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WATERPOLO | GWANGJU 2019

David Martín: "Jugar contra España debe ser un infierno"

El seleccionador español analiza el crecimiento del equipo masculino de waterpolo, plata en el último Europeo, un rival que ha vuelto a colarse entre las potencias.

Corea del Sur
David Martín.
Rodolfo Molina

¿Después de la plata del Europeo teme que el equipo no mantenga el listón?

El Europeo fue un éxito pero no por la medalla sino por el crecimiento del equipo. Desde 2018 hicimos medallas en casi todas las competiciones. Tuvimos opciones de ganar ante todas las potencias de nuestro deporte. Lo importante es seguir en esta dinámica. Podemos ganarle a cualquiera.

Es decir, ¿el éxito en Gwangju no lo determinará la medalla?

Hay que ser conscientes de que es difícil ganar medallas. La competitividad en los deportes de equipo es altísima. Puedes ganar el oro y al año siguiente ser octavo. Pero España, después de muchos años, ha conseguido poder competir de nuevo con cualquiera. Si no se logra medalla no será un fracaso. Puedes perder en cuartos de final por un gol ante un gran rival. Y no debe pasar nada. Hay que seguir creciendo y que la gente siga diciendo que España juega muy bien al waterpolo. Si hacemos eso, las medallas irán cayendo.

¿Qué le dicen sus colegas entrenadores de España?

Me asusta que la gente hable bien de España. Nos dicen que somos peligrosos, que jugar contra nosotros es estresante y que lo estamos haciendo bien porque somos jóvenes. A medio y largo plazo seremos uno de los referentes a nivel mundial. Después de Tokio muchos equipos se renovarán, pero nosotros ya la hicimos hace dos años. Hay que seguir creciendo. Si mantenemos el nivel del año pasado, bajaremos un escalón. Hay que seguir teniendo un juego coral, de equipo, de trabajo y humildad. Jugar contra España debe ser un infierno.

¿El cénit de su equipo va más allá de Tokio 2020?

Habrá jugadores que en Tokio alcanzarán su punto más alto, pero otros lo harán en París 2024. El seleccionador debe trabajar a corto plazo para lograr resultados, pero también a largo plazo para que otros lo aprovechen. Hay que pensar en la Selección y en su futuro. Hay que seguir trabajando de manera coordinada con el binomio selección-club para alargar esto lo máximo posible.

¿Es una ventaja que la mayor parte de la Selección esté en el Barceloneta y la entrene su hermano Chus?

Tiene sus pros y sus contras. Los del Barceloneta se conocen, juegan entre ellos y los automatismos están adquiridos. Pero, por el contrario, tienen un calendario exigente y llegan más castigados a la preparación. Solo tuvimos cinco semanas de puesta a punto y debemos hacer dos grupos: los que llevan más tiempo entrenando y los del Barceloneta, que llegan más justos. Lo llevo bien y durante el año hacemos un seguimiento para realizar planes especiales. Soy un afortunado, la colaboración es máxima.

¿Una Liga doméstica de poco nivel les ayuda a descansar ante tanto trajín internacional?

Se ha abierto ese debate. Todo tiene ventajas y desventajas. Jugar una liga competitiva te facilita que en los momentos clave, en esos tres minutos finales de partido, los jugadores están más acostumbrados a responder. Pero también vienen fatigados porque el desgaste es alto. No sé qué es mejor o peor. Estoy de acuerdo que tener una liga menor te permite gestionar el descanso, en el caso contrario, no. Así que, hoy en día, puede resultar una ventaja.

La Selección masculina, en Portugalete.
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La Selección masculina, en Portugalete.Luis Tejido

Usted tiene jugadores de poco más de 20 años y otros de más de 30. ¿Nota la diferencia de atención y de hábitos de ambas generaciones?

Las nuevas generaciones son muy diferentes a nosotros. Los jóvenes lo tienen todo en la mano, y se llama móvil. Antes debías moverte más. Pero intentamos ayudar a todos. Hay jóvenes maduros e inmaduros. Los jóvenes tienen remedio, pero debemos esforzarnos y tratarlos de manera diferente. Hay que adaptarse, de lo contrario, mueres. Hay jóvenes gandules, otros alocados y otros trabajadores. Hay que sacarle el máximo rendimiento a cada uno tratándolos a todos por igual. A los jóvenes se les educa en el vestuario, y los veteranos tienen mucho que decir. Entre ellos se retroalimentan. Unos aportan experiencia y otros, ilusión.

¿Cómo actúa si entrena a un jugador con talento pero irreverente?

Tenemos suerte de que en el waterpolo no hay jugadores así. Nuestro deporte es humilde, los sueldos son los que son. Todos estudian una carrera. Así los intentamos educar: hay que formarse porque no podrás vivir de esto toda la vida. Hay jugadores dejados, eso sí. Pero hay que convencerles de cuál es el camino adecuado y por dónde tendrán más fácil conseguir los objetivos. Hay que reconducirlos. Un jugador puede necesitar tres charlas al mes y otro solo una. Si no lo convences, se sale del camino.

¿Cómo aprende para ser mejor entrenador?

Intento leer, sobre todo artículos sobre gestión de grupos. Pero cuando más aprendo es cuando hablo con mi cuerpo técnico. No he hecho cursos este año. Al final parece que tengas mucho tiempo, pero no tienes tanto: analizar partidos, viajar, ver otros, tomar decisiones y estar pendiente de los jugadores. Durante el año estamos en contacto e intentamos ayudarles.

¿Dónde se inspira?

A través de las redes sociales intento seguir a personas que a veces con una frase te abren la mente, como el psicólogo Pep Marí. A nivel de waterpolo me fijo en cómo hablan los entrenadores internacionales, con más experiencia que la mía. Y saco conclusiones. Nunca he tenido ídolos. Somos gente normal, que hacemos cosas muy buenas en nuestras profesiones pero no es necesario idolatrar a nadie.

Usted y su hermano son entrenadores de waterpolo y ex jugadores. Y su hermana también había jugado. ¿De qué se habla en las cenas de Navidad?

En las cenas de Navidad se habla de barcos y de waterpolo. La empresa de mi hermana y de mi cuñada es de yates. Intentamos no hacerlo, pero siempre sale el tema del waterpolo.