Los Teros despegan en la ciudad resucitada de Japón
Uruguay debuta este miércoles ante Fiyi en el que será el cuarto Mundial de su historia. El rugby vive un momento dulce en el país sudamericano.
Uruguay es un milagro deportivo que mañana cobrará forma física una vez más en la ciudad japonesa de Kamaishi. Allí arrancará la cuarta participación del país sudamericano en un Mundial de rugby (ya jugaron en 1999, 2003 y 2015). Una aldea gala de algo más de tres millones y medio de personas que se codea con la élite en deportes como el fútbol (dos veces campeones del mundo), el rey como en tantas otras partes del globo, y el de la pelota ovalada.
Este último vive un gran momento en la República Oriental. Apoyado por World Rugby (la Federación Internacional, que viene apostando por ellos y Brasil como polos de desarrollo en Sudamérica), las empresas y el Gobierno (cuya Secretaría Nacional del Deporte incluyó el rugby entre una serie de deportes a fomentar en el corto plazo), su crecimiento ha sido exponencial en los últimos años y ya es el segundo deporte con más federados del país.
Una progresión en la que han sido claves, entre otros hitos, la creación de un Centro de Alto Rendimiento, la cobertura televisiva y la concesión del Estadio Charrúa a la Federación Uruguaya desde 2012. En este coqueto estadio para unas 14.000 personas del Parque General Fructuoso Rivera de Montevideo es donde disputan sus partidos como locales los Teros, un combinado en pleno tránsito hacia la profesionalización completa de sus jugadores que parte como el más joven del campeonato, con un promedio de 25 años.
El Kamaishi Recovery, un estadio especial
La sede del choque entre uruguayos y fiyianos será el Estadio Memorial Kamaishi Recovery, el más pequeño (16.334 espectadores de aforo) y especial de la cita. Su nombre se debe a que honra la memoria de los fallecidos en el tsunami que arrasó la ciudad en 2011 y, entre otros desastres, causó el accidente de la central nuclear de Fukushima.
En los terrenos en los que se erigió el estadio había un colegio antes de la catástrofe. El agua y el lodo se lo tragaron como al resto de la urbe (perecieron miles de personas) en su marcha arrolladora. En un buen ejemplo de estajanovismo japonés, la ciudad ha pasado en ocho años de zona cero a sede de un Mundial.