“Valderrama tiene algo casi místico por su gran historia”
Javier Reviriego es gerente del club Valderrama, sede de la Ryder 1997 y donde esta semana se disputa el Valderrama Masters. Sergio defenderá título.
El golf de élite regresa este jueves a Valderrama con el Valderrama Masters...
Para nosotros es muy importante. Es una seña de identidad, llevamos más de 25 torneos profesionales en el club. Significa que el trabajo de cuidado que realizamos en el campo se puede presentar al mundo. Nos exprimimos para que nuestro evento se convierta en una referencia en el Circuito Europeo, que tiene mucho interés en que las citas se disputen en los mejores campos.
Contarán con Sergio García, que es uno de sus grandes embajadores.
Sergio siempre habla muy bien de Valderrama y dice que es su campo favorito. Tiene muchos top-tens aquí y dos victorias. Por todo eso, el año pasado le hicimos socio de honor, porque es un gran símbolo. El último día del Valderrama Masters, con los hoyos 17 y 18 llenos y aplaudiendo la victoria de Sergio, fue increíble.
Ahora que se ha disputado la Ryder Cup en París, nos viene al recuerdo Valderrama 1997, la primera vez que la competición salió de las Islas Británicas...
A mí esta de París me recordó a esa Ryder porque fue un gran éxito, ya que los europeos demostraron su fuerza en un recorrido que no es americano ni un links escocés. Igual le sucede a Valderrama, que es un trazado con su propia seña de identidad, que no cumple con los estándares de hoy en día. No es muy largo, pero se defiende de manera similar, con calles muy estrechas, y requiere de precisión e imaginación.
¿Qué supuso aquella Ryder para Valderrama?
Aquello nos puso en el mapa mundial. Pasó a ser un campo muy conocido en Estados Unidos, por ser donde Tiger Woods jugó su primera Ryder. Fue el despegue de Valderrama como lugar de referencia en el mundo y también fue un impulso para la Costa del Sol.
Y supieron mantener ese prestigio del campo.
Efectivamente. Hay campos Ryder que no consiguieron mantener el nivel de excelencia, pero no es nuestro caso. Sabíamos que teníamos que seguir con los estándares de calidad. Nuestro objetivo es estar entre los campos mejor mantenidos del mundo, y estarlo todo el año para los visitantes, no sólo cuando hay torneos. Nos encontramos al día de las últimas técnicas, nos exigimos muchísimo y tenemos un equipo de primer nivel.
Hay que conocerlo bien...
Es muy importante utilizar la estrategia. No por pegarle fuerte se tiene ventaja, y eso es atípico en los torneos actuales, en los que el pegador marca diferencias. Mantenemos el diseño original y no hemos hecho cambios del campo, sólo mejoras en la hierba.
Vienen de todo el mundo a jugar, ¿cuál es el feedback?
Sí. Llegan de EE UU, de Japón, de Tailandia... Les impresiona mucho el nivel de detalle. Además, vienen muchos jugadores del European Tour. Alejandro Cañizares y Álvaro Quirós están aquí habitualmente.
Y alguien de la calle que quiera jugar, ¿qué debe hacer?
Tenemos unas salidas en nuestra web de lunes a viernes para visitantes que no son socios. Pero hay listas de espera, para jugar en temporada alta son mínimo seis meses.
¿Por qué es tan especial? Hay un intangible casi místico.
Se palpa un componente tradicional importante. Fue uno de los primeros campos que se comparó con los americanos. Tiene algo místico por la gran historia que ha vivido.