El prodigio del pasado recobra la magia en Tulsa y Rahm sufre
Rory McIlroy, que con 25 años había ganado cuatro majors, deleita y lidera el PGA con 65 golpes (-5). El 'León de Barrika' acaba a ocho golpes del norirlandés.
Explosión de júbilo en Augusta. Rory McIlroy embocaba desde el bunker en el 18 de la jornada dominical y cerraba el Masters con una ronda final maravillosa de -8 para acabar segundo tras el intratable Scottie Scheffler, número uno mundial. El norirlandés nacido en Holywood (el de County Down con una ele menos) regresaba a los puestos de privilegio en un major. Ese talento prodigioso que con 25 años ya tenía cuatro grandes en su palmarés (entre 2011 y 2014 dos PGA, 2012 y 2014; un British, 2014; y un US Open, 2011) y que ya lleva ocho años sin alzar uno de los cuatro torneos más ansiados del golf.
Con 33 años, profesional desde los 18 y que con 19 consiguió su primer triunfo profesional en el Dubai Desert Classic, ha aterrizado en Tulsa (Oklahoma) para disputar la 104ª edición del PGA Championship y parece que llega tan enchufado como acabó en Augusta. En la jornada de apertura, el que fuera número 1 del ranking durante 95 semanas y ‘Top Ten’ más de 300 semanas, deleitó con un gran juego aprovechando su pegada y precisión para fallar pocas calles y con un alto nivel con el putter firmó siete birdies por dos bogeys para sellar un recorrido inicial espectacular de 65 golpes (-5).
"Cuando sientes tu juego así, es solo una cuestión de salir y apegarte a tu plan de juego, ejecutarlo lo mejor que puedas y simplemente permanecer en tu pequeño mundo. Lo hice muy bien hoy", aseguraba un más que satisfecho McIlroy, que fue el mejor de todos los jugadores de la jornada matinal (Arnaus +2 y Larrazábal +7) y también del día inicial en el segundo major del año, compartía partido con Tiger Woods, al que se le vio cojear claramente desde los primeros hoyos y al que se le hizo muy largo el extenso campo de Southern Hills para terminar con +4 tras seis bogeys en los últimos diez hoyos.