Del 6 de febrero al 20 de marzo Inglaterra, Francia, Irlanda, Gales, Escocia e Italia disputarán una nueva edición del torneo. Aquí les contamos todo lo que necesitan saber.
Nunca el lapso de tiempo entre un Seis Naciones y el siguiente fue tan corto. Por obra y gracia de la pandemia, que obligó a posponer los últimos partidos de la edición anterior, han pasado algo más de tres meses desde que vimos a Inglaterra sumar un nuevo título y, como cantaban los Isley Brothers, allá vamos de nuevo.
Esta vez se nos presenta un torneo incierto por muchas razones. La principal es que una pandemia ha interrumpido nuestra forma de vivir y eso tiene sus ramificaciones en el rugby. El panorama es desolador: federaciones y clubes de las principales potencias están perdiendo dinero a espuertas, el Rugby Championship se celebró sin Sudáfrica por las restricciones sanitarias, el Tour de los Lions por este último país está en el aire y el propio Seis Naciones solo tuvo luz verde cuando el gobierno francés decidió a días del arranque eximir a su selección del cierre de fronteras.
El Seis Naciones solo tuvo luz verde cuando el gobierno francés decidió a días del arranque eximir a su selección del cierre de fronteras
La situación del negocio es muy delicada y aparecen las primeras consecuencias. Los seis países participantes decidieron recientemente vender el 14,5% de los derechos comerciales a CVC por más 400 millones de euros. El balón de oxígeno viene con letra pequeña, pues la firma de capital riesgo pretende ir trasladando a canales de pago las retransmisiones, en un movimiento que podría comprometer a la masa de aficionados británicos acostumbrados a ver los partidos en la BBC. Y eso son muchos aficionados.
Está por ver cómo afecta todo este sudoku, además de la ausencia (total o parcial) de público, al rendimiento de los equipos en el campo. Hay muchas bajas notables y también retornos esperados. Las seis caras que veremos en los boxes serán las mismas, las de Eddie Jones, Fabien Galthié, Andy Farrell, Wayne Pivac, Gregor Townsend y Franco Smith, pero habrá otras nuevas sobre el césped. Tomando como baremo el experimento de la Copa de Naciones y teniendo en cuenta la situación sanitaria, vienen curvas. Que no haya ningún susto de aquí al tercer fin de semana de marzo es algo que solo el maldito virus puede decidir. Mientras tanto, el espectáculo debe continuar. De ello depende la supervivencia de este deporte.
La inglesa es una de las federaciones que más está sufriendo con la coyuntura actual. Twickenham cerrado es una hemorragia imposible de taponar y los clubes de base están pasando un auténtico via crucis, con la pérdida de talento que eso puede suponer de cara al futuro. Pese a todo su selección viene de ganar el torneo por 29ª vez, con Triple Corona incluida, y de adjudicarse invicta la Copa de Naciones. Eddie Jones ha seleccionado 28 hombres (más otros 13 reservas en el ‘equipo fantasma’, que estará sometido a los mismos protocolos de burbuja), con las ausencias importantes (muy importantes) de Marler, que no quiere arriesgarse a un contagio con su mujer embarazada, Launchbury, Underhill, Mako Vunipola o Nowell. Por si fuera poco, una andanada dialéctica contra un árbitro le costó una suspensión a Sinckler y su incorporación tendrá que esperar. El medio melé de Bristol Harry Randall y el pilier de Bath Beno Obano debutan en una lista y vuelve Courtney Lawes. Pese a las bajas, tiene fondo de armario y sigue siendo la gran favorita.
Eddie Jones, siempre en la encrucijada
No importa lo que haga. Eddie Jones siempre estará en entredicho. La polémica es algo inherente a su cargo y no es que el australiano, que tiene 61 años, el culo pelado y la lengua afilada, haga esfuerzos por esquivarla. Lo último que le achaca la prensa inglesa es quemar jugadores muy rápido, olvidarse en su convocatoria de los Furbank, Shields, Cokanasiga, Mercer… proyectos que ciertamente han sido fugaces, para bien o para mal. En cualquier caso otros sí han cuajado y los resultados están ahí. Quizá no sea el hombre más ortodoxo para un puesto que requiere mucha ortodoxia en las formas, pero con él Inglaterra ya ha ganado tres veces el Seis Naciones, una de ellas con Grand Slam, y ha sido finalista del Mundial.
Owen Farrell, la constante
Jones le entregó las llaves de la Rosa y ha cumplido. Su pie es muy seguro y junto a George Ford ofrece una variable de doble apertura socorrida por el seleccionador. En defensa también aporta, aunque se le ha criticado su tendencia a los placajes peligrosos. Sudáfrica le dejó en 2019 sin un Mundial que le habría acercado mucho a Wilkinson en la comparativa histórica (el debate sobre quién es mejor es harina de otro costal), pero ya se ha ganado un hueco en el panteón de los grandes aperturas ingleses de siempre.
En los casi dos años de Fabien Galthié al mando Francia ha recuperado su condición de aspirante y encara el camino al Mundial que organizará en 2023 con un porvenir mucho más esperanzador del que cabría esperar hace no mucho. El Gallo tiene nueva columna vertebral, una joven y osada. Los Dupont, Ntamack (pieza importante que se pierde la cita por lesión, como Vakatawa y Bamba), Ollivon, Fickou, Vincent o Penaud son una base sólida sobre la que construir y Galthié ha sabido hilar, con la colaboración de su especialista defensivo Shane Edwards, las piezas de un cóctel convincente. Entre los 37 citados hay tres debutantes (Donovan Taofifenua, Delbouis y Colombe) y dos candidatos a cubrir la vacante de Ntamack en el 10, Carbonel y Jalibert (este último parece el mejor colocado). Puede ser su año.
Fabien Galthié, el elegido
Ni Saint-André, ni Brunel (que sigue en el cuerpo técnico con un rol secundario), ni siquiera el ínclito Novés pudieron enderezar el rumbo que Francia parecía haber perdido tras las etapas de Laporte y Lievremont. Hasta que llegó el de Cahors, uno de los grandes medio melés de la tradición francesa, 64 veces internacional. Galthié ha armado un equipo eléctrico, en el que manda el talento de la nueva ola. Un equipo que entra por los ojos y que con más consistencia y experiencia puede llegar a la próxima cita mundialista en el pelotón de aspirantes.
Antoine Dupont, la irrupción
El hombre tras los engranajes de esta nueva Francia es el medio melé del Stade Toulousain. Un demonio de apenas 1,74 y 24 años que se está consolidando como uno de los mejores nueves del panorama, con un dominio del ritmo y los espacios exquisito. Su irrupción el año pasado quizá fue más sonada incluso que la de Ntamack, que por alcurnia ya apuntaba maneras. Y este año, sin el que también es su compañero en la bisagra tolosana al lado, debe ser el de su confirmación como timonel de presente y futuro.
Decir que la Irlanda de Andy Farrell fue un experimento fallido en el primer año del inglés al mando sería exagerar, pero sí podría decirse que dejó varios interrogantes que deben ser respondidos este curso, sobre todo en lo que a las fases estáticas y el relevo de jugadores como Sexton se refiere. En la delantera sigue habiendo hombres diferenciales como Healy, Stander, O’Mahony o Ryan y Caelan Doris debería hacerse con el ocho, sin dueño fijo desde Heaslip. Murray y el citado Sexton seguirán en la bisagra, con Gibson Park, Burns y Byrne esperando su momento. Stockdale está en recesión y se queda fuera, así que se espera mucho de Keenan, una de las notas positivas de la anterior edición, y de Larmour, que debe terminar de cuajar como el reemplazo de Kearney atrás.
Andy Farrell, ante una reválida
La sombra de Joe Schmidt es alargada y Farrell (45 años) aún no ha conseguido desembarazarse de ella. Especialista defensivo con el neozelandés entre 2016 y 2019, asumió el cargo como relevo natural y con el cartel de ser uno de los responsable de armar la trituradora que ganó el Grand Slam y a los All Blacks en 2018. Un año después ha consumido crédito y aunque los resultados no han sido ningún desastre la sensación es que el equipo ha perdido parte de su identidad.
Jonathan Sexton, camino al ocaso
Son 35 años los que figuran ya en la ficha del dublinés, segundo máximo anotador histórico del Trébol antes de empezar esta cita (860 puntos, a 223 de O’Gara, así que el sorpasso es complicado). En los últimos once ha disfrutado la condición de internacional, ganando cuatro veces el Seis Naciones y en dos de ellas también el Grand Slam. Está en la recta final y si juega las cinco jornadas del torneo entrará en el selecto club de los 100 partidos internacionales con O’Driscoll, el citado O’Gara, O’Connell, Best, Healy y Hayes
Dicen que si algo funciona es mejor no tocarlo. Un principio que se cumple si uno mira a Gales. Wayne Pivac cogió el industrioso Puerro que Warren Gatland fabricó durante doce años y quiso imbuirle el espíritu lúdico de sus Scarlets. La cosa por ahora no ha funcionado. Un equipo que venía de ganar el Grand Slam terminó quinto con una única victoria ante Italia y no le fue mucho mejor en la Copa de Naciones: solo ganaron a los transalpinos y a Georgia. El bagaje es bastante pobre y el público galés no es famoso por su paciencia, así que este año se espera un retorno a lo conocido con una convocatoria llena de experiencia. Volver a afianzar fortalezas perdidas en la defensa, el breakdown y las fases estáticas (importante en esto el retorno de Ken Owens) es menester. Si lo consiguen, el estado de los North, Williams, Davies, Biggar y compañía pondrá su techo en el torneo.
Wayne Pivac, cuestión de principios
Pivac, un expolicía neozelandés de 59 años, debe decidir si se aferra al hwyll (un término gaélico que se refiere a diversión, entretenimiento) de Scarlets o sacrifica parte de sus principios en aras de la solidez y la competitividad; si Gales va a apretar las clavijas en campo rival o va a proponer desde el suyo propio. Maridar ambas cosas es complicado y romper el molde que llevó a los Dragones a dos Grand Slams en la década pasada no parece buena idea.
Alun Wyn Jones, un coloso infinito
Cumplidos ya los 35, se acerca el adiós definitivo del coloso de Swansea. El año pasado alcanzó los 152 partidos internacionales, más que nadie en la historia (el anterior récord lo tenía McCaw con 148). Físicamente una bestia (1,98 y 122 kilos), capitán ejemplar y además licenciado en leyes (completó los estudios siendo ya profesional), es difícil encontrar un jugador con más ascendente.
El Mundial de 2015 hizo presagiar un futuro inmediato muy atractivo para Escocia. Cinco años después, poco queda de la ilusión que despertó aquel equipo dirigido por Vern Cotter. Gregor Townsend no consiguió mantener la línea ascendente y vuelven a estar en tierra de nadie, incapaces de rebasar el tercer puesto en las últimas cinco ediciones y apeados en fase de grupos del último Mundial por Japón. El Cardo tiene una línea repleta de talento y que ofrece muchas variantes, con dos jugadores especiales en Finn Russell (ya rehabilitado tras el exabrupto del año pasado) y Stuart Hogg. La asignatura pendiente sigue estando en una delantera que no es capaz de asegurar balones rápidos con regularidad. En ese sentido, Townsend recupera al mayor de los Gray, Richie, que puede ser un buen refuerzo en fases estáticas y abiertas. Pero la gran novedad es el centro Cameron Redpath, que finalmente ha optado por la línea escocesa de su árbol genealógico en lugar de la inglesa y podría formar una interesante sociedad con Russell.
¿La última oportunidad de Townsend?
Será difícil encontrar algún argumento que justifique la permanencia de Townsend en el box escocés si el equipo no da un paso adelante. El mandato del exapertura de 47 años no ha sido un desastre, pero ha ido quemando años sin encontrar solución a los problemas de fiabilidad. Esta edición, con todos sus hombres clave a punto y bajas importantes en los rivales, le ofrece una ventana de redención que podría ser la última.
Finn Russell, recuperado para la causa
Una borrachera inoportuna en la concentración de Alicante le costó el puesto el año pasado y pudo terminar con su carrera internacional. Ya expió el pecado y está recuperado para la causa. Gran noticia porque el de Stirling (28 años), que fungió de albañil antes que de apertura, es la salsa de Escocia y uno de los jugadores más vistosos del rugby mundial.
¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? Las tres preguntas que lanzó Siniestro Total son aplicables, especialmente la última, a Italia, desde hace tiempo sumida en una crisis de (falta de) identidad y ahora además sin Parisse, retirado definitivamente de la escena internacional. Ya son 20 años en el torneo y cada cuchara de madera aviva más los debates sobre su presencia y el formato, alimentados también por la pujanza de naciones como Georgia, Japón o Fiyi. Los principales clubes del país ya están integrados en el Pro14 y la azzurra es fija en los mundiales, pero no es mejor que hace dos décadas. El resultado más tangible de esos avances es un ramillete de buenos jugadores y para colmo muchos de ellos se pierden este Seis Naciones. Minozzi porque no quiere pasar por otra burbuja y Polledri y Steyn porque arrastran problemas físicos. Así las cosas, apuntan a repetir el farolillo rojo del año pasado. Y sería el 16º ya.
Franco Smith, un parche permanente
El sudafricano, que dirigió al Treviso entre 2007 y 2013, llegó al cargo a finales de 2019. En principio iba a ser un parche, pero al final la Federugby no encontró ningún sustituto mejor para Conor O’Shea y parece que seguirá al menos hasta el próximo Mundial. El año pasado hubo algún ramalazo puntual que invitaba al optimismo, pero los resultados volvieron a ser paupérrimos. Tiene mucho trabajo por delante para convertir a Italia en un equipo competitivo y las bajas no ayudan.
Paolo Garbisi, una nueva esperanza
Garbisi es de lo poco apetecible que tiene Italia en este torneo. Un apertura jovencísimo (20 años) que empezó 2020 jugando en el Petrarca, un equipo menor, y lo terminó en el Treviso y la selección. Excapitán de la azzurra en el Mundial sub-20 de 2019, debutó con ensayo en Dublín ante Irlanda y en general dejó buen sabor de boca. Parece atesorar las condiciones para una larga carrera internacional.
El Seis Naciones no es solo un torneo entre los equipos más potentes del hemisferio norte. También es una constelación de enfrentamientos con su propia historia y tradiciones, como la Triple Corona, el Centenary Quaich o la Copa Calcuta. A continuación, los explicamos:
Todos los números de la historia del torneo desde 1883
Inglaterra | Gales | Francia | Irlanda | Escocia | Italia | |
Torneos disputados | 124 | 126 | 91 | 126 | 126 | 21 |
Títulos (Compartidos) | 29 (10) | 27 (12) | 17 (8) | 14 (9) | 15 (9) | 0 (0) |
Grand Slams | 13 | 12 | 9 | 3 | 3 | 0 |
Triple Corona | 26 | 21 | 11 | 10 | ||
Copa Calcuta | 75 | 41 | ||||
Millennium Trophy | 20 | 13 | ||||
Centenary Quaich | 17 | 14 | ||||
Trofeo Garibaldi | 12 | 2 | ||||
Trofeo Auld Alliance | 1 | 2 | ||||
Copa Doddie Weir | 2 | 1 |
Grand Slam. El Grand Slam es básicamente un pleno. Si un equipo gana el torneo invicto en los cinco partidos que disputa, lo tiene. Gales, en 2019, fue el último equipo que lo consiguió. Inglaterra es el país más laureado en este apartado, con 13 entorchados.
Triple Corona. Se pone en juego desde 1883 entre las llamadas Home Unions, las cuatro federaciones de las Islas Británicas con representación en el torneo, que son la irlandesa, la escocesa, la inglesa y la galesa. El equipo que consigue ganar a sus tres vecinos gana la Triple Corona. La última fue para Gales en 2019 e Inglaterra, con 25, es el país que más tiene.
Copa Calcuta. Se entrega desde 1879 al ganador del choque entre Inglaterra y Escocia. La historia dice que en 1878 los miembros del Calcutta Football Club, fundado en 1873 en la ciudad homónima de la India, presentaron a la RFU inglesa un trofeo hecho con la plata fundida de las rupias que conformaban la tesorería del equipo. Su esperanza era que se pusiera en juego anualmente y así se hizo. Se disputa entre ingleses y escoceses porque esas eran las nacionalidades de los jugadores que se enfrentaron en 1872 en el partido que fue germen de la fundación del club. Inglaterra la ha ganado 71 veces y Escocia 41. La primera y segunda guerras mundiales fueron paréntesis en los que no se disputó. Tampoco en 1885, 1888 y 1889.
Millennium Trophy. Como parte de las celebraciones de los mil años de historia de Dublín, en 1988 se creó un trofeo con forma de casco vikingo que se entrega cada edición del torneo al ganador del duelo entre Irlanda e Inglaterra. Los primeros han sido campeones en 13 ocasiones; los segundos, en las 20 restantes.
Centenary Quaich. Un año después del Millenium Trophy, se creó el Centenary Quaich, que es lo mismo pero entre Irlanda y Escocia. 17 ediciones han ido a parar a manos irlandesas y 14, a las del Cardo. Se entrega como trofeo un recipiente para beber típico de la tradición celta.
Trofeo Garibaldi. El vínculo de uno de los padres de la Italia unificada con Francia (nació en Niza) se honra desde 2007 con este trofeo diseñado por Jean Pierre Rives. El Gallo lo ha ganado 12 veces en 14 ediciones, por dos de la Azzurra.
Trofeo Auld Alliance. De muy reciente creación, se instauró en 2018 para conmemorar a los jugadores de rugby franceses y escoceses caídos en servicio durante la I Guerra Mundial. En particular, a Eric Milroy y Marcel Burgun, capitanes de ambas selecciones antes de que estallara la contienda. El nombre (Auld sería la pronunciación escocesa de 'old', 'viejo' en inglés, y Alliance es ‘alianza’) hace referencia a la entente que establecieron Francia y Escocia en el siglo XIII para frenar las invasiones inglesas de sus territorios. Las tres ediciones disputadas han terminado con un triunfo francés y dos escoceses.
Copa Doddie Weir. Se creó también en 2018. Sus promotores con Escocia y Gales, que desde entonces la disputan anualmente con el objetivo de concienciar sobre las enfermedades relacionados con las neuronas motoras, como la esclerósis lateral amiotrófica (ELA), que padece el exinternacional escocés que da nombre a la copa. De momento Gales ha conseguido una y Escocia dos.
Cuchara de madera. Es un concepto presente también en otros deportes como el remo o el cricket. En el caso del Seis Naciones, se entrega como indeseado premio al último clasificado de cada edición. Irlanda, con 29, tiene el dudoso honor de encabezar la lista de equipos que más veces se la han agenciado. Aunque Italia, con 15 en 20 participaciones, viene apostando fuerte por el sorpasso.