La semana de Durán: el rey del tenis de mesa español
Un año soñado con el Asisa Borges Vall: campeón de España, de la Copa del Rey, semifinalista de la Euro Cup e invicto en la liga. “Pero tengo una espina clavada”, dice.
Él mismo se define como un jugador “imaginativo, con feeling, con toque” y esta temporada está llegando al cénit de su aventura en el tenis de mesa con el Asisa Borges Vall (Lleida), su club desde hace 13 años. Si recientemente, y después de una ilusionante trayectoria en la Champions, Marc Durán (1986) se quedó a las puertas de la final de la Euro Cup, esta semana se ha proclamado campeón de España individual, de dobles y campeón de la Copa del Rey con su club. Además, el Borges Vall sigue invicto en la liga.
“No lo esperábamos. No se cuánto hacía que un jugador no ganaba tres títulos en una temporada”, explica el de Vilanova i la Geltrú que empezó a jugar con cuatro años gracias a su hermano, diez años mayor, quien le hacía de entrenador. “Mi madre fundó el club por mi hermano”, dice. Con 11 años tuvo que dejar atrás a su familia para quedarse interno en el CAR de Sant Cugat, donde compaginaba estudios con su deporte con la búsqueda de un sueño que aún está por cumplir. “Nunca logré clasificarme para unos Juegos. Era mi deseo. Es una espina clavada. Dejé la Selección. Es una puerta cerrada. Era duro y confiaron en otros, no en mí”, explica con rabia pero con la serenidad del paso de los años.
En su proceso de formación, desde los 17 a los 21 años, Durán viajó a Alemania a participar en la mejor liga del mundo. Primero recaló en el pequeño pueblo de Frickenhausen para jugar en la segunda división. Después se instaló en Ochsenhausen para ya jugar la Bundesliga. Su vida, ahora, está enganchada a los aeropuertos. “Me entreno en el CAR todos los días. Los viernes voy a les Borges Blanques a jugar, los sábados viajó a Serbia, Francia o Suecia, porque también juego esas ligas. Y así todas las semanas”, soslaya.
Durán domina alemán e inglés, se defiende la mar de bien en francés, al margen de hablar castellano y catalán, pero no ha podido finalizar sus estudios de ADE, que dejó colgados por el sueño de ser profesional en un deporte que no es referente en Europa: “No somos una potencia, pero sacamos buenos jugadores. Por infraestructuras y a nivel mediático, no estamos mal. Álvaro Robles está entre los 50 mejores, por ejemplo”.
Del viaje a Leverkusen al gol telefónico de Corominas
La vida de Durán no es solo el tenis de mesa. También el Espanyol, herencia familiar. “Mi padre era del Espanyol y me llevaba a Sarrià cuando era pequeño. Yo soy de 1986 y mis padres se fueron a Leverkusen. Iban a celebrar después de un viaje largo. Nadie se esperaba lo que ocurrió”. Un revés, el de perder la UEFA después del 3-0 de la ida, que Durán saboreó con la final de Glasgow.
Recuerdo también el jugador que su padre le llamó cuando estaba en el Alemania en el minuto 90 del famoso Espanyol-Real Sociedad de 2006. “Hemos descendido”, le dijo. “A los dos minutos me volvió a llamar gritando, había marcado Corominas”, rememora. Aunque no puede acudir al estadio por su repleta agenda de partidos los fines de semana, reconoce que “a veces voy con un amigo, cuando puedo y hay promociones”. Un perico que domina su deporte como pocos y que idolatra a “Tamudo, es un icono”.