MMA

Tito Ortiz se vengó de Chuck Liddell: le noqueó en un asalto

Las dos leyendas cerraron su histórica rivalidad con un combate descafeinado. Liddell puso empeño, pero no estaba para volver lo pagó. Ortiz no tuvo piedad.

Mientras Tito Ortiz celebraba su victoria por todo lo alto, Chuck Liddell estaba sentado en su córner cabizbajo. Las dos caras de una misma moneda separadas por unos metros. El primero se quitaba un peso de encima, ya que en el tercer combate entre ambos logró desquitarse de los dos KO's que habían recibido. Mientras, a Liddell se le estaría pasando una pregunta por la cabeza: ¿Para qué?. Fue noqueado en el primer asalto y desde el inicio se vio que pese al empeño que le puso, su momento fue otro y no debió volver a meterse en una jaula. Nada puede empañar su leyenda, pero su tiempo, pasó.

La diferencia antes de comenzar la pelea ya era sustancial. Liddell cumple 49 años el próximo mes y llevaba ocho retirado tras ser noqueado en sus tres últimas peleas. Por su parte, Ortiz, de 43 años, no llevaba ni dos años sin pelear y sus últimos duelos no habían sido tan traumáticos (venía de ganar el último). Pese a todo, la incursión de Golden Boy en las MMA, prometiendo mucho dinero, y una rivalidad inacabable lograron que ambos saliesen de su retiro. Liddell lo dejó claro antes de la pelea: "Estoy preparado". Pero no lo estaba.

La primera evidencia fue al salir del vestuario. Cojeaba de manera clara. Ya en la jaula no se notó tanto, pero se movía muy lento y le costaba escapar cuando atacaba Ortiz, quien lucía todavía un ritmo de competición aceptable. Las dos derrotas habían pesado mucho en la carrera de Ortiz (aunque la última fue hace 12 años) y salió a por todo. Liddell se quedaba a cruzar golpes y Ortiz vio que ese era el camino. Iba encerrando a su rival y le finalizó cuando le llevó contra la jaula.

Tras un cruce, y sin escapatoria, Ortiz conectó un directo que desconectó de inmediato a Liddell. Sin oposición. Tito Ortiz paraba el crono cuando quedaban sólo 36 segundos para el final del primer acto. No hacía falta más. Liddell se equivocó regresando y lo pagó. Después ambos enterraron el hacha de guerra y reconocieron su valía. Son dos leyendas y actuaron en consecuencia. Nadie les quitará su legado, pero ambos aprendieron una valiosa lección: todo tiene su tiempo.

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