El rey ha vuelto: Fury aplasta a Wilder para ser campeón
Tyson Fury venció a Deontay Wilder en el séptimo asalto para proclamarse campeón mundial WBC del peso pesado. La esquina del estadounidense arrojó la toalla.
"El rey ha vuelto", espetó Tyson Fury sobre el ring del MGM Grand Arena de Las Vegas. Nadie puede objetar nada. Es así. El británico, de 31 años, destronó a Deontay Wilder, quien llevaba como campeón cinco años, con una auténtica exhibición. El ya excampeón fue todo pundonor. Aguantó hasta el séptimo asalto, cuando su esquina arrojó la toalla porque estaba completamente KO desde el tercer asalto. Perdió por primera vez como profesional y luego mostró que tras su fachada hay humildad: "No hay excusas. Volveré más fuerte", apuntó. Visto lo visto, y mientras el 'Gipsy King' celebró su triunfo cantando sobre el ring, todos los fans pensaron lo mismo: ¿Habrá trilogía? Solo el tiempo lo dirá, porque Eddie Hearn tardó pocos minutos en reclamar por Twitter una unificación completa del peso contra Anthony Joshua.
Fury prometió un KO en la previa y lo cumplió. Subió hasta los 124 kilos para tener más pegada, y lo logró. Sonó la campana y el británico se echó sobre Wilder. Primera sorpresa. La segunda fue instantes después, cuando con un jab el inglés sorprendió a Wilder. El estadounidense cambió su rostro. Su cara al acabar el round era un poema... y mucho más lo fue al terminar el segundo. Había conectado varias derechas, pero ninguna completa. Mientras, Fury le estaba sorprendiendo constantemente. Algunas manos le había hecho daño y eso hizo que por primera en su carrera la sensación de tranquilidad que transmite se cambiase por la de miedo.
El tercer asalto fue el principio del fin. Wilder se iba arrinconando y en una de esas acciones, Fury le conectó con un crochet de derecha en su oído, del que empezó a manar sangre. Se levantó de la cuenta, pero algo no iba bien y se vio sobre el ring. Las piernas no le respondían, parecía aturdido. Quedaba un mundo y el panorama era muy poco halagüeño para él. Constantemente iba pegado a la cuerda y siempre tenía alguna parte de su cuerpo en contacto con la cuerda. Estaba mareado por el golpe. Solo le quedaba tirar de arrojo y esperar un milagro en forma de bombazo, pero Fury estaba pletórico. Desde su primera caída no volvió a recibir un golpe duro.
En el quinto asalto, y tras un golpe al cuerpo, Wilder volvió al suelo. Deambulaba por el ring con mas corazón que cabeza. La similitud era clara: parecía Joshua aguantando contra viento y marea el día que Andy Ruiz le quitó el invicto. Actitud de campeón que tenía claro que se iba a quedar sin corona. El final llegó en el séptimo asalto, pero pudo ser mucho antes. Solo la precipitación de Fury, su único debe, lo provocó. El inglés intentaba entrar, pero cuando dañaba era en la media-larga distancia. Cuando se dio cuenta, acorraló a Wilder y tras cuatro manos claras la toalla voló. El ya excampeón no lo entendía, pero era por su bien. No tenía nada que hacer, llevaba varios asaltos sin sacar trabajo. Fury lo celebró por todo lo alto. Hizo una noche capicúa. Salió al ring con trono, corona y capa. Un rey en toda regla. Solo le faltaba una cosa: el cinturón verde y oro. Lo tiene, el único que no había ganado (ante Wladimir Klitschko ganó el WBA, IBF y WBO, cinturones que perdió fuera del ring). El rey ha vuelto.