Altuna reina en el Manomanista ante una leyenda como Aimar

Altuna III se proclamó campeón del Manomanista, el trofeo más importante de pelota. Aunque es un pelotari ya casi consagrado, esto le mete en el cielo de los gigantes de la era moderna y del futuro, ya que tiene solo 22 años. Tras Irribarria y Beloki, el tercero más joven en tal honor. Los que dicen que no le pega que vean lo de ayer. Y su cabeza es privilegiada. Se cargó en Bilbao a toda una leyenda. Para Aimar era una forma de ir cerrando el círculo, de rebelarse ante la llegada de las nuevas generaciones que apartan a pelotaris de leyenda como él. Si el corazón frenó a Irujo (lo que era un Federer para él, un Nadal como un pino) y el sol se va poniendo para Oinatz, Olaizola se resiste a claudicar. Hacía 15 años de su primera final, y la txapela que abrió su inigualable palmarés llegó a su cabeza en 2005; la última, en 2013.

En lo que era un duelo generacional, Altuna III acabó superando a un histórico que buscaba su quinto Manomanista y su decimoquinto gran título, en un gran partido que mantuvo la igualdad hasta el 13-14 y en el que el de Amezketa decidió con un parcial de 1-8 hasta el marcador definitivo. Fue un gran partido entre dos pelotaris no demasiado brillantes en ataque, pero entregados y con una gran defensa, en medio de un espléndido ambiente con los habituales más de 3.000 aficionados en las finales que acoge el frontón bilbaíno. Además de la primera en el Manomanista, la de ayer es la segunda txapela de Altuna en los grandes torneos, ya que logró otra en 2017 en el Cuatro y Medio, en el que suma dos finales. El guipuzcoano es el sexto campeón diferente en los seis últimos años tras el propio Olaizola (2013), el ya retirado Juan Martínez de Irujo (2014), los dos grandes dominadores de lo que va de Siglo XXI, Mikel Urrutikoetxea (2015), Iker Irribarria (216), con el vencedor de hoy los nuevos grandes valores de la mano, y Oinatz Bengoetxea (2017), este también de la 'vieja guardia'.

Altuna empieza a acaparar trofeos de lana. Además del Cuatro y Medio, hizo semifinal con un debutante como Martija en el Parejas. Se ha cargado a muchos campeones y se jugó en Bilbao a lo que quiso: pegando y pegando no le superaron, te enreda con su pelota de izquierda a derecha, y con ventaja no dejó que su rival se llevase la refriega a su terreno. Es un mago en el frontón, el pelotari que mejor esconde la bola. Se adelantó con 14-8 y parecía tenerlo todo atado, pero a Olaizola hay que matarle mil veces, renació hasta ponerse a uno y obligó a sudar al chaval. El goizuetarra cambió el chip, empezó a jugar al ataque, en lugar de alargar hasta 20 o 25 golpeos y basar todo en endurecer el tanto: en el cuarto se fue a cerrar la ráfaga.

Un dos paredes del de Aspe tras dominio del de Asegarce que impidió al navarro empatar a 14 también tuvo mucha incidencia en el resultado final, ya que el ganador empezó a rematar con más finura que hasta entonces. Y también aprovechó varios errores no demasiado forzados del campeonísimo navarro, que tuvo una decena de ellos, bastante más de lo que acostumbra. Jokin intentó recuperar el saque como fuera. Dicho y hecho, tomó su postura muy arriba y dominó de nuevo: 18-13 con el segundo tanto de saque. Último descanso largo para el veterano de Goizueta. En la pelota moderna se demuestra que con nada se hace un tanto, martillean poco y se dejan de debates. El amezketarra se confió posteriormente demasiado, un error que no debe cometer ante un tipo tan consagrado porque le das vida con su pelota y permitió el 20-14. A Aimar ya no le valió ni ese presente; le hizo ver más cerca el abismo una pelota arriba a pared izquierda, el penúltimo peldaño a la esperanza, por carecer del control en el golpeo. Altuna estaba lanzado, había recuperado su gran defensa del inicio y cerró el 22-14 final con una dejada a placer. Pleno de Aspe este año.

Marcador: 2-0, 2-3, 3-3, 3-4, 5-4, 5-7, 6-7, 6-8, 8-8, 8-14, 13-14, 13-20, 14-20 y 14-22.