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¿Qué fue de Garabaya? El pivote de oro que quiere juntar la infórmatica y el balonmano

Rubén Garabaya (41 años) fue campeón del mundo con la Selección en 2005 y ahora sigue ligado al balonmano en el Logroño tras su retirada en 2018.

¿Qué fue de Garabaya? El pivote de oro que quiere juntar la infórmatica y el balonmano
Agencias

En el año 2005, la selección española de balonmano (que por aquel entonces aún no eran conocidos como los Hispanos) se proclamó campeona del mundo en Túnez después de derrotar a Croacia en la final (40-34). En aquella laureada Selección, había un pivote asturiano en el que Juan Carlos Pastor tenía mucha confianza: Rubén Garabaya (41 años). Estaba a sus órdenes en el Valladolid y también contó con él para ese Mundial. "Fue una persona clave en mi carrera", dice Garabaya para AS. Retirado en 2018, actualmente es el segundo entrenador del Logroño, su último club. "Con la clasificación antes de la pandemia teníamos la clasificación para Europa, pero después la Federación siguió unos criterios diferentes y ahora tenemos que esperar para tener una invitación. No sé muy bien como lo hicieron", destaca.

Más de una docena de jugadores de aquella Selección de oro de 2005 son técnicos actualmente. Garabaya también tiene pensado dar el salto. "Todo tiene sus pasos. Por muchos años que hayas sido jugador, hay cosas que no se enseñan. Creo que ya estoy preparado, si surge la oportunidad, para ser primer técnico de un equipo", cuenta. Garabaya pasó toda su carrera en España, desde el 1997 en Ademar hasta el final en 2018 en Logroño, pasando también por Cangas, Valladolid y Barcelona. "A León llegué con 17-18 años, la mayoría de la cantera asturiana hemos salido en esa dirección. Era un 'mercado' que Manolo Cadenas tenía muy controlado. Luego me fui al Cangas, con el objetivo de tener un papel más protagonista, fue un año importante en mi desarrollo y creo que lo conseguí".

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Tras aquello, dio el salto a Valladolid. "Pastor se fijó en mí. Me costó mucho adaptarme a su juego, con unas habilidades que yo hasta entonces no había explotado. Fue el equipo en el que jugué a mejor nivel de toda mi carrera", dice Garabaya, que posteriormente se marchó al Barcelona, en 2007 tras seis años en la ciudad del Pisuerga. "Firmé una temporada y media antes de irme. En aquel entonces, el Ciudad Real ganaba. Tuve otras ofertas, pero sabía que si en un futuro contaba a mis hijos que había jugado en el Barcelona, conocerían el equipo, cosa que en otros por desgracia puede que no ocurriese". Sin embargo, allí se llevó "su gran varapalo deportivo". Fue en 2010. "Perder aquella final de Champions contra el Kiel fue uno de mis grandes fracasos". Aquel verano, dejó la ciudad condal rumbo a Logroño, su último club.

"No sabía si iba a renovar por el Barcelona o no, pero había incertidumbre. Los rumores sobre posibles reemplazos nunca lo llevé bien en mi carrera, otro de mis fracasos como deportista. Creo que me hubiesen renovado, pero decidí adelantarme y marcharme. Pese a todo, allí nunca llegué a rendir como en Valladolid", explica. En Logroño parecía que su vida sería más tranquila a nivel deportivo, pero no fue asi. "Nunca sentí tanta responsabilidad como en este club. Llegué como alguien que tenía un 'nombre' y para ser parte importante en los resultados de equipo". Tras esta última etapa de su carrera, se quedó a vivir en Logroño y abrió una tienda de telefonía que, posteriormente por motivos personales, cerró. Siguió, y sigue, con su otra gran pasión: la programación.

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"Ha sido mi hobby y estoy títulado. Durante la pandemia me he seguido formando, y uno de mis objetivos algún día es juntar esta rama de la informática con el balonmano", desea. Nunca ganó ni Liga ni Champions, pero aquel Mundial de 2005 fue un antes y un después para Garabaya y para la Selección. "En aquel momento la gente empezó a reconocer una manera de jugar de España". Respecto a la época actual, y en concreto en su puesto de pivote, Garabaya ve una gran diferencia: el arbitraje. "Ahora es más complejo, aunque hubo un tiempo que parecía que existía una caza de brujas. Creo que la consigna era no dejar jugar al pivote español de esa manera. Cuesta adaptarse, pero el pivote está condenado a sufrir siempre estoicamente". En las próximas fechas, Garabaya tiene dos 'retos' deportivos: ser primer entrenador y poder juntar sus dos grandes aficiones. "Soy un programador que se dedicó al balonmano", dijo años atrás en este periódico. Una combinación que resultó ser exitosa y que el expivote de oro espera que vaya a más.