El atleta perfecto que se vio mezclado en un asesinato
Dustin Johnson, vencedor del Masters de Augusta, es el actual número 1 del mundo, pero en el pasado tuvo momentos difíciles que casi acaban con su carrera.
"Señora Kennedy, no necesito saber dónde está ese país en el mapa. Haré que el piloto de mi jet privado me lleve donde necesite ir”. Dustin Johnson era un chico engreído en la escuela secundaria, quizá mezcla entre un portentoso talento para los deportes y unos años difíciles que vinieron tras el divorcio de sus padres, Scott y Kandee, que estuvieron años sin hablarse. “Estaba en el lugar y momento equivocado. Me miré al espejo y vi que no era la que deseaba. Yo quería ir a la universidad y jugar al golf”, decía años después para explicar su tumultuosa adolescencia.
Cuando ya reventaba los récords de los campos de golf locales, fue ‘reclutado’ por Steven Gillian, el hermano mayor de un amigo, para robar una casa, aunque él no entró y esperó en el coche, de la que se llevaron una pistola calibre 38. Al día siguiente, Gillian obligó a Dustin a comprar balas en un Walmart. Y con el arma y la munición, Gillian acabó con la vida de un hombre tras descerrajarle cinco disparos en la cabeza. Fue declarado culpable de asesinato y sentenciada a cadena perpetua. Johnson fue investigado, interrogado y se le condenó a pagar una indemnización por robo en segundo grado.
Episodio complicado que se unió al trauma del divorcio y a la muerte, tras un accidente de globo aerostático, de la persona que más le cuidó junto a su abuela: su tía, Julie Whisnant. Podría haber sido lanzador en las Grandes Ligas de béisbol o quarterback en la NFL aseguran los que conocen desde pequeño a este atleta (1,93m y 86 kilos) de mirada gélida que nació en Columbia (Carolina del Sur) hace 36 años. Ganador del Masters 2020, del US Open 2016, de 23 torneos PGA, tercer golfista con más dinero ganado tras Tiger y Mickelson... que estuvo cerca de dejar el golf tras dos positivos por cocaína que se añadían a otro por marihuana. Fue sancionado con 6 meses aunque los oficiales del PGA Tour lo desmintieron y Johnson lo justificó y enmascaró como un retiro “para resolver problemas personales”. Tremendo estrés, explicó a su regreso: “Mi forma de sacármelo de encima era bebiendo o saliendo de juerga”.
Su casi recién iniciada relación con la modelo Paulina Gretzky, hija del mejor jugador de hockey sobre hielo de la historia, lo cambió todo tras superar juntos unas fotos de un paparazzi en las que Dustin iba de la mano de la mujer de un amigo que acabó en divorcio. Wayne Gretzky tomó cartas en el asunto y le advirtió que se tendría que comportar de otra manera si quería continuar con la relación. Johnson reaccionó y se puso en manos de especialista para manejar la presión, sus adicciones y las situaciones de riesgo. Se convirtió en un hombre nuevo y en un jugador de golf completísimo con un salvaje drive de salida (su récord son 391 metros de alcance), arma que le ha ayudado a lograr al menos una victoria en el PGA en cada una de sus 13 temporadas.
Padre de dos hijos, Tatum Gretzky Johnson (5 años) y River Jones Johnson (3), vuelve a ser el amante de un deporte que le hacía levantase a las 6:30am para ir a los campos cuando de lunes a viernes su padre, con el que vivió junto a su hermana Laurie tras el divorcio, tenía problemas para sacarlo de la cama para ir a la escuela o que se quedaba con las llaves de las luces del campo de prácticas Weed Hill para apagar ya de madrugada la iluminación. Amante de los trajes de Prada y Dolce and Gabbana, renunció a los JJ OO de Río por miedo al Zika y ha pasado el COVID-19 justo para llegar a tope al Masters donde, como desde 2013, tuvo de caddy a su hermano Austin, que fue un buen jugador de baloncesto universitario siguiendo el talento del abuelo, Art Whisnant, que elegido en el draft de 1962 en el puesto 44 por Los Angeles Lakers y que nunca pudo debutar en la NBA por una infección en el pie.
La vida de Dustin ahora es idílica, incluyendo una mansión familiar de 3 millones de dólares en Palm Beach Gardens (Florida) donde disfruta con sus dos perros (Daisy y Charlie), y ni siquiera sufre tras un varapalo en el campo como cuando fue sancionado, de manera polémica, en el PGA de 2010, tras apoyar el palo en un metro cuadrado de arena, que se consideraba bunker, en el hoyo 18. Eso le privó de jugar el playoff por la victoria al sumarle dos golpes a la tarjeta. También es recordado su desastre en el US Open de 2015 al temblarle el pulso en el putt que le iba a dar la victoria... y en el siguiente que le hubiera llevado al desempate. “El golf es probablemente la cosa más fácil que ha hecho. Por eso si un día no juega bien o no le salen las cosas no le importa”, asegura alguien que le conoce bien.