajo el cual se disputa la Ryder Cup. El match play consiste en que el jugador que menos golpes emplea en completar un hoyo lo gana, y si ambos emplean los mismos lo empatan. El que más hoyos gana, gana el partido. Cuando vean en un marcador que una pareja o un jugador individualmente han ganado un partido por 3&2, por ejemplo, significará que el vencedor ha ganado tres hoyos más que su contrincante, y por tanto, cuando quedaban dos hoyos por jugarse, ante la imposibilidad matemática de remontar el resultado, se ha dado por finalizado el partido. En cambio en el stroke play, el formato generalizado en los torneos profesionales, se juega respecto al par del campo. Si el par es 72 y completa los 18 hoyos en 66, usted ha hecho un -6 o seis bajo par; si los completa en 78, usted ha hecho un +6 o seis sobre par, y el que menos golpes requiera a lo largo del torneo será el campeón. Para ganar la Ryder se necesitan 14,5 puntos, pues se juegan un total de 28 partidos, y cada victoria vale 1 punto (el empate, 0,5). En caso de empatar a 14, retiene la copa el campeón de la anterior edición.
Birdie: Es como se denomina a todo resultado que sea un golpe menor que el que fija el par del hoyo. En un par 5, un birdie es completarlo en 4 golpes; en un par 4, en 3, y en un par 3, en 2.
Eagle: El nombre que recibe todo resultado dos golpes por debajo del par del hoyo, siguiendo la misma dinámica que en el caso del birdie.
Albatros: Mucho menos frecuente que los dos anteriores, implica completar el hoyo en tres golpes menos de los establecidos. Se da muy poco, puesto que implicaría hacer un par 4 en un golpe, algo físicamente imposible en la mayoría de pares 4 del mundo, o un par 5 en dos, cosa que sí es posible pero requiere que este no sea muy largo y una combinación de potencia y precisión difícil de conseguir.
Hoyo en uno: Como habrán deducido, significa ni más ni menos que llevar la bola al hoyo en el primer golpe. Imposible en los pares 5, prácticamente imposible en los pares 4 e infrecuente en los pares 3.
Bogey: En su orígen este término representaba un buen resultado. Era lo que hoy en día conocemos como par. Pero cuando esta última expresión se popularizó para referirse a completar un hoyo en los golpes esperados, bogey pasó a adquirir una connotación peyorativa, la que se emplea cuando se realiza un golpe más del que fija el par. Cuando son dos, doble bogey; cuando son tres, triple bogey, y así sucesivamente.
Foursomes: El match play se puede jugar de forma individual y por parejas. Cuando se juega por parejas, en la Ryder adquiere dos formas: el foursome y el fourball. El foursome enfrenta a dos parejas, en este caso una de Europa y otra de Estados Unidos, y suele ser la modalidad en la que se disputa la primera sesión de partidos el viernes y el sábado. Cada pareja pone en juego una sola bola, y sus integrantes se van turnando para golpearla. Si uno efectúa el golpe de salida, el otro se encargará de la aproximación al green, y así hasta que consigan embocar.
Fourballs: En este caso, cada miembro de la dupla pone en juego su propia bola, y para el resultado colectivo en cada hoyo contará el mejor de cada pareja. Por ejemplo si uno hace un birdie y su compañero el par, se dará como bueno el birdie. Cuando un jugador ve que ya no hay opciones razonables de mejorar el hoyo que está haciendo su compañero, se quita de en medio para no entorpecer el ritmo de juego. Esta es la modalidad que suele comprender la segunda sesión de juego tanto el viernes como el sábado. Para el domingo quedan los partidos individuales entre los 12 componentes de cada equipo, que se juegan bajo la misma mecánica.
La bolsa: Cada jugador puede portar un máximo de 14 palos en su bolsa. Para los primeros golpes, con los que se trata de cubrir la mayor distancia posible en función de la configuración de cada hoyo, se usa el driver o las maderas, que van numeradas en base a los metros que son capaces de cubrir con un golpe bien ejecutado (después hay variaciones que responden a las características de cada jugador). Cuanto mayor el número, menor distancia. Lo mismo ocurre con los hierros, con el 3 (el 2 y el 1 son poco frecuentes ya, sustituidos en la mayoría de casos por híbridos, una combinación de madera y hierro que ofrece más control) como el que cuenta con mayor poder de avance, seguido del 4, el 5 y sucesivos hasta llegar al 9. A partir de ahí se entra en los wedges, con caras más abiertas, que se emplean para golpes cortos a green o alrededor del mismo y se numeran en función de los grados de su loft, que es el ángulo que forma la cara del palo, es decir la superficie de impacto, respecto al suelo. Dentro del green se emplea el putter, que tiene un ángulo de 90º y por tanto no produce elevación al contacto con la bola. Esta, por supuesto, no hace lo que quiere, hace lo que se le ordena, y los jugadores profesionales tienen la capacidad de imprimirle distintos efectos. El fade o bola abierta es una bola que se mueve de izquierda a derecha, mientras que el draw o bola cerrada es una que se mueve de derecha a izquierda.
El caddie: Rápidamente se darán cuenta de que el golfista no acarrea su propia bolsa. Alguien lo hace por él. Y no es un mero porteador. Es un consejero y, en la mayoría de casos, un amigo. El jugador tiene la última palabra y es quien ejecuta, pero el proceso de diseño de un golpe es una tarea compartida con el caddie, que controla las distancias y sugiere palos y trayectorias hacia el hoyo. A cambio, suelen cobrar un sueldo fijo y un porcentaje de las ganancias del jugador para el que trabajan en cada torneo.
El campo
La ruta: Un campo de golf estándar comprende 18 hoyos (hay versiones a 9 para reducir el tiempo de juego, algunos formados íntegramente por pares 3...), y típicamente su par se sitúa entre los 70 y los 72 golpes, la suma de los pares de cada uno de sus hoyos. El Black Course de Bethpage Black, por ejemplo, es un par 70, que consta de 12 pares 4, 2 pares 5 y 4 pares 3. Un par 5 se suele mover entre los 450 y los 500 metros (la mayoría de las veces leerán las distancias en yardas, que equivalen a 0,91 metros, un producto más del dominio cultural anglosajón); un par 4 presenta un abanico más amplio, se pueden encontrar desde no mucho más de 275 metros a más de 450; los pares 3 en ocasiones llegan a rozar los 100 metros, y en otras se proyectan bastante más allá de los 200 y el par se convierte casi en una quimera. Los hoyos no se conciben de forma independiente, sino que esconden un hilo conductor. Por eso en la mayoría de circuitos de élite y a nivel aficionado se juegan los campos saliendo desde el 1 o el 10. Pero también se puede salir ‘a tiro’, como en el caso del LIV, en cuyos torneos cada partido arranca por uno de los 18 hoyos.
El tee: Es el punto en el que comienza el hoyo. Puede estar a la misma altura, por encima o por debajo del lugar en el que se ubique el agujero, algo que juega un papel en la elección de palo para afrontarlo. Y no todos los días tiene por qué estar a la misma distancia. Los campos de golf establecen varios tees para que la longitud del hoyo se ajuste al nivel de habilidad de sus distintos usuarios, y cuando se trata de un torneo profesional, aunque hay un emplazamiento estándar, los organizadores juegan con las distintas opciones en función de cómo quieren que se juegue el hoyo cada día. Esto, ya lo verán, es seguramente lo mejor que tenga este deporte. Ustedes probablemente no jueguen nunca, ni pagando, en el Santiago Bernabéu, pero sí pueden jugar en Bethpage Black.
La calle: Conecta el tee con el green, la parte final del hoyo en la que descansa el agujero, señalizado con una bandera. Puede ser recta o describir una curva a izquierdas o derechas, lo que se denomina dog leg. Pueden estar niveladas o producir pendientes y ondulaciones. Pero es el lugar ideal desde el que atacar el green porque en esta zona la hierba es más corta que en sus contornos y el contacto con la bola, más limpio.
El rough: Ese contorno se conoce como rough o hierba alta en castellano. A veces está separada de la calle por un corte con una altura intermedia. Es una zona a evitar, sobre todo en determinados campos y en determinados torneos con fama de duros, porque entorpece la acción del palo sobre la bola y limita las oportunidades de llegar al green.
El green: La calle desemboca en la zona con la hierba más corta del hoyo, que se deja al ras para permitir que la bola ruede sobre ella camino al agujero. Al igual que la calle, puede presentar distintos niveles, caídas y ondulaciones pensadas para dificultar la tarea con el putter. Cuando vean estos días a un golfista en cuclillas apoyado en su palo, está tratando de descifrar la trayectoria que describirá su bola hasta el hoyo, todo un arte. El agujero no siempre está en el mismo lugar. A lo largo de los cuatro días de torneo, tendrá cuatro emplazamientos distintos, algunos más accesibles y otros menos.
Los bunkers: El rough no es el único obstáculo que puede encontrar un golfista en su camino al hoyo. Los márgenes de la calle y el green se encuentran salpicados de bunkers, hendiduras cubiertas de arena, un material que requiere una técnica distinta para golpear la bola. Además, las reglas del golf impiden apoyar el palo sobre la arena, lo que también condiciona el golpe. Apoyarlo antes del contacto supone un golpe de penalización. Los formas de los bunkers, la arena que se emplea en ellos y el número de los mismos son diversos en función del campo. Por ejemplo, los de un links (en esencia un campo costero típicamente británico) poco o nada tendrán que ver con los de un campo tipo resort.
Fuera límites: Determinadas zonas del campo, por circunstancias que pueden ir desde la instalación en las mismas de tribunas o carpas de hospitalidad, o simplemente porque quedan fuera de sus fronteras, son consideradas fuera de límites. Mandar la bola a una de esas zonas implica perder un golpe y tener que volver a golpear desde la posición original del golpe fallido.
Lo que van a ver
Algunas de las cosas que ocurren un campo de golf no tienen nada que ver con la configuración o las normas de este deporte. Son sus usos y costumbres, un lenguaje gestual universal que lleva cierto tiempo comprender. Algunos detalles, como un golfista acariciando la visera de su gorra en señal de gratitud por los aplausos del público, se captan a primera vista. Otros ejemplos no son tan fácilmente descifrables. Si un golfista sale andando detrás de la bola poco después de golpearla, por ejemplo, no es porque tenga prisa, es porque le ha encantado el impacto. Lo mismo ocurre si inmediatamente después de efectuar el swing, como se denomina el movimiento con el que se ejecuta el golpe, deja de observar la trayectoria de la bola. Se debe a que simplemente sabe perfectamente dónde va a aterrizar. Si mientras lee las pendientes de un green extiende la palma de su mano en dirección al hoyo y empieza a descontar dedos, está utilizamdo AimPoint, un sistema de pateo. Y si cuando va a patear desde muy cerca del hoyo le ven adoptando alguna postura extraña, simplemente está tratando de no pisar la línea hacia el hoyo de la bola de algún compañero de partido.
Lo que van a escuchar
Cuando uno sigue un torneo de golf, especialmente si lo hace in situ, es importante prestar atención con los oídos. Principalmente porque le pueden evitar a uno acabar hospitalizado con un bolazo en la cabeza. Cuando su cuerpo sea un destino factible para la bola, tanto en televisión como en el campo escucharán al golfista, o bien a su caddie, o bien a ambos, gritar “¡Fore!“ o ”¡Bola!“, en algunos casos indicando en qué dirección ha fallado el golpe, para avisar a los espectadores de que se pongan a cubierto mientras puedan. Cuando un golfista se haya colocado en posición de golpear su bola, lo que escucharán será el silencio, obligatorio para no trastocar su estado de concentración. El simple ‘clic’ del disparo de una cámara fotográfica puede chafar un swing. Cuando este concluya, algunos espectadores, casi todos esta semana, proferirán alaridos de diverso pelaje. El más común es pedirle a la bola que se meta en el hoyo al grito de “¡Get in the hole!“. Que es de lo que se trata al fin y al cabo todo esto.
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