Dudas sobre el ADN enredan al jurado del juicio a Pablo Ibar
El veredicto se aplaza, al menos, hasta el sábado. Doce personas sin formación científica deciden sobre la fiabilidad de métodos de identificación. Y de eso depende la vida del español.
La agonía de Pablo Ibar y su familia se alarga, a la espera de una resolución del jurado popular de 12 personas (ocho hombres y cuatro mujeres) que debe decidir sobre su culpabilidad, lo que conllevaría su ejecución, o su inocencia. Es decir, sobre su vida. Al menos hasta el sábado no habrá resolución en el juicio que se sigue contra él por un triple asesinato, y que debe ser emitida por unanimidad porque si no se declararía nulo el proceso y debería repetirse. Eso, porque el jurado que comenzó sus deliberaciones el miércoles ha planteado dudas sobre alguna de las pruebas. Sobre todo las de ADN.
El juez Dennis Bailey, del tribunal de Broward County (Florida), aceptó la solicitud del jurado de que se leyeran las transcripciones de las declaraciones de algunos expertos y testigos. En concreto, de Huma Nasir, encargada de los nuevos análisis de ADN centrándose en una zona donde aparece un resto biológico con coincidencia parcial con el ADN del español, de 46 años.
Después de escucharla debían decidir si repasaban también la del doctor Allan Jamieson, experto de la defensa que refutó las conclusiones de otro científico que afirmó que la posibilidad de que esa traza de ADN no fuera de Ibar era de una sobre 353 trillones. Y por último de Alberto Rincón, compañero de piso del sobrino de Urtain cuyos zapatos, según la Policía, dejaron huellas coincidentes con las encontradas en la escena del crimen.
En el difuso vídeo del asesinato el 26 de junio de 1994 de Casimir Sucharski, propietario de un club, y dos de sus bailarinas, Sharon Anderson y Marie Rogers, se ve que uno de los perpetradores se cubre la cabeza con una camiseta, y luego se limpia el sudor con ella. El jurado también pidió este viernes volver a visionarlo... Nunca aparecieron restos de ADN de Ibar en la tela en cada uno de los cuatro juicios anteriores, y sí de las tres víctimas y otros dos hombres no identificados. En la transcripción de hoy se pudo escuchar cómo Nasir reconocía que la zona donde estaba el ADN podría deberse a que alguien hubiera tocado antes algún objeto de Ibar.
Es decir, la teoría de Scott Bader, experto de la defensa, que lo atribuye a una contaminación por la continua manipulación de pruebas sin guantes y considera una cantidad tan mínima que “no es relevante” en estándares internacionales.
Allan Jamieson, testimonio que sopesa estudiar de nuevo el jurado, dio en las vistas su explicación sobre la cuestionable fiabilidad del programa (TrueAllele) utilizado para encontrar esa nueva traza. Si Ibar se hubiera secado el rostro con ella, su ADN aparecería por doquier.
Mientras 12 personas sin formación científica (sus edades van de veinteañeros a sexagenarios y hay un empleado de correos, un dependiente, un director de fábrica, un jubilado...) resuelven sus dudas sobre algo tan complejo como el ADN, Pablo Ibar, su padre Cándido (74 años) y su esposa Tanya, que se casó con él en el corredor de la muerte, cruzan los dedos y calman como pueden la espera.
"Estamos nerviosos. Estamos pendientes de 12 personas, de lo que piensen y de lo que vean. Que hayan pedido las transcripciones indica que no entendieron lo mismo, que tienen dudas. Yo estoy preparado para cualquier resultado. Creemos que va a salir libre, pero también podría ser nulo. Que se pongan de acuerdo doce personas no es tan fácil y habría que comenzar otra vez", explica Cándido, expelotari que lleva cincuenta años en EE UU y 24 pegándose contra el frontón de un caso sin fin del que depende la vida de su hijo.