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WATERPOLO | EUROPEO 2018

La Goliat acuática puede con los chicos de David

Después de un partido descomunal y agónico, que finalizó con empate (7-7), nuevamente los penaltis, como en Roma 2009, le dieron el título europeo a Serbia.

La Goliat acuática puede con los chicos de David
Alejandro GarcíaEFE

No podía ser de otra manera. Un Europeo tan espectacular, vivido con la pasión propia del waterpolo de los 90, de las hazañas de unos hombres que ahora se han reencarnado en otros hombres y en otros rostros en una nueva brillante generación del waterpolo español, se debía resolver en la tanda de penaltis, después de un partido agónico, igualado, con la España de David plantándole cara a la Goliat del waterpolo mundial. Y, como dictó la historia en 2009, ante Serbia en el Mundial de Roma, y en la Barcelona '92, las Picornell se resisten a ver una victoria del waterpolo masculino. Los penaltis se cruzaron de nuevo en su camino.

Dani López Pinedo, héroe, guardián español, un gigante, no pudo hacer nada ante la seguridad serbia, acostumbrada a jugar finales, a vivir momentos de tensión al filo de la navaja. No fallaron ni uno de los cinco lanzamientos. Por el lado español, anotaron Perrone, Munarriz y Larumbe, y falló Fran Fernández, el héroe de las semifinales. El destino es así de cruel. Hubo lágrimas, pero contenidas. España ha hecho un torneo descomunal, y con la media de edad más baja de los mejores equipos no ha hecho nada más que iniciar su travesía en Barcelona. Todos los grandes equipos españoles siempre han empezado con una plata.

Un partido jugado al límite con España por delante

España empezó el duelo jugando como si lo soñara. Fue imposible defender mejor que la Selección española en el primer parcial. Con tal de alejar a los lanzadores a más de cinco metros, David Martín empleó una defensa larga, presionando hombre a hombre a los gigantes serbios. Donde no alcanzaba esa estrategia lo hacía López-Pinedo, que atajó los dos lanzamientos que recibió, o llegaban las manos de los españoles, que parecían pulpos y no humanos. La fe en la victoria se constató en los primeros ocho minutos, en los que Mallarach, en una superioridad y con su zurda, abrió el marcador (1-0). La Picornell explotó en la noche cerrada barcelonesa. Había partido, el sueño estaba intacto, España seguía desatada, hechizada por la atmósfera cautivadora.

España nadó a toda velocidad, como si se jugase a mar abierto, y se puso 3-1 en una acción rápida de Fernández que cedió a Perrone para que anotase y en un remate del descarado Granados, que encontró oro en el palo corto de Mitrovic. El 3-1 era un sueño, pero el ogro nunca se rinde a mitad de la película. Aleksic y B. Mitrovic, en dos acciones en superioridad y haciendo gala del talento serbio, al anotar un gol desde el arco y otro en combinación con la boya, igualó el encuentro, pero Perrone cazó en la última centésima de segundo del cuarto un rechace y lo metió para adentro. 4-3 al descanso. Ni los más optimistas hubiesen firmado este resultado.

No con esas, con un ataque diferente, demostrando los múltiples recursos que tiene esta dinámica España de Martín, Del Toro emergió de las profundidades para levantarse con un gigante y soltar un latigazo con el que nada pudo hacer Mitrovic. El 5-3 aseguraba un final épico de partido, lo que pretendían los españoles. Pero Serbia encontró a sus lanzadores dormidos. Cuk fusiló a López Pinedo y Mandic, en una brillante acción técnica, anotó el 5-5. España se estrellaba contra los palos, Serbia contra el portero español. Pero, a falta de 19 segundos para el final del tercer parcial, Prlainovic sí pudo superar el muro (5-6). Cuando todo parecía sentenciado, de nuevo el hechizo de la Picornell sopló la vaselina de Munarriz, el empate de un diamante (6-6).

Un desenlace a 180 pulsaciones

La tensión en las Picornell era la música de una noche de waterpolo puro, con una Selección española que se sentía invencible, descarada, pisoteando con su desparpajo la historia serbia, el mejor equipo de waterpolo de la última década. El primer ataque fue para España, que lo erró. Quedaban siete minutos. Pero Serbia tampoco pudo aprovechar su ofensiva, por lo que los chicos de Martín le ganaban segundos al tiempo y disponían de otro ataque. El partido se jugaba a la velocidad de la luz. Y Serbia no era capaz de quebrantar la irrompible España, que encadenaba exclusión y se defendía con corazón, hasta que Jaksic, a falta de cinco minutos, puso el 6-7. Pero esta España está cosida con mármol, como el que lanza Mallarach cada vez que arma su brazo izquierdo (7-7). Quedaban cuatro minutos.

López Pinedo sacó otra mano de santo para detener dos ataques serbios. No había un portero en la meta española, había un demonio para los serbios, quienes se llevaban las manos a la cabeza. Con 1:32 España resistía, y tenía la posesión. La grada de las Picornell gritaba al unísono un "sí se puede" que se escuchó hasta en la Barceloneta. El latido de los corazones marcaba el ritmo de la música cuando David Martín pidió tiempo muerto con 1:07. España atacaba en superioridad. Perdió la oportunidad, quedaban 13 segundos. Penaltis. Y de nuevo salió cruz.