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TARRAGONA 2018 | HALTEROFILIA

Brachi fue bronce pero le colgaron el oro en el podio

El haltero quedó tercero por detrás del egipcio y el turco, aunque en el podio le dieron el oro de Saad en vez de su bronce. Luego se intercambiaron las medallas.

Brachi fue bronce pero le colgaron el oro en el podio
TXEMA MORERADIARIO AS

Josue Brachi quedó tercero (121 kg) en la modalidad de arrancada de menos de 62 kilogramos en la primera jornada de halterofilia, pero durante dos minutos fue oro. Esa era la medalla que colgaba sobre su cuello en el pabellón de Constantí, donde instantes antes el egipcio Ahmed Saad (127 kg) y el turco Erol Bilgin (126 kg) le habían superado. Pero, cuando ya se estaban retirando los atletas después de la ceremonia, los técnicos de Egipto fueron a reclamar que a Brachi le habían dado el oro y a su haltero el bronce. Hubo unos segundos de tensión, de incertidumbre y de surrealismo, hasta que el propio Brachi les aclaró que el bronce era de una tonalidad más oscura que el oro, por lo que se cambió la medalla con su compañero.

Pese a la anécdota, y a terminar con unas molestias físicas que le impidieron aspirar a la medalla en la prueba de dos tiempos (en estos Juegos Mediterráneos no se juntan ambas puntuaciones), Brachi se siente satisfecho. "Subimos de categoría, de 56 kg a ahora 62. Entrenamos en solo dos meses con una categoría superior. La mejora pasa por un asunto físico y por superar barreras psicológicas. Me encontraba muy bien y ahora lo he confirmado en los Juegos Mediterráneos", comentó.

El sevillano, todo gracejo y buen humor, lleva una preparación rutinaria, enfocada solo a la halterofilia. Se levanta cada día a las 8:30 para empezar el entrenamiento a las 9:00. Unas sesiones que han cambiado y que le han traído algún que otro problema debido a la nueva categoría. "El cambio más brusco es la intensidad del entrenamiento. Pesas más pero debes levantar mucho más. La carga aumenta y en dos meses no te acostumbras. Hemos tenido problemas físicos y de lesiones, y los hemos tenido que solucionar sobre la marcha".

Tras la primera sesión de trabajo, llega el momento más esperado del día. "Voy a comer a casa de mi abuela, que la tengo al lado. Me encantan sus pucheros y las albóndigas que hace… Creo que Chicote debería ir a que mi abuela le enseñara la receta". Con el estómago lleno, una siesta para descansar antes de iniciar una segunda tanda de entrenamiento de 17:30 a 20:30. Sin tiempo para más, Brachi espera adaptarse cuanto antes a una categoría que ha empezado con un bronce muy especial. Una medalla con historia que seguro explicara a su abuela.