Jon Rahm, rey de Europa

A Jon Rahm se le empieza a poner cara de Tiger Woods cuando llega en cabeza a la jornada final de un torneo. Como el Tigre, uno de los grandes finalizadores de la historia, fue infalible en el Open de España y no erró tampoco este domingo en Dubái. Allí ganó por segunda vez (ya lo había hecho en 2017) el DP World Tour Championship, torneo final del circuito europeo, y por extensión la Race to Dubai, la antigua Orden de Mérito.

El vizcaíno activó el modo caníbal desde el inicio. Wiesberger, su principal competidor por el trono continental, ya se había decalabrado el día anterior (salió 24º en -2, a 13 goles) y con dos birdies en los dos primeros hoyos alejó pronto al francés Mike Lorenzo-Vera, un outsider sin victorias en Europa que salía junto a él en -15, y a un cazador habitual como McIlroy. Ninguno pudo darle alcance porque Rahm volvió a lucir todo el repertorio: esta semana ha sido el cuarto mejor desde el tee, el cuarto alrededor del green y el cuarto en el approach. Los wedges, antes la parte menos buena de su juego, ahora son un arma letal. Ataca casi cualquier bandera y así, cada ronda es un chorro de birdies. Embocó seis el primer día, cuatro con un eagle el segundo, siete el tercero y otros ocho en la ronda final.

Dos más que Sergio García, que firmó un gran sexto puesto con -10, y que el melenudo Fleetwood, el único que pudo seguirle el ritmo en el Jumeirah Golf Estates. Sólo titubeó Rahmbo en el putt (15º esta semana en esa categoría) y pudo costarle un disgusto cuando se dejó uno sencillo para par en el 15 e hizo el bogey. Porque eso dio alas a Fleetwood, que venía por detrás (arrancó en 11) como un misil y selló un birdie en el último para recuperar una desventaja que llegó a ser de ocho golpes a la altura del 7 y poner el empate a -18 en cabeza.

Al de Barrika todavía le quedaba un hoyo por delante y el inglés tuvo que ver desde los márgenes del green una demostración de poderío. Rahm se fue a un bunker con el segundo golpe, pero su recuperación fue magistral y se dejó un putt de unos dos metros para el -19 final. No lo falló, claro.

"Me he dicho a mí mismo en el 18 '¿cuántas veces has soñado con tener un putt para ganar en el último?'. He recuperado bien desde el bunker y lo he metido. Ha sido un gran esfuerzo para volver a concentrarme y ponerme en perspectiva para los últimos hoyos. Esto estaba destinado a ser así y así ha sido. Es golf", decía el vasco emocionado ("estoy casi llorando") sobre el green del 18.

Su triunfo, el quinto de la temporada y el décimo de su carrera (incluida la Ryder Cup de 2018 y el Hero World Challenge, no oficial pero que forma parte del calendario del PGA), trae guarnición doble. En lo económico, un bote de 5 millones de dólares (algo más de 4,5 millones de euros), tres por la final y dos por la general; en la estadística, el honor de poner su nombre junto al de Seve Ballesteros, uno de sus ídolos, como los dos únicos españoles que han conseguido ganar el circuito (el cántabro lo hizo seis veces, en 1976, 1977, 1978, 1986, 1988 y 1991). "Es una gran inspiración para mí, como Sergio. Poner mi nombre junto al suyo es algo difícil de creer", afirmó Rahmbo. Un nuevo zarpazo a la historia del León de Barrika a los 25 años, con sólo tres de profesional. Y a las puertas de año Ryder y de Juegos. Agárrense.